El Salvador: Mara Salvatrucha (MS-13), una amenaza a la legitimidad del gobierno
En un reciente estudio de opinión, un universo de ciudadanos residentes de la nación centroamericana de El Salvador...
En un reciente estudio de opinión, un universo de ciudadanos residentes de la nación centroamericana de El Salvador fueron consultados, con eje en la pregunta: '¿Quién está a cargo de su país?'. Un 42% respondió inclinándose por las pandillas organizadas (conocidas como 'maras'), mientras que apenas un 12% respondió que era el gobierno el que se hallaba en control. Los resultados explicitan un problema de magnitud para El Salvador, esto es, la falta de confianza del público en sus instituciones amenaza con desmantelar la democracia y la estabilidad del país.
Así, por ejemplo, la organización Mara Salvatrucha (MS-13, en la denominación estadounidense) se impone como una fuerza dominante en los asuntos salvadoreños. Fuera de los Estados Unidos de América, la mayor presencia de MS-13 se da en América Central, particularmente en las naciones del Triángulo Norte, compuesto por El Salvador, Guatemala y Honduras. MS-13 ha mutado en una fuerza de notable poderío, capaz de ejercer coerción en los gobiernos centroamericanos. Cítese como ejemplo el año 2012, cuando el gobierno salvadoreño fue forzado a firmar una tregua con MS-13, en un esfuerzo tendiente a reducir la elevadísima tasa de homicidios. Aún cuando la tregua logró reducirlos en los hechos, el acuerdo fue considerado por la ciudadanía como en extremo impopular. La extorsión y la actividad criminal asociada continuaron situándose en altos índices, casi sin registrarse oposición ni resistencia de parte del gobierno.
Cuando el actual presidente, Salvador Sánchez Cerén [foto: Telam.com.ar], revirtió la tregua de 2012 e implementó una política de 'mano dura' contra MS-13 en 2014, la pandilla replicó arrojando cadáveres en las calles. La tasa de homicidios volvió a dispararse y, en 2015, El Salvador se anotó la más elevada tasa de asesinatos en todo el planeta. MS-13 se respalda principalmente en la extorsión como principal fuente de ingresos, pero también se conoce de su involucramiento en el tráfico de drogas y de personas, lavado de dinero, secuestros, y robos de alto nivel. La creciente influencia de MS-13 en El Salvador ha conducido a modificaciones en el curso del comportamiento del gobierno.
Las debilidades inherentes del país en lo que respecta a capacidad para ofrecer servicios sociales a sus ciudadanos, ha allanado el camino para que las organizaciones criminales dieran un paso al frente y asumieran funciones estatales. En años recientes, MS-13 ha lanzado programas de menor alcance, alimentando a niños pequeños y ofreciendo seguridad en vecindarios. En un aspecto bizarro, ha de consignarse que el mismo grupo que ha aterrorizado a los salvadoreños termina ofreciendo servicios de este tipo. En la práctica, esta modificación comportamental ha comprometido la autoridad del gobierno de El Salvador. El Indice de Estados en Situación de Fragilidad monitoreó la percepción pública sobre la legitimidad del Estado. El Salvador ha visto su peor hora en 2015, y los índices de autoridad percibida se han derrumbado desde entonces.
En 2017, el puntaje de percepción de corrupción de Transparency International para El Salvador exhibió un retroceso de seis puntos respecto de 2014, explicitando un incremento en la percepción de corrupción. Más aún, El Salvador calificó con 33 unidades sobre 100 en lo que hace a niveles percibidos de corrupción gubernamental. En el Indice de Libertad Económica (desarrollado por el think tank estadounidense Heritage Foundation), el gobierno salvadoreño registró una caída, desde el 39% anotado en 2016, a un 25.2% en 2018 -clara confirmación sobre la existencia de un problema de importancia.
La mejora de la situación demandará esfuerzos de largo plazo para el gobierno de El Salvador. Gran parte del trabajo, sin embargo, quedará en manos de la próxima Administración, la cual habrá de asumir tras los comicios de 2019. Entre las principales responsabilidades, estarán la necesidad de interponer un vigoroso combate contra la expansión de MS-13, y un monumental esfuerzo de preservación de la legitimidad del gobierno. Cualquier fracaso a la hora de crear nuevas oportunidades económicas y de incrementar los esfuerzos de seguridad, podría rematar en el derrumbe de la escasa autoridad que le queda al gobierno salvadoreño.
Artículo original, en inglés, en éste link
Es Investigadora Asociada sobre Asuntos Hemisféricos y Latinoamérica en la Fundación Heritage, Washington, D.C. Más puntualmente, se desempeña en el Centro Douglas y Sarah Alison para Políticas de Seguridad Nacional y Exterior -división del Instituto Shelby Cullom Davis para Estudios Internacionales.