ECONOMIA INTERNACIONAL: MACARIO SCHETTINO

México: dólar estadounidense y comercio

México ya no tiene petróleo para compensar las cuentas externas...

12 de Enero de 2017
México ya no tiene petróleo para compensar las cuentas externas. Sí seguimos teniendo remesas (US$ 26 mil millones al año), turismo (US$ 18 mil millones), inversión extranjera directa (entre las dos anteriores). Salen más o menos US$ 26 mil millones para intereses y US$ 4 cuatro mil millones de utilidades de inversiones. De tal suerte que no se percibe un problema mayor en las divisas, si el país logra poner bajo control al déficit petrolero.
 
En esto, la depreciación del peso ayuda, pero mucho menos de lo que uno quisiera. Si el dólar estadounidense es caro, eso equivale a decir que el peso mexicano es barato; de forma que lo que exportamos es mucho más atractivo para los compradores de otras partes del mundo. Por ejemplo, en turismo, en donde exportamos el servicio a los turistas que nos visitan, y que ahora pueden hacerlo por mucho menos dinero. En efecto, existe un impacto interesante en eso.
 
Comercio internacionalAlgo similar ocurre con los productos agropecuarios, que pueden ahora venderse más baratos (en dólares estadounidenses), incluso vendiendo más caro (en pesos mexicanos). Aunque algunos productos no se afectan por el tipo de cambio, ya que su precio se fija internacionalmente, muchos otros sí están aprovechando la depreciación. En los últimos tres años, en los que hemos pasado de 14 a 20 pesos por dólar, las exportaciones de productos agropecuarios crecieron en casi 30 por ciento, mientras que las importaciones se contrajeron en un 10 por ciento. El efecto neto es un notable crecimiento en la balanza comercial agropecuaria. En 2013, registramos un déficit de poco más de mil millones de dólares (en 2012 de más de dos mil). El año pasado  cerrará con más de US$ 3 mil 500 millones a favor.
 
Pero el grueso de nuestro comercio exterior no responde igual al tipo de cambio. Se trata de lo que los expertos llaman comercio intraindustrial, o incluso intrafirma. Es decir, una empresa divide su producción entre México y EE.UU., de forma que el comercio exterior que registra ocurre todo dentro de ella: viene un motor de EE.UU., sale un chasis de México, y todo ello en la misma organización. O en la misma industria: se exportan autos de una marca; se importan de otra. En esos casos, el valor del tipo de cambio no impacta directamente, como sí lo hace en el caso de frutas y verduras, por ejemplo.
 
En el caso del comercio intrafirma e intraindustria, el tipo de cambio sí importa, pero de otra forma. Una empresa que tiene parte de su producción en México, tiene una reducción en su costo de operación de cerca de un tercio en estos tres años. La mayoría de ese efecto, sin embargo, ocurrió en 2016, que fue el año en que la amenaza Trump empezó a notarse. Así, en lugar de aprovechar el menor costo de inmediato, moviendo una mayor parte de su producción a nuestro país, la empresa está esperando a ver qué hará el nuevo presidente. No hay muchos que teman el fin del NAFTA, o incluso un daño severo en ese renglón, pero ya se ha comentado que puede haber un cambio en las reglas fiscales que les eleve el costo de producir en México. Algo así anda amenazando Trump, aunque no todos le tienen miedo, como han mostrado GM y Toyota. Pero es difícil que pueda poner un impuesto suficientemente alto como para frenar inversiones.
 
Sigo pensando que es preciso tener un poco de paciencia en este tema. Preparar coaliciones y respuestas no está mal, pero hay que esperar que muevan primero ellos. Falta poco.

 
Sobre Macario Schettino

Se desempeña como Profesor de la División de Humanidades y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey, en Ciudad de México. Es colaborador editorial y financiero del matutino El Universal. Publica periódicamente en el sitio web del think tank estadounidense The Cato Institute, en español.