El círculo vicioso de El Salvador
El regreso de quienes habían estado amparados en el TPS...
09 de Febrero de 2018
El regreso de quienes habían estado amparados en el TPS, que pueden sumar casi 200 a mil personas, representa un reto enorme para el país, tan grande que podría convertirse en la crisis más grande que ha sufrido la economía salvadoreña en su historia. La cifra representa el 3,1 % de su población. Si esto le sucediera a los Estados Unidos, debería absorber 9 millones de habitantes en dieciocho meses.
De acuerdo con cifras del Bureau of Labor Statistics de Estados Unidos (USDL-18-0024), el total de empleos civiles en ese país aumentó en 1,8 millones de puestos de trabajo (de 152,2 a 154,0 millones) de diciembre de 2016 a diciembre de 2017. Esto significa que, para poder generar empleos en número suficiente para absorber los 9 millones, EE.UU. se tardaría 5 años con 2 meses, suponiendo que nadie más necesitara trabajo en el proceso. Y esa es una economía sana creciendo fuertemente. En El Salvador, el tiempo de absorción sería mucho más largo, si es que si se pudiera realizar, ya que la demanda interna caería por la falta de las remesas que los que van a venir ya no enviarían —lo cual conduciría a pérdida en puestos de trabajo que podrían anular el crecimiento normal de los empleos.
Es obvio que corresponde acelerar drásticamente la inversión privada en el país, utilizando el talento empresarial que existe ya en El Salvador y el de quienes provengan deportados de EE.UU. La capacidad de invertir de los que vengan no debe ser sobreestimada, sin embargo. Han vivido toda su vida en EE.UU. y tendrán mucha dificultad para adaptarse a la vida aquí, por diferencias en el ambiente y por las diferencias en ingresos. Todo lo que es fácil en EE.UU. (invertir, armar una empresa) es difícil en El Salvador, y todo lo que es celebrado en EE.UU. (la inversión, crear puestos de trabajo) es visto con envidia y agresividad aquí por el gobierno y su partido.
Más aún, son muy pocos los empresarios entre ellos, y son muy pocos también quienes cuentan con estudios avanzados. Una buena parte del resto han trabajado en servicios de bajo valor agregado (como construcción, limpieza de edificios, jardinería), que en El Salvador pagan salarios muchísimo menores que en EE.UU. La mayor parte de la inversión tendrá, entonces, que provenir de los salvadoreños que residan en el propio país.
El problema es que, si acaso existe algo que está a bajísimos niveles en El Salvador, pues eso es la inversión, por tres razones fundamentales. Una es que no hay nada que desestimule más a la inversión que la amenaza de que el objetivo último del partido de gobierno -esto es, confiscar las empresas privadas, una amenaza que el FMLN ha hecho varias veces, y que incluyó oficialmente en el documento que emitió en su convención realizada hace un par de años. Esto limita enormemente las inversiones en el país. Ni los empresarios de aquí ni los de allá querrán poner un pie en El Salvador, ante ese escenario.
La segunda razón por la que la inversión no crece en el país es que el exceso de burocracia aumenta considerablemente los gastos de las empresas, reduciendo aun más el número y la naturaleza de las empresas que pueden ser rentables y sujetas de inversión. El tercer problema es la violencia y el dominio que ejercen las maras en gran parte del país, no solo con asesinatos sino con cobros por operar e ingresar a poblaciones y barrios.
Estos problemas demuestran que el obstáculo más grande para el desarrollo del país no es económico, sino político, ya que una parte minoritaria pero substancial de la población apoya ideas y políticas que detienen la inversión y obstruyen el desarrollo económico del país. La falta de ese desarrollo convence más a esta minoría de que hay que destruir a los sectores que podrían desarrollar al país si solo dejaran de amenazarlo y atacarlo, en un fatal círculo vicioso que ha impedido el desarrollo por cinco décadas, desde que el FMLN comenzó su ataque contra la empresa privada.
Aquellos que no desean que El Salvador tome el rumbo de Cuba y Venezuela son muchos más pero, por tonterías, no logran unificarse. Este es el problema del país.
Aquellos que no desean que El Salvador tome el rumbo de Cuba y Venezuela son muchos más pero, por tonterías, no logran unificarse. Este es el problema del país.
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@ElCatoEnCorto
Sobre Manuel Hinds
Economista y consultor económico, Hinds se desempeñó como Ministro de Hacienda de El Salvador entre 1994 y 1999. Se le considera el padre de la dolarización, tras haber propuesto la idea en su país. Es autor de Playing Monopoly with the Devil: Dollarization and Domestic Currencies in Developing Countries (publicado por Yale University Press en 2006) y co-autor con Benn Steil de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009). Hinds también es columnista de El Diario de Hoy de El Salvador. En 2010, obtuvo el Premio Hayek del Manhattan Institute.