Sobre las críticas de los medios contra Trump a partir de la 'guerra de los botones'
El dictador norcoreano Kim Jong Un y el presidente estadounidense Donald Trump...
El dictador norcoreano Kim Jong Un y el presidente estadounidense Donald Trump afirman contar con enormes botones nucleares. Pero, ¿a quién le importa? A nosotros, no debería preocuparnos.
En su discurso de Año Nuevo, el 'Hombre Cohete' [N. del T.: tal la denominación de Trump para referirse a Kim Jong Un] anunció tener un 'botón rojo' sobre su escritorio, y que estaba listo para usarlo. Trump replicó en la red social Twitter, afirmando que su botón era bastante más grande. En sí mismos, los tweets no ameritan los histriónicos informes de prensa que siguieron.
En primer lugar, Trump no cuenta con un botón nuclear en su escritorio. Con toda probabilidad, Kim tampoco lo tenga. En ambos casos, la liberación y posterior empleo de armas nucleares en nada tiene relación con Twitter, ni con lo que sugieren muchos medios de comunicación. Nos acercamos al aniversario del estreno de la película 'Dr. Strangelove', de Stanley Kubrick. Quizás los periodistas la hayan visto demasiadas veces.
En segundo orden, sabemos que Kim cuenta con capacidad nuclear. Como también es sabido que el arsenal nuclear con que cuenta en la actualidad no es capaz de hacer lo que él afirma en sus discursos. Y esto no es novedad. Tercero: la amenaza de Kim es intrínsecamente defensiva. El ha dicho que empleará sus armas nucleares -si es atacado. Y esa tampoco es una política novedosa. Más aún: la probabilidad de acciones militares preventivas de parte de Estados Unidos se aproxima bastante a cero.
Cuarto: Estados Unidos cuenta con un arsenal nuclear varias veces superior al de Corea del Norte. Y esto tampoco es novedad. La Administración ha expresado con frecuencia, al respecto de ilustrar sobre su política retaliatoria, que si Corea del Norte disparara un arma nuclear contra suelo estadounidense o contra aliados de Washington, EE.UU. dispararía en respuesta. No hay novedad aquí tampoco. De tal suerte que, más allá de las coloridas metáforas, ¿qué hay de nuevo aquí? Pues, nada.
Los críticos promocionan que la retórica podría conducir a errores de cálculo, y a una guerra. La evidencia con la que cuentan para afirmar esto es, también, cercana a cero. Corea del Noret se ha embarcado en una retórica agresiva por décadas. Prácticamente no hay correlación alguna entre lo que se grita y lo que se hace en la realidad. De igual manera, Trump le ha respondido a Kim, a través de las redes sociales. No existen evidencias de que la retórica per se, haya potenciado las tensiones.
La probabilidad de una guerra se vuelve en extremo remota. Corea del Sur, en rigor, acaba de anunciar que Corea del Norte ha reinaugurado la línea de comunicación en la zona desmilitarizada. Lo que ha incrementado las tensiones es la recurrente demostración, de parte de Corea del Norte, de que está ampliando sus capacidades nucleares. Estados Unidos precisa de una estrategia sólida y coherente para lidiar con esa cuestión, trabajando en conjunto con el Japón y con Corea del Sur.
Y esto es todo lo que interesa -la retórica bélica no tiene importancia. Los Chicken Little en los medios han dado inicio al nuevo año 2018 tal como finalizaron el 2017, esto es, poniendo obsesivamente su foco en la retórica de las palabras, pero sin considerar los intereses reales ni las políticas de los actores involucrados. Aquí puede explicarse lo lamentable de los antecedentes de aquellos periodistas y analistas que se han enfocado exclusivamente en los tweets de Trump, o en sus comentarios marginales y discursos de campaña o expresiones privadas (la gran mayoría de las cuales son poco confiables, desde la fuente).
Estados Unidos no ha abandonado a la OTAN. Trump no ha entregado Europa al presidente ruso Vladimir Putin. El no ha abandonado a Taiwan. Y tampoco ha hecho ninguna de las cosas que algunos dijeron que haría -nuevamente, solo tras respaldarse en la retórica presidencial o análisis fallidos. Por supuesto que las palabras interesan. Pero, en lo que hace a estadismo, la retórica solo importa si se pondera el contexto de la acción.
Podría ser comprensible que algunos que se han obsesionado con los tweets de un año atrás, cuando la Administración había diseñado pocas políticas de Estado aún. La Administración cuenta con un sinnúmero de procedimientos en sus libros, incluyendo la estrategia de seguridad nacional actual. De igual manera, la Administración también lleva ya un año ejercitando política exterior, la cual hasta el momento se observa como bastante más convencional que la empleada por los anteriores dos presidentes del país. ¿Cuál es la excusa hoy para remitirse permanentemente a cada tweet sobre temas nucleares?
Opinadores y periodistas eligen distraerse con Twitter, pero esto no significa que el público deba hacer lo mismo. Nuestras promesas de cara a 2018 deberían apuntar a ser más razonables. Usted perfectamente puede odiar al presidente estadounidense, como a sus tweets.
Pero, si Usted se propone analizar cuáles son las políticas reales de los Estados Unidos de América, como mínimo, corresponde echar mano de un criterio racional.
Artículo original, en inglés, en http://dailysignal.com/2018/01/03/media-vexing-trumps-nuclear-button-wars-ignore/
Poseedor de master y doctorado en la Universidad de Georgetown, Carafano es un reconocido experto en temáticas de seguridad nacional y desafíos en política exterior. Es vicepresidente de Estudios en Políticas de Defensa y de Política Exterior en la Fundación Heritage, y Director del Instituto Kathryn y Shelby Cullom Davis de Estudios Internacionales. Es también historiador e investigador; su publicación más reciente es "Wiki at War: Conflict in a Socially Networked World" ('Wiki en Guerra: el Conflicto en un Mundo Socialmente Interconectado', 2012), obra que examina el impacto revolucionario del Internet en la seguridad nacional. Es Teniente Coronel del Ejército de los Estados Unidos. Recientemente, se ha desempeñado -asesorando en temas sobre los cuales es experto- en el equipo de transición del presidente estadounidense Donald Trump.