Argentina: el duro aprendizaje del arte del acuerdo
Una vez más, la Argentina parece caer en la lógica del péndulo: transitando de un extremo al otro.
17 de Diciembre de 2016
Una vez más, la Argentina parece caer en la lógica del péndulo: transitando de un extremo al otro. Se suceden los gobiernos, pero el mejor argumento político en el que todos siguen confluyendo es el de la confrontación. El conjunto se esfuerza en generar un adversario único y perverso -peronismo o antiperonismo; kirchnerismo o antikirchnerismo. Aún cuando la realidad política indique otra cosa, ello no interesa: no hay que dejar opciones. A la postre, sólo existen dos grupos: el correcto (o 'bueno', el 'nuestro') y el despreciable (el 'otro'), al que se impone temer y/o demonizar. Naturalmente que no existe espacio ni tolerancia posible para quien no pertenezca o se identifique con el espacio propio. Esta dinámica parece estar acentuándose.
Hace pocos días, el jefe del bloque de diputados del PRO, Nicolás Massot, hacía público su acercamiento hacia los legisladores del Frente para la Victoria (FPV), elogiando a uno de sus integrantes más cuestionados por la ciudadanía, Axel Kicillof, y reconociendo haber trabajado junto al FPV en el parlamento con miras a la elaboración de más de cien leyes. No se agotó en ese reconocimiento el jefe del bloque del PRO, sino que fue más allá y elogió el proyecto de ganancias de Axel Kicillof, al que tildó de 'innovador'. Hasta allí, todo bien: el juego de la democracia, el arte del diálogo y la concertación. Lo contrario a lo que tantas veces hemos criticado de las Administraciones de Néstor y Cristina Kirchner, que hicieron del palacio legislativo una escribanía que solo certificaba sus deseos.
Sin embargo, pocas horas después, aquel escenario se vería modificado radicalmente. El FPV finalmente no acordó con el oficialismo esta vez, sino que lo hizo con el Frente Renovador, el Bloque Justicialista (BJ), el Frente Amplio Progresista (FAP), el Movimiento Evita y Proyecto Sur. A partir de allí, no solamente se dinamitaron los puentes, sino que los elogios se transformaron en ásperas críticas. Tras el acuerdo arribado para la media sanción del proyecto de Ganancias, se oyó al Presidente de la Nación, calificando de demagogos e irresponsables a los legisladores de la oposición, al tiempo que sostuvo haber vivido como una 'pesadilla' la unión de dirigentes del massismo, el justicialismo y el kirchnerismo (que lograron imponer su iniciativa). El jefe de Estado agregó: 'Alguien dijo algo muy elocuente, que había tenido como una pesadilla al ver de golpe imágenes del ex jefe de gabinete de Cristina Kirchner, [Sergio] Massa; del ex ministro de Economía, [Axel] Kicillof; del ex responsable de la Anses, [Diego] Bossio; del ex gobernador de Cristina, Felipe Solá; de la ex ministra de Trabajo, Graciela Camaño; todos hablando sobre el impuesto del cual no se ocuparon durante más de una década'.
De pronto, la oposición era expuesta como si todos sus miembros fueran lo mismo, e integraran un solo y único perverso espacio. Para justificarlo, el Presidente de la Nación recurrió a enunciar 'al pasar' los cargos que muchos de ellos ocuparon durante Administraciones anteriores, cual si ello habilitara a contrastar la realidad actual y a considerar a todos esos integrantes de distintos bloques y partidos políticos como miembros de un frente único opositor por su mero pasado. Si uno siguiera esa línea argumental, la 'pesadilla' podría revivirse, para plantear novedosos interrogantes que recuerden, verbigracia, las extensas caminatas de Alfonso Prat-Gay junto a Victoria Donda y Humberto Tumini (secretario general de Libres del Sur) por las playas bonaerenses, cuando compartieron fórmula bajo la prerrogativa de disputarle el poder al macrismo, en 2015. O también, el paso del actual ministro Prat-Gay por la Presidencia del Banco Central durante los gobiernos de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner. Algo similar podría pontificarse respecto de otros encumbrados dirigentes de la actual gestión, tal el caso de Emilio Monzó, actual presidente de la Cámara de Diputados, quien fuera electo en 2007 como Diputado de la provincia de Buenos Aires por el Frente para la Victoria; ocupó durante su mandato la Comisión de Presupuesto e Impuestos. Y también ministro de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires, con Daniel Scioli gobernador, entre 2008 y 2009. El propio Felipe Solá conformó una alianza electoral junto al actual presidente. O Alberto Abad, quien se desempeñara en el mismo cargo que hoy ocupa durante el período 2002-2008 -nuevamente, en ocasión de gobernar Duhalde y Kirchner.
Luego, estimo que argumentar sobre el pasado carece de sentido -como tampoco lo tiene descalificar en función de dónde estuvieron parados unos y otros antes. ¿Quién puede poner en tela de juicio la idoneidad y la jerarquía de funcionarios de la talla de Alberto Abad, o descalificarlo por haber participado de cargos en otras Administraciones? ¿Bajo qué argumentos podría condenarse el expertise técnico de Prat-Gay por haber integrado su fórmula junto a Victoria Donda? En todo caso, nadie estaría en condiciones de arrojar la primera piedra. Lo que vale para unos, vale igualmente para otros. Unirse, consensuar, acordar, debería ser la meta final de todos. Porque de eso se trata la política.
Un muy buen ejemplo de ello es María Eugenia Vidal; la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires ha sabido transitar el complejo distrito practicando el arte del acuerdo. Por el contrario, el diálogo, el encuentro, parecerían ser la excusa ideal de muchos para desacreditar, para disgregar, para descalificar. No existen en el país sólo dos voces ni dos ideas. Cierto es que existen muchas más, portadoras de matices bien diferenciados. Negar esa realidad y pretender que solamente hay dos grupos, alimenta y profundiza la confrontación -precisamente, este núcleo era la comidilla del 'relato' kirchnerista. La República ha de poner término a la confrontación. Es responsabilidad superior del Presidente de la Nación promover los consensos, y no fogonear el disenso. Si en verdad está en el ADN de Cambiemos el cambio, manos a la obra.
Lo que hoy sucede con la legislación relativa a Ganancias en el Honorable Senado de la Nación es, quizás, la mejor demostración de para qué sirve la política. De cara a posiciones encontradas, con posturas muy distintas según los intereses que afectan a los sectores, se plantean las discusiones, se esgrimen las posiciones, se cede la palabra a los diferentes actores y, al final del día, seguramente se logrará el consenso que contemple y equilibre los distintos reclamos de la sociedad. Este es el motor fundamental de la política; no lo es la demonización permanente. Así lo diría el propio Presidente Mauricio Macri, al momento de asumir el actual mandato: 'Hay que aprender el arte del acuerdo'. Es deseable que este mensaje sea asimilado, evitando que dirigencia y ciudadanía se disocien de él.
Hace al bienestar y al interés de todos los argentinos la celebración del cambio y el fortalecimiento de las instituciones.
* Fotografía: Massa, Massot, Monzó, Diego Bossio -entre otros | Crédito: La Nación
Hace al bienestar y al interés de todos los argentinos la celebración del cambio y el fortalecimiento de las instituciones.
* Fotografía: Massa, Massot, Monzó, Diego Bossio -entre otros | Crédito: La Nación
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@DrRobertoJ
Sobre Roberto Porcel
Es Abogado en la República Argentina, especialista en Derecho Comercial y experto en temas relativos a la falsificación marcaria. Socio en el Estudio Doctores Porcel, fundado en 1921. Los textos del autor en El Ojo Digital pueden consultarse en http://www.elojodigital.com/categoria/tags/roberto-porcel.