Por qué la CIA debería informar a Donald Trump
La puesta a disposición de informes para candidatos presidenciales...
La puesta a disposición de informes para candidatos presidenciales es una práctica que data de más de sesenta años, y que diera inicio en la Administración de Harry Truman. Los informes (en inglés, pl. briefings) son una cortesía, y no tienen respaldo legal, pero comportan la intención de poner en perspectiva el campo de juego, de tal suerte que un funcionario en ejercicio no cuente necesariamente con una ventaja sobre un adversario que no tiene acceso a análisis gubernamentales que versen sobre política exterior y seguridad nacional. Los informes solo son proporcionados a los dos candidatos de los partidos principales, y están limitados al candidato, a sus compañeros de fórmula para la vicepresidencia, y a un par de asistentes de primer escalafón.
No existe un número definido de informes para los candidatos, en tanto que, en general, se asume que aquéllos les serán provistos en intervalos, de acuerdo a lo que esté sucediendo en el orden internacional y si acaso estos hechos pudieren impactar en el diseño de políticas que puedan debatirse a lo largo de la campaña. Los informes, tradicionalmente, han sido producidos y entregados por analistas de la CIA y, en una oportunidad, el director de la agencia Robert Gates incluso llegó a tomar un vuelo a Arkansas, para encontrarse y luego informar al candidato de oportunidad, quien era el gobernador Bill Clinton. Actualmente, la oficina del Director de Inteligencia Nacional coordina el contenido de los informes, aunque suelen ser desarrollados mayormente por la CIA.
Algunos candidatos presidenciales no cuentan con accesos activos de seguridad, sin importar que hayan servido en el gobierno federal, o que tengan familiaridad con los procedimientos de clasificación. Otros, mientras tanto -incluyendo a gobernadores de estados-, jamás han tenido que lidiar con todo lo necesario para proteger los intereses nacionales. Trump, aún cuando tiene la costumbre de mantener la confidencialidad relativa a documentos comerciales y acuerdos, no tiene experiencia en materia de clasificación de documentos oficiales ni con procedimientos de seguridad, que suelen ser bastante distintos en su naturaleza y no comprometedores, en términos de las medidas que resulta necesario tomar para proteger el producto de inteligencia.
Generalmente, los informes se limitarán a puntos de vista amplios y a otras situaciones o escenarios en desarrollo en el mundo, pero no presentan precisiones detalladas sobre fuentes ni capacidades. En la jerga de la inteligencia, los candidatos no reciben 'palabras clave' o información de 'acceso especial' (SAP, Special Access Program) -como tampoco se les informará dato alguno sobre acciones encubiertas de la CIA o del Pentágono.
Esta omisión no necesariamente tiene por objetivo implicar que existe algún tipo de riesgo al proporcionarse tales datos, sino que sirve como dispositivo de aprendizaje, o bien, de recordatorio para los propios candidatos, a criterio de que vayan acostumbrándose al principio de 'confidencial' ('Need to Know'; N. del T.: clasificación de documentos a los que solo tienen acceso individuos con permisos especiales). También sirve como introducción sobre la manipulación de información clasificada. Previo a cada sesión informativa, se revisan lineamientos de seguridad, en detalle.
Hasta ahora, jamás se ha registrado preocupación de parte de un funcionario en ejercicio en la Administración, en el sentido de que alguno de los candidatos de los principales partidos haya manipulado de forma incorrecta la inteligencia que reciben. En efecto, tampoco se han conocido filtraciones en el proceso de presentación de tales informes. Ningún candidato ha explotado, de manera intencional o inadvertida, la información clasificada a la que se les ha brindado acceso.
Se ha dicho que tanto Hillary Clinton como Donald Trump recibirán información de inteligencia de parte de equipos, a lo largo de la semana próxima y que, por primera vez, se han conocido preocupaciones en relación a la seguridad. Dado el impresionante sesgo institucional y de parte de los medios de comunicación hacia Donald Trump, gran parte de las especulaciones se ocupan de él, en general poniéndose el foco en su tendencia a hablar de manera implacable en sus frecuentes y extemporáneos stops de campaña. Se teme que, al momento de recibir una sesión de información, su forma de expresarse en público pudiere dar lugar a que se liberen esos datos. Aún el presidente Barack Obama se ha involucrado en el tema, advirtiendo a Trump que 'debe comenzar a actuar como un presidente. Y eso significa demostrar la capacidad de recibir tales informes, y no andar difundiendo su contenido por ahí'.
James Clapper, director de inteligencia nacional, se refirió al tema de los informes clasificados el 28 de julio próximo-pasado, diciendo que no había preocupación alguna, y de que era apropiado dar inicio al proceso, conforme 'ambos candidatos han sido oficialmente involucrados'. Agregó Clapper que los informes son parte de una tradición no-partidista, y que un equipo de analistas se encontraba preparando activamente material idéntico que sería presentado ante Clinton y Trump. Pero los críticos no se mostraron tan seguros, sospechando que Clapper o bien no se comportó con candidez, o bien ignoraba lo que muchos de sus asesores ya anduvieron comentando. El matutino The Washington Post publicó un artículo sobre los informes apenas Clapper se refirió al particular, argumentando que había un disenso considerable, mientras que un oficial de carrera en inteligencia -según se informó- declararía: 'Yo rechazaría' la posibilidad de informar a Trump, basándose en la admiración del candidato por el presidente ruso Vladimir Putin y su aparente desinterés en eventos internacionales. El Post incluso alegó que había una 'notable incomodidad entre numerosos funcionarios del espionaje, con la retórica pro-rusa del hombre de negocios del real estate', agregando que el llamado de Trump a Rusia para 'poner la mira en las cuentas de e-mail de Clinton (...) fue un dato evaluado como particularmente incendiario entre los profesionales de la inteligencia que evalúan a Rusia como un amargo enemigo'.
En un artículo que continuó el debate, el Post citó al ex director de la CIA Michael Hayden, quien especuló sobre el contenido exacto de un informe en Powerpoint que Trump había recibido, declarando que: 'Carece de imaginación. Dada la figura pública [de Trump], parece reflejar una carencia de comprensión y cuidado respecto de temas globales; ¿cómo puede uno preparar este tipo de presentaciones, para aprender cuáles son los niveles reales de su entendimiento?'.
Otro informe publicado en medios hacia el mes de junio pasado, proclamó que ocho funcionarios de carrera en el área de la seguridad -nuevamente, anónimos- se mostraron 'preocupados sobre el acceso de Trump a información clasificada'. Y, aún cuando, en marzo, el ex analista de la CIA Aki Peritz declaró al periódico The Guardian su preocupación de que Trump no puede compartimentar 'sus pensamientos, de su griterío en público'. El analista continuó: 'Tuitea cosas al azar en el Internet; cosas que, a veces, son falsas' y 'le parece bien citar a Benito Mussolini'.
Con todo, otro anónimo funcionario citó la tendencia de Trump a hablar impulsivamente, mezclando aquello que escuchó y leyó por ahí, sin leer ni interponer filtro alguno sobre lo que dice. El ex Director Adjunto de la CIA, John McLaughlin, identificó otro problema. Para McLaughlin, quien cuenta con una experiencia considerable en informar a ex funcionarios tanto de gobiernos estadounidenses como extranjeros, una preocupación de importancia coincide con la escasa inclinación de Trump a procesar información que no se condice con lo que él piensa. De hecho, los informes que inevitablemente deberá oir, muchas veces exhibirán posturas contrarias a las suyas. ¿Aceptará lo que se le informe, o lo ignorará? Si lo ignora -no por razones políticas, sino porque estima que tal información falta a la verdad-, la reunión de información será, mayormente, una pérdida de tiempo.
Y luego está Hillary Clinton, cuyas cuestionables prácticas en lo que hace al cuidado en la manipulación de información clasificada son hoy bien conocidas, habiendo sido criticada por el director del FBI, James Comey, para quien Clinton es 'extremadamente descuidada'. El Washington Post, al tiempo que crucifica a Trump, ha lavado las culpas de Clinton, aceptando su explicación tras la crisis de los servidores de correo electrónico, e incluso llegando a arrojar loas sobre su experiencia: ella, 'a diferencia de Trump (...), ha participado en centenares de sesiones informativas de inteligencia en su carrera'. Hasta cierto punto, ello podría ser cierto, pero algunos observadores no dejan de señalar -con razón- que Hillary Clinton ha demostrado un problema a la hora de proteger información clasificada -mientras que la capacidad de Donald Trump para hacerlo aún es desconocida.
Casi todo lo que se escribe sobre Trump en los medios de comunicación tradicionales sobreviene en la forma de recurrente hostilidad, que emana del establishment de Washington, de tal suerte que los comentarios proporcionados por fuentes anónimas y que suelen mostrarse en canales de comunicación extremadamente poco amigables deberían ser tomados como de quién viene. Muchas de las fuentes nombradas, como ser Michael Hayden, han sido críticos de Trump desde hace mucho tiempo, e importantes beneficiarios del status quo. Por ello, no sorprende que, de súbito, todos ellos se muestren convenientemente preocupados en relación al acceso de Trump a información clasificada. Todo es especulación pero, de todas maneras, resulta útil para pegarle a Trump.
Resulta particularmente interesante el modo en que el Washington Post busca vincular la furia de la comunidad de inteligencia contra Trump, junto a Rusia y Putin -ambos objetivos acostumbrados del periódico, y conveniente carnada para demostrar una supuesta falta de lealtad de parte del candidato del Partido Republicano. Desde finales de la Guerra Fría, rara vez he notado un odio semejante de parte de oficiales de inteligencia activos contra Rusia -calificándola de 'amargo enemigo'. ¿Inventa el Post esta información? Podría ser que sí. Como mínimo, considero que sería justo decir que el Washington Post editorializa severamente aquello que describe como titular, lo cual no es precisamente poco común para un matutino que exhibe una página editorial controlada por neoconservadores que nunca fueron tímidos a la hora de promocionar su agenda anti-Trump y anti-Putin.
Con regularidad, me comunico con un número de colegas que se desempeñaron en agencias de inteligencia, muchos de los cuales no toman a Trump en simpatía y que no lo votarían, pero no detecto en ellos mayor preocupación a la hora de proporcionarle informes clasificados sobre temas internacionales. Casi todo el mundo asume que Trump es un patriota estadounidense, y que protegerá los datos que le sean compartidos. La enemistad contra Trump parece ser generada deliberadamente, proviniendo en general de los medios y de un espectro social locuaz. En efecto, me llega mucho de ese estado de furia de parte de ex colegas en relación al escándalo con los e-mails de Hillary Clinton porque, en su extendida experiencia, ella debió haber procedido mejor -y eligió hacer las reglas a un lado. Muchos de nosotros creemos que ella debería estar en prisión. En cualquier caso, ambos candidatos recibirán sus sesiones informativas, y uno esperaría que una mejor comprensión de algunos desarrollos de importancia mundial le haría bien a ambos -posiblemente, forzándolos a pensar mejor algunas de las políticas mal formuladas que han estado promoviendo recientemente.
Artículo original, en www.theamericanconservative.com/articles/why-the-cia-should-brief-trump | Traducido y republicado con permiso del autor y de The American Conservative magazine (Estados Unidos)
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.