Nicolás Maduro, acorralado
El dictador venezolano Nicolás Maduro, atrapado en su fatal circunstancia, insiste en enquistarse...
01 de Febrero de 2019
El dictador venezolano Nicolás Maduro, atrapado en su fatal circunstancia, insiste en enquistarse en el palacio de Miraflores. Y su energía parece desvanecerse en su propia ridiculez, dado que el sátrapa poco a poco acelera su desmoronamiento. Se asiste hoy a individuo delirante, que no sabe lo que dice, que se comporta abiertamente como un potencial esquizofrénico, sumido en la absoluta desolación que emerge de sus propios miedos.
Se observa, entonces, el modo en que el pavor invade a un dictador al que presionan sin misericordia. Y así es, porque el pueblo lo encara con ahínco, lo enfrenta con gallardía, y no duda en salir a marchar a las calles para manifestarle su categórico repudio. Con ello, se concluye que la cobardía de Maduro Moros es proverbial, confoem el sujeto exhibe verificables rasgos de agorafobia -entendida como la sensación anormal de angustia ante los espacios abiertos y, particularmente, en calles y plazas amplias. Nicolás Maduro se muestra perplejo, debido a su pánico.
Maduro ya no sale; por estas horas, se mantiene más custodiado que nunca; gaguea en la más mínima expresión, mientras que su mirada está perdida en los anaqueles de la desgracia. Y no es para menos.
De lo que se trata, sin más, es de un narcopresidente abatido, preocupado, abandonado; hecho añicos. Sus aliados China y Rusia son hipócritas. Solo se movilizan en torno de bien definidos intereses geopolíticos, los cuales devendrán en ineficaces gracias al desprecio que padece dicho régimen en la región. Frente a la República Popular China, Maduro está empeñado. Y con la Federación Rusa, no goza siquiera de ínfima credibilidad. Allí solo se registra una relación que reposa en la más pura conveniencia. El problema es que, para sus aliados, ahora sí se convertirá en un grave problema. Factor que los empujará a desterrarlo.
Se observa, entonces, el modo en que el pavor invade a un dictador al que presionan sin misericordia. Y así es, porque el pueblo lo encara con ahínco, lo enfrenta con gallardía, y no duda en salir a marchar a las calles para manifestarle su categórico repudio. Con ello, se concluye que la cobardía de Maduro Moros es proverbial, confoem el sujeto exhibe verificables rasgos de agorafobia -entendida como la sensación anormal de angustia ante los espacios abiertos y, particularmente, en calles y plazas amplias. Nicolás Maduro se muestra perplejo, debido a su pánico.
Maduro ya no sale; por estas horas, se mantiene más custodiado que nunca; gaguea en la más mínima expresión, mientras que su mirada está perdida en los anaqueles de la desgracia. Y no es para menos.
De lo que se trata, sin más, es de un narcopresidente abatido, preocupado, abandonado; hecho añicos. Sus aliados China y Rusia son hipócritas. Solo se movilizan en torno de bien definidos intereses geopolíticos, los cuales devendrán en ineficaces gracias al desprecio que padece dicho régimen en la región. Frente a la República Popular China, Maduro está empeñado. Y con la Federación Rusa, no goza siquiera de ínfima credibilidad. Allí solo se registra una relación que reposa en la más pura conveniencia. El problema es que, para sus aliados, ahora sí se convertirá en un grave problema. Factor que los empujará a desterrarlo.
Más temprano que tarde, Vladimir Putin y Xi Jinping le darán la espalda. Y así será, en vistas de que ni las más grandes potencias cuentan con la capacidad necesaria como para contener a un pueblo enardecido, que se ha agotado de la opresión de un nefando régimen totalitario-socialista. Conforme en su oportunidad lo explicitara el notable primer ministro de la Gran Bretaña, Winston Churchill: 'El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria'.
Tal cual así lo hemos comprobado: actualmente, la República Bolivariana de Venezuela padece el mayor endeudamiento per cápita de la historia (cuando supo ser la nación más rica de la América Latina), con una deuda externa insostenible que supera los US$ 155 mil millones. Adicionalmente, su economía nada produce; su sistema agrario se exhibe en un cénit de desabastecimiento, no exporta ni comercializa productos agrícolas. La petrolera estatal PDVSA pasó de producir 3.5 millones de barriles de crudo diarios a una módica cifra de 800 mil. Por si ello fuese poco, las autoridades del país no han completado una sola obra pública en años, verbigracia, ni siquiera una vía 4G, ni una central hidroeléctrica, ni un puerto de desarrollo. Nada, en lo absoluto.
No obstante, y para la fortuna de muchos, la nación hermana ahora cuenta con un presidente interino, admitido por los Estados Unidos de América y refrendado por una amplia mayoría del vecindario. Dato a todas luces positivo, porque Juan Guaidó cuenta con la discrecionalidad y la competencia para designar embajadores en las naciones que lo han reconocido.
De igual manera, podrá entablar pactos comerciales encaminados hacia la mejoría de un sistema económico, hoy groseramente sacudido por la más monumental de las miserias. En tal contexto, la esperanza se verifica más latente que nunca.
Finalmente, es motivo de tranquilidad el hecho de que Guaidó sea el presidente de la transición, porque será éste quien logre convocar unas elecciones transparentes, en las que se elija al verdadero líder natural, idóneo y capacitado, que eventualmente dirigirá los hilos de la nación hermana. Tras recibir el respaldo de Estados Unidos y de la comunidad internacional, es pertinente reconocerle su valor por haber tomado la decisión de tomar en sus manos la responsabilidad. El restablecimiento de la democracia en Venezuela se halla cada vez más cerca, en tanto que la caída de Nicolás Maduro Moros se percibe inminente. Tal como se ha cifrado (y anticipado) desde este mismo espacio: la justicia estadounidense lo pondrá a buen recaudo. Detrás de él, caerá también su séquito de mafiosos.
Acorralado, desde toda perspectiva.
Posdata. Con el embargo petrolero de Venezuela, lo descrito anteriormente, cobra mayor certeza. El factor exclusivo que sostenía al tirando en el poder era su escasa exportación de barriles de crudo. A partir de la modificación del escenario, Washington lo golpea directamente en la yugular. No queda ya margen para la vacilación: el escenario es precario.
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@JuanDaEscobarC
Sobre Juan David Escobar Cubides
Escobar Cubides reside en Medellín (Colombia), y se desempeña como Editor político en el sitio web Al Poniente, colaborando también con análisis sobre la realidad política colombiana en otros medios de comunicación de la región.