Mirar más allá de la propaganda olímpica: Corea del Norte es un Estado carcelario
Millones de personas en todo el globo sintonizaron sus aparatos de televisión el próximo-pasado 8 de febrero, para ver la edición 2018...
Millones de personas en todo el globo sintonizaron sus aparatos de televisión el próximo-pasado 8 de febrero, para ver la edición 2018 de los Juegos Olímpicos de Invierno en sus pantallas. Los Juegos se llevan a cabo en la localidad de Pyeongchang, Corea del Sur en una región montañosa y de carácter rural, 170 kilómetros aproximadamente al este de Seúl. Conforme el mundo giraba sus ojos hacia la Península de Corea, asistió como testigo a la unificación -bajo una bandera- de ambas Coreas, al presentarse la ceremonia inaugural.
La exhibición -de carácter simbólico- de unidad de ambas naciones ya ha motorizado expresiones pacifistas y de buena voluntad en la península. Sin embargo, la irónica realidad es que apenas 300 kilómetros al norte de Pyeongchang, se localiza la Ciudad-prisión norcoreana de Sariwon, una de las treinta prisiones destinadas a prisioneros políticos en Corea del Norte. En 2017, la crisis norcoreana consignó el problema humanitario con menor atención e informes a nivel mundial. Con un estimado de entre 80 mil y 120 mil prisioneros políticos norcoreanos, la crisis en ese país exige la atención mundial. Las personas allí detenidas son sujetas a condiciones de vida inhumanas y a diario son sujetos de tortura, hambruna y ejecuciones.
El etiquetado de tales 'campos de prisioneros políticos' es groseramente errado. En esencia, se trata de campos de la muerte, allí donde los coreanos del norte son enviados por violaciones tales como ser críticos del régimen de Kim Jong Un, o por practicar el cristianismo.
En su discurso del Estado de la Unión del próximo-pasado 30 de enero, el presidente estadounidense Donald Trump condenó las recientes amenazas norcoreanas referidas al eventual empleo de un ataque nuclear pero, asimismo, el mandatario norteamericano puso el foco en las atrocidades cometidas por el régimen de Pyongyang. Trump se refirió a la personalidad del régimen norcoreano como una amenaza contra los Estados Unidos de América y sus aliados, y dijo que él no repetiría los errores de sus antecesores, que han lidiado con complacencia con Pyongyang. Donald Trump puso fin a su discurso sobre Corea del Norte revelando el mayor temor de ese régimen: la verdad.
Será hora de que el Congreso de los Estados Unidos de América y que los medios de comunicación del mundo tomen nota del liderazgo planteado por Trump. Tomándose en consideración las recientes imágenes satelitales que detallan mejoras edilicias en los campos de concentración norcoreanos, la realidad es que esta crisis humanitaria no está diluyéndose. Legislación aprobada en los EE.UU., como es el caso del proyecto S. 1118, Acta de Reautorización sobre Derechos Humanos en Corea del Norte de 2017, la cual proporciona subisdios con los cuales distribuir los materiales necesarios para que los coreanos del norte accedan a información proveniente del exterior de su país, es un paso en la dirección correcta. De igual manera, Estados Unidos puede potenciar la consciencia sobre este problema, informando de manera coherente y periódica sobre el estado de los campos de concentración en Corea del Norte, verificándose su horrenda realidad.
Los millones de personas en todo el mundo que miran hoy los Juegos Olímpicos de Invierno han visto un ejercicio de Corea reunificada. Pero los juegos llegarán a su fin el 25 de febrero, y lo aconsejable coincidirá con posar la mirada más allá de los disfraces, para tomar nota de la verdad. Corea del Norte es un régimen responsable por una de las más deleznables catástrofes humanitarias al día de la fecha.
Artículo original, en inglés, en http://dailysignal.com/2018/02/20/look-beyond-olympic-facade-real-face-north-korea-prison-state/
Es asistente en investigación en el Centro de Estudios Asiáticos en la Fundación Heritage, Washington, D.C. Sus artículos se publican en el sitio web The Daily Signal (Estados Unidos).