El Salvador: ¿lo mismo de siempre?
El Salvador ha pagado un precio enorme a raíz de los conflictos que llenaron su historia en los últimos cincuenta años...
El Salvador ha pagado un precio enorme a raíz de los conflictos que llenaron su historia en los últimos cincuenta años, desde los secuestros que comenzaron en los años setenta, que destruyeron la rápida expansión industrial (que involucraba a los desarrollos iniciales de la industria electrónica, la primera de Centroamérica) hasta la guerra civil que dejó 80 mil muertos y provocó extendidos padecimientos, junto con una caída del ingreso por habitante de 25%, hasta la posguerra, repleta de incertidumbre -y que retardó el desarrollo del país debido a la amenaza recurrente personificada en el FMLN, en perjuicio de las instituciones democráticas del país. La gráfica adjunta exhibe el menor de los costos: el económico. La línea azul, por caso, explicita el ingreso por habitante desde 1920 a 1979. La línea negra muestra lo que tendríamos si hubiéramos seguido creciendo a la tasa a la que veníamos haciéndolo en esos años. La roja muestra lo que ha sido la realidad de 1979 hasta ahora. El ingreso por habitante actual es apenas un poco más de la mitad de lo que sería si no hubiéramos tenido la caída de la guerra en 1979, junto con el período de odios y conflictos que le siguió.
¿Qué más positivo y significativo podría suceder que terminar con ese período de odios y conflictos enconados que comenzó en los setentas y sigue todavía vigente cincuenta años después? Naturalmente, los conflictos se componen de al menos dos beligerantes, y alguien debe tomar la iniciativa a los efectos de ponerles fin y de hacer prevalecer la razón por sobre el odio, la revancha y la soberbia. Por la Constitución, que da al presidente del país la responsabilidad de mantener la armonía social, y por la responsabilidad misma del liderazgo, es al mandatario electo a quien le toca iniciar el proceso de reconciliación, de estricta necesidad, si de lo que se trata es de devolver a la nación a un sendero de comprobable progreso. De no hacerse cargo de esa responsabilidad el mandatario, El Salvador continuará transitando el mismo camino que en el pasado, en el sentido más fundamental de la expresión, esto es, el personalismo, la agresividad, el revanchismo, y el deseo no de aceptar que hay gente que porta idearios distintos a los que exhiben quienes detentan el poder. Así ha sido siempre, y el gráfico adjunto así intenta certificarlo.
Economista y consultor económico, Hinds se desempeñó como Ministro de Hacienda de El Salvador entre 1994 y 1999. Se le considera el padre de la dolarización, tras haber propuesto la idea en su país. Es autor de Playing Monopoly with the Devil: Dollarization and Domestic Currencies in Developing Countries (publicado por Yale University Press en 2006) y co-autor con Benn Steil de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009). Hinds también es columnista de El Diario de Hoy de El Salvador. En 2010, obtuvo el Premio Hayek del Manhattan Institute.