España: Ciudadanos fusiona conveniencia con megalotimia
Los pactos o acuerdos de poder entre partidos y movimientos políticos, son elementos...
14 de Junio de 2019
Los pactos o acuerdos de poder entre partidos y movimientos políticos, son elementos que se suceden en el normal discurrir de la democracia liberal. En el sistema parlamentario, en el presidencialista, o en uno mixto, la competencia organizada por el acceso a las instituciones del Estado o que porta el objetivo de garantizar la gobernabilidad y la estabilidad política implica, con frecuencia, que las distintas fuerzas exploren senderos para la negociación y el acercamiento de sus posiciones frente a cómo gobernar, cómo enfrentar la coyuntura del momento, o de cara a qué agenda legislativa deben impulsar. En rigor, la democracia no consiste propiamente en la concordancia plena o en que todos aplaudan al presidente sino, antes bien, en la administración de los desacuerdos -esto es, del disenso. En definitiva, la democracia encuadrada en el liberalismo político es esencialmente conflictiva, y tal es su cualidad fundante.
A su vez, ese conflicto no solo deviene en inevitable en la quehacer de la vida social. También resulta necesario, pues de él derivan las respuestas a grandes problemas, y de allí emergen nuevas ideas. Adicionalmente, el debate y la confrontación de ideas garantizan el pluralismo, condición sine qua non para la construcción de límites y de alternancia en el poder. En su más reciente trabajo, Identidad, Francis Fukuyama argumenta que uno de los grandes riesgos para las sociedades democráticas actuales es la megalotimia, entendida por la convicción de superioridad que se arroga un grupo de individuos frente a otros, por cuanto buscan imponer sus demandas, intereses y derechos por encima de todos los demás, con franco desconocimiento de las reglas de juego. A aquéllos, la isotimia -el deseo de reconocimiento de la igualdad en la dignidad- no parece bastarles. Sin embargo, más que la megalotimia, característica de la personalidad de los dictadores o de líderes con tendencias narcisistas, hoy se asiste al abierto desconocimiento del contrario, o al ataque frontal en perjuicio de quien piensa diferente. Aún cuando este comportamiento nada tiene de novedoso, ha de decirse que se ha agravado en años recientes, precisamente cuando en Occidente hacen su ingreso nuevos partidos y movimientos que se explicitan libres de complejos ante la corrección política, que no es otra cosa que un disimulado disfraz del totalitarismo.
A tal efecto, un ejemplo se manifiesta en la combinatoria de megalotimia, narcicismo colectivo y negación del otro: ese ejemplo es España, donde Albert Rivera, representante de Ciudadanos, partido de centro que en este momento es definitivo para la formación del nuevo gobierno, ha aceptado una serie de componendas con el PSOE de Pedro Sánchez, Podemos de Pablo Iglesias, y el Partido Popular, liderado por Pablo Casado, mientras se niega a sentarse a conversar con Santiago Abascal, de VOX, formación desde la cual el centroderecha logró derrotar la hegemonía socialista en Andalucía, y ahora, acorralar a la izquierda radical en la Comunidad de Madrid y en la capital de España, gobernada por el movimiento Ahora Madrid, de Manuela Carmena. Los de Albert Rivera ven en VOX a un espejo del franquismo, de la homofobia, del fascismo, del odio al inmigrante, y esa parece ser la razón que les lleva a evitar el entendimiento. Sin embargo, se muestran confortables con la izquierda del PSOE y Podemos, e incluso con quienes pretenden romper la unidad de España desde Cataluña. A todo este elemento, los riveristas los perciben como de avanzada, progresistas, abiertos y modernos.
Finalmente, está visto que las negociaciones y acuerdos en democracia tienen la finalidad de preservarl, para transportarla hacia un nivel superior; mas no para destruirla. Cuando estrecha la mano a quienes hacen concesiones a los enemigos de España, Ciudadanos decide acompañar a la megalotimia, respaldándose en la conveniencia.
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@JuanDavidGR82
Sobre Juan David García Ramírez
Columnista regular en el periódico El Colombiano (Medellín) y en El Quindiano (Armenia, Colombia). También se desempeña como analista político para diversos programas radiales y televisivos en América Latina, compartiendo apuntes y notas sobre temas políticos vinculados a Colombia, y asuntos internacionales.