Corea del Norte prueba un misil -y a la Administración Trump
Pyongyang lanzó otro misil balístico este próximo-pasado sábado, elevando el nivel de las tensiones...
Pyongyang lanzó otro misil balístico este próximo-pasado sábado, elevando el nivel de las tensiones regionales y buscando ganarse un lugar entre las prioridades de la agenda de política exterior de la Administración Trump.
Los informes preliminares suscriben que el misil voló una distancia aproximada de 300 millas, aunque no queda claro de qué tipo de misil se trató, o si acaso el lanzamiento fue un éxito o un fracaso para Pyongyang. Con todo, no parece tratarse de la prueba inicial de un misil balístico intercontinental que Norcorea ha prometido lanzar, 'en cualquier sitio, y en cualquier momento'.
El pasado año, Corea del Norte condujo dos pruebas nucleares y 24 pruebas de misiles balísticos -en lo que representó su año más prolífico en materia de pruebas. Pyongyang no había probado un misil desde octubre, llevando ello a especulaciones que propugnaban que el régimen no deseaba obsequiarle la ventaja a candidatos conservadores en la que sería la eventual elección presidencial de Corea del Sur, o bien esperaba a que la Administración Trump completara su revisión sobre la política de Washington hacia Norcorea.
En 2009, Corea del Norte llevó a cabo una prueba de un misil de largo alcance y una prueba nuclear, en momentos en que la Administración Obama formulaba su propia política hacia Pyongyang.
En ocasión de mis reuniones en Seúl de esta semana, la totalidad de los funcionarios senior estadounidenses y sus pares en Corea del Sur aguardaban que no tuviera lugar ninguna nueva prueba de Pyongyang, por otros cuántos meses. No está claro aún por qué Pyongyang abandonó su interrupción de las pruebas, ni por qué prefirió hacerlo mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibía en Washington al primer ministro japonés, Shinzo Abe. En cualquier caso, el lanzamiento del vector pondrá en evidencia a aquellos que, tanto en los EE.UU. como en Corea del Sur, defendían la postura de retomar las paralizadas negociaciones para que Norcorea haga a un lado su programa nuclear y de misiles.
La creciente amenaza norcoreana ha agravado las extendidas preocupaciones en relación al desinterés estadounidense, factor que se ha exacerbado a partir de percepciones que versan sobre las capacidades militares disminuídas de las fuerzas armadas estadounidenses, y lo propio con la firmeza exhibida durante la Administración Obama -y lo propio ha sucedido con comentarios compartidos por Trump en su campaña, al respecto de conditcionar la presencia de personal militar estadounidense en Asia.
El periplo del Secretario de Defensa, James Mattis, a Seúl y Tokio durante la pasada semana, contribuyó a morigerar mucha de esa preocupación, aunque un funcionario de carrera en Corea del Sur expresó: 'La preocupación se ha ido, pero la ansiedad permanece'. En meses recientes, se han potenciado los temores de Corea del Sur de cara a un eventual desacople de la alianza con los Estados Unidos, en la que las autoridades estadounidenses, según se opina, 'no cambiarán Los Angeles por Seúl', una vez que Norcorea demuestre una capacidad sin ambages para amenazar al territorio continental de Estados Unidos con un misiles balísticos intercontinentales.
Todo lo cual ha conducido a una mayor defensa, en Corea del Sur, de una miríada de opciones militares, incluyendo la reintroducción de armas nucleares tácticas estadounidenses que fueran retiradas en los años noventa, el desarrollo de un programa nuclear doméstico para Corea del Sur, y la alternativa de respaldarse en estrategias preventivas de carácter extensivo. La Administración Trump debería aprovechar el momentum favorable que ha generado su reciente afirmación frente a su 'compromiso de hierro' para defender a Corea del Sur y al Japón, en muy cercana coordinación de cualquier respuesta aliada.
El lanzamiento de referencia representa, asimismo, otra violación de las Resoluciones de Naciones Unidas, las cuales prohibieron cualquier lanzamiento de vectores de parte de Corea del Norte que emplease tecnología misilística, en tanto los aliados habrán de presionar a Pekín para implementar mayores restricciones sobre las actividades financieras de Norcorea -más precisamente, contra sus exportaciones de carbón a China. Dada la declarada lentitud de los chinos a la hora de implementar las sanciones exigidas desde la serie de Resoluciones de Naciones Unidas, la Administración Trump debería ir más allá del tímido incrementalismo exhibido por la Administración Obama, y podría hacerlo reforzando con vigor las leyes de EE.UU. contra las transgresiones norcoreanas.
Mientras que el ex presidente Barack Obama puso en práctica un buen trabajo en materia de sanciones, su Administración sancionó a un número limitado de entidades, mientras que dejó libre de alcance a otras -hasta tanto tuviese lugar la siguiente provocación de Corea del Norte. Las sanciones más significativas de Obama versus el régimen norcoreano fueron, durante el año pasado, resultado de los requisitos contenidos en el Acta de Optimización de Política Exterior y Sanciones contra Corea del Norte (del congreso de EE.UU.).
La Administración Trump habrá de utilizar un amplio alcance de autoridad -ya tipificada en la legislación existente y en órdenes ejecutivas- para imponer medidas financieras especialmente diseñadas contra una serie más abarcativa de entidades norcoreanas. Igualmente importante, Estados Unidos deberá abandonar su política de no extender tales sanciones contra entidades del gobierno de la República Popular China, pues éstas asisten al desarrollo de los programas nucleares y de misiles de Corea del Norte. Asimismo, Washington debería consultar con Seúl, a los efectos de acelerar el despliegue planificado del sistema THAAD (Terminal High Altitude Area Defense), para defender el espacio aéreo de Corea del Sur.
Ambos gobiernos han acordado desplegar el sistema, pero su fecha no se ha determinado, hasta llegar el final del año en curso. El hecho de que Corea del Norte haya retomado sus pruebas misilísticas certifica la necesidad de optimizar las defensas de los aliados. Estados Unidos y Corea del Sur habrán de continuar los ejercicios militares conjuntos Key Resolve y Foal Eagle, que darán comienzo a inicios de marzo próximo. Washington deberá respaldar la seguridad de sus aliados desplegando activos militares estratégicos de origen estadounidense, como ser aviones B-52 y bombarderos estratégicvos B-2, así como también aeronaves de capacidad dual y navíos nucleares.
No obstante, los aliados también deberán bajar el tono de los mensajes públicos que en su momento cifraron 'ataques de decapitación' y ataques preventivos; semejante lenguaje contribuye a desestabilizar y podría llevar a algunas de las partes a malinterpretar las intenciones del otro, alimentando las tensiones y multiplicando el riesgo de errores de cálculo.
Responder a la creciente amenaza nuclear y misilística norcoreana es una suerte de versión militar del juego 'Whack-a-Mole'. A diferencia del juego, sin embargo, en el mundo real existe el serio peligro de que el juego responda contra el jugador.
Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2017/02/12/north-korea-tests-a-missile-and-donald-trump/