INTERNACIONALES : ROBIN SIMCOX

El liderazgo de Angela Merkel, amenazado por la inmigración y la política de fronteras abiertas

Diana Feldman recibió un mensaje de texto poco usual desde el teléfono de su hija Susanna, de catorce años...

17 de Junio de 2018

Diana Feldman recibió un mensaje de texto poco usual desde el teléfono móvil de su hija Susanna, de catorce años, hacia fines del mes pasado. Escrito en un alemán pobre, el mensaje decía que ella regresaría a casa en pocas semanas, y que su madre no debía intentar localizarla.

Pero el mensaje no fue escrito por Susanna. Recientemente, ella había sido violada y estrangulada, siendo su cuerpo arrojado en cercanía de las vías del ferrocarril en la ciudad germana de Wiesbaden, al oeste del país.

Angela MerkelCasi tres días antes, la Canciller alemana Angela Merkel debía hacer frente a una crisis. Millones de personas estaban abandonando las catástrofes humanitarias en Irak y Siria para dirigirse a Europa, y el enorme flujo de individuos estaba ejerciendo una presión insostenible sobre los puertos de arribo en Grecia, y amenazando la integridad territorial de las naciones de los Balcanes. Merkel respondió abriendo las fronteras de Alemania, permitiendo a posteriori que un mix de genuinos buscadores de asilo y migrantes económicos ingresaran a territorio germano.

Uno de los beneficiarios del sistema propuesto por Merkel fue el asesino de Susanna Feldman. Ali Bashar, un kurdo-iraquí de veinte años de edad, ingresó a Alemania en octubre de 2015 en compañía de sus padres, y se convirtió en un problema desde el inicio. De acuerdo a la cadena británica BBC, Bashar fue vinculado a un robo, a posesión ilegal de armas y a un ataque sexual en perjuicio de un niña de once años en el santuario para refugiados donde residía (y donde comerciaba drogas). El pedido de asilo de Bashar fue rechazado hacia fines de 2016, pero le fue permitido permanecer en el país mientras la decisión era apelada.

Dieciocho meses más tarde, cuando decidió quitarle la vida a la joven Susanna, aún no se había tomado decisión alguna sobre su solicitud. Días después de cometido el crimen, Bashar y otros siete miembors de su familia retornaron a Irak. Sin embargo, fue rastreado por las autoridades kurdas, y extraditado a Alemania. Desde ese entonces, Bashar ha admitido haber asesinado a Susanna. Se trata de un caso trágico, pero no aislado.

Hussein Khavari arribó a suelo europeo en enero de 2013. Arrojó a una mujer por un precipicio el siguiente verano en Corfu, Grecia, para ser condenado a diez años de prisión, en febrero de 2014, por intento de homicidio. Sin embargo, terminaría siendo liberado tras transcurrir apenas dieciocho meses, como parte de una amnistía gubernamental tendiente a reducir la tensión de su sistema carcelario, ya saturado. Khavari se trasladó hacia Alemania, donde arribó en noviembre de 2015, y solicitó asilo al llegar el mes de febrero. Afirmó contar con diecisiete años de edad y haber nacido en Afganistán, declarando que su padre había sido ultimado tras combatir a las fuerzas del Talibán. En octubre de 2016, Khavari violó y estranguló a Maria Ladenburger, una estudiante alemana de diecinueve años de edad, emn la ciudad de Freiburg, al sudoeste de Alemania. Khavari abandonó a su víctima, que aún respiraba, para que se ahogase en un río cercano, tras atacarla. A la postre, fue sentenciado a cadena perpetua. Al celebrarse su juicio, surgió que antes que ser un joven huérfano de diecisiete años, Khavari era, en realidad, iraní. Su padre se encontraba vivo, residiendo en territorio iraní. El pedido de asilo de Khavari tampoco había retornado una decisión, para el momento en que Ladenburger fue asesinada.

Otro caso registrado en el sudoeste de Alemania, en esta oportunidad, en la localidad de Kandel, tuvo a Mia Valentin -joven germana de quince años- como víctima de apuñalamiento hasta la muerte, por su ex novio -ello tuvo lugar en diciembre pasado. El homicida, Abdul D., llegó a Alemania procedente de Afganistán en abril de 2016, afirmando entonces contar con catorce años de edad. En realidad, cuenta hoy con veinte.

Los relatos de referencia -que sobrevienen tras registrarse el ataque sexual masivo contra más de mil mujeres germanas en Alemania, en la Nochebuena de 2015 -comportan una miríada de consecuencias. Una de ellas es de índole política. Las preocupaciones frente a la inmigración podrían conducir al colapso del gobierno de coalición de Angela Merkel. El ministro de Interior alemán, Horst Seehofer, se propone comenzar a devolver a su sitio de origen a refugiados que hayan arribado al país a través de otra nación de Europa, previo a ingresar a Alemania. Merkel se rehúsa, preocupada por los efectos que semejante decisión tendría en la construcción de una política coherente para los refugiados en la UE. La coalición se muestra fraccionada y, si no puede alcanzarse un acuerdo, un voto de confianza sobre Merkel -y, por ende, nuevos comicios- podría tornarse inminente. 

Otra consecuencia tiene vinculación directa con la seguridad. Un estudio reciente ha demostrado que los crímenes violentos se han incrementado en más del diez por ciento en 2015 y en 2016. El 90% de ese incremento se correspondió con delitos perpetrados por refugiados de sexo masculino. De igual manera, el agudo incremento en episodios de terrorismo islamista en Alemania no ha provenido de ciudadanos alemanes radicalizados, sino de recién llegados que solicitan asilo. Mientras que algunos complots son detectados y repelidos, aquellos que tuvieron lugar en WurzburgAnsbachBerlín, y Hamburg no hallaron resistencia.

En este contexto, numerosos ciudadanos alemanes se han volcado hacia un partido extremista y compuesto por outsiders, que propuso una plataforma desde la cual emprenderla contra la inmigración. El espectro Alternativa por Alemania se hizo de seis millones de votos (un 13%) en los comicios de septiembre de 2017 y ahora se ha transformado en el tercer partido político en importancia en el país. La razón no tiene que ver con que Alemania cuente con una población oculta de ciudadanos racistas; antes bien, lo cierto es que Merkel ha cometido un error de proporciones épicas. En efecto, Alemania recibió a muchas personas en calidad de refugiados. Pero nunca supo quiénes eran realmente y, ahora mismo, las autoridades desconocen qué tipo de individuos residente en el país. Berlín se permitió confiar en exceso en los relatos personales inscriptos en las solicitudes de asilo -y la Asociación Médica Alemana continúa pidiendo que no se revisen las edades reales de los solicitantes. En el ínterin, Alemania no está deportando cuotas suficientes de aquellos que no tienen el derecho de permanecer en el país, y tampoco toma decisiones sobre los procesos de apelación de las solicitudes (como para resolverlas más rápidamente).

Si el problema fuera estrictamente alemán, pues entonces quizás fuese más sencillo de contener. Pero la misma problemática se ha extendido a Suecia, que debe lidiar ahora mismo con un incremento de magnitud en la cantidad de delitos cometidos en regiones con alta concentración de inmigrantes. Un estudio reciente en Suecia registró que más del 75% (como mínimo) de aquellos que afirman ser niños eran, en rigor, adultos. Austria, Italia y otras naciones europeas están haciendo frente a desafíos similares. Una aproximación responsable atendería a las preocupaciones y reparos de los ciudadanos, articulando políticas de Estado que resuelvan esos problemas.

El deseo de Merkel con miras a consolidar una solución liderada por la Unión Europea demuestra la falta de esperanzas y resultados del actual enfoque. La falta de respuesta al impulso democrático de la UE es un tema ya bien conocido. Mientras tanto, las cifras continúan creciendo. Un aproximado de diez mil nuevos solicitantes de asilo llegan a Alemania cada mes. El gobierno aspira a integrarlos, pero no tiene una idea cabal de cuándo sucederá eso -y la crisis continúa acentuándose.


Artículo original, en inglés, en éste link


 

Sobre Robin Simcox

Simcox es analista en el think tank estadounidense The Heritage Foundation (Washington, D.C., EE.UU.). Publica sus artículos (en inglés) en The Daily Signal.