Educación y coronavirus: bienvenida, la 'nueva escuela'
El siglo XXI pone sobre la palestra una serie de retos que exigen atención temprana...
08 de Abril de 2020
El siglo XXI pone sobre la palestra una serie de retos que exigen atención temprana, en razón de la actual crisis de salud mundial (afectada por el COVID-19). A consecuencia del proceso globalizador, la dinámica cotidiana se ha visto modificada de manera drástica. Los mecanismos de cuarentena, propiciados por los distintos gobiernos, llevaron de forma abrupta a la implementación de medidas extremas, con miras a evitar la propagación del virus. Este aspecto, sin embargo, ha precipitado la aparición de enormes falencias en los diferentes ecosistemas de salud, económicos, formas de vida y cultura, medidas ambientales y sanitarias -incluso, educativos.
La sociedad del conocimiento del siglo XXI ha venido adaptándose lentamente a novedosos formatos de aprendizaje; estos exigen la construcción de espacios para los nuevos procesos educativos. Razón por la cual, la educación acompasada de la globalización, exige que se proceda a esquemas de adaptación en donde el Internet, los medios digitales y las nuevas tecnologías de Información y Comunicación (TICs) se configuran como una nueva puesta en escena que habrá de reemplazar a la educación tradicional.
En Colombia, con el anuncio presidencial sobre la virtualidad educativa a partir de la crisis viral, el contexto de crisis ha puesto en evidencia los fallos de instituciones educativas en las que la educación tradicional se hallaba enquistada y anclada en antiguos formatos de aprendizaje. La escuela tradicional, anquilosada y sin temor a ser modificada, fue removida de forma inmediata; lo cual forzó a que la educación se reformule y modernice, a través de mecánicas virtuales -misma que los simpatizantes de la vieja escuela miraban con desdén y desprecio, rechazando toda posibilidad de cambio.
Emerge, pues, la educación virtual como medio interactivo de aprendizaje que procede al quiebre de paradigmas, esquemas y fronteras físicas. Queda expuesto que la interconectividad global y los diferentes medios de información tecnológicos se presentan como herramientas bastante más dinámicas e interactivas para el intercambio periódico entre profesores y estudiantes. Los claustros ceden su sitio a Ambientes Virtuales de Aprendizaje (AVA).
Estos flamantes espacios empujan a que instituciones educativas y universitarias -en particular a los docentes- a echar mano de mayor eficiencia, actualizándose los educadores a trabajar sobre TICs, AVAs, recursos didácticos disponibles en la red, a la enseñanza aplicada en e-learning, y al empleo de sitios web educativas. Los profesores de la denominada vieja escuela tendrán serios problemas a la hora de abrazarse a este cambio de presentación inmediata, por cuanto los roles del docente acusan un cambio de eje fundamental. El profesor de la vieja guardia, acostumbrado a enseñar en colegios y universidades hace pocos años, mutará hoy en un tutor que acompañará, orientará y guiará a sus estudiantes. No habrá ya margen para el rol de mando de educadores que imponían idearios o programas por fuerza; llega la hora del profesor actualizado, crítico y, también, dinámico. A la postre, la virtualidad no es una mera propuesta a fin de digitalizar absolutamente lo físico, escaneando libros; de lo que se trata es de erigir una sincronía o asincronía coherente con el nuevo contexto y vinculado más integralmente con el alumnado -sin tolerarse que la comunicación con éste se vea extraviada en el proceso. Más importante aún: el aula virtual no habrá de ser un espacio cibernético que haga a un lado la palabra, la comunicación y el calor humanos.
Bajo este escenario de virtualidad, la dinámica reguladora de aprendizaje habrá de orientarse hacia el aprender haciendo, interactuando, buscando, aprendiendo genuinamente -y compartiendo. El resultado conducirá a una construcción de conocimientos con base en el aprendizaje colaborativo.
Misma responsabilidad se centrará en los educandos: su adaptación tiene referencia en su propia autonomía, con lo cual el estudiante deberá organizar su tiempo para poder proceder con el cumplimento de la tarea encomendada. A efectos de suplir dudas, el educando habrá de recurrir a la web como una herramienta digital que subsane perentoriamente la ausencia de guía o profesor. El alumno contará con la oportunidad de desarrollar nuevas capacidades y competencias que la vieja escuela no permitía, a saber: autodisciplina, compromiso, motivación, autorregulación del aprendizaje, administración de tiempo y espacios, independencia, autoevaluación y definición de las propias metas. Ya no mediará la presión física del profesor, quedando centrada en él la responsabilidad de incorporar conocimiento.
Algunos especialistas en pedagogía han llegado afirmar que los grupos de alumnos que estudian virtualmente sobre Ambientes virtuales de Aprendizaje son más efectivos que los alumnos de aula física, donde el aprendizaje es mucho más profundo y la evaluación de los alumnos no es una nota establecida sobre un tres, un cuatro o un cinco, sino una descripción de lo que este alumno de forma individual asimila y comprende. Al cierre, el objetivo será propiciar el fortalecimiento del binomio familia y escuela. Estas variables habrán, desde ahora, de complementarse, y no de tomarse aisladamente. Compromiso y resultados podrán ser evaluados de manera conjunta.
La sociedad del conocimiento del siglo XXI ha venido adaptándose lentamente a novedosos formatos de aprendizaje; estos exigen la construcción de espacios para los nuevos procesos educativos. Razón por la cual, la educación acompasada de la globalización, exige que se proceda a esquemas de adaptación en donde el Internet, los medios digitales y las nuevas tecnologías de Información y Comunicación (TICs) se configuran como una nueva puesta en escena que habrá de reemplazar a la educación tradicional.
En Colombia, con el anuncio presidencial sobre la virtualidad educativa a partir de la crisis viral, el contexto de crisis ha puesto en evidencia los fallos de instituciones educativas en las que la educación tradicional se hallaba enquistada y anclada en antiguos formatos de aprendizaje. La escuela tradicional, anquilosada y sin temor a ser modificada, fue removida de forma inmediata; lo cual forzó a que la educación se reformule y modernice, a través de mecánicas virtuales -misma que los simpatizantes de la vieja escuela miraban con desdén y desprecio, rechazando toda posibilidad de cambio.
Emerge, pues, la educación virtual como medio interactivo de aprendizaje que procede al quiebre de paradigmas, esquemas y fronteras físicas. Queda expuesto que la interconectividad global y los diferentes medios de información tecnológicos se presentan como herramientas bastante más dinámicas e interactivas para el intercambio periódico entre profesores y estudiantes. Los claustros ceden su sitio a Ambientes Virtuales de Aprendizaje (AVA).
Estos flamantes espacios empujan a que instituciones educativas y universitarias -en particular a los docentes- a echar mano de mayor eficiencia, actualizándose los educadores a trabajar sobre TICs, AVAs, recursos didácticos disponibles en la red, a la enseñanza aplicada en e-learning, y al empleo de sitios web educativas. Los profesores de la denominada vieja escuela tendrán serios problemas a la hora de abrazarse a este cambio de presentación inmediata, por cuanto los roles del docente acusan un cambio de eje fundamental. El profesor de la vieja guardia, acostumbrado a enseñar en colegios y universidades hace pocos años, mutará hoy en un tutor que acompañará, orientará y guiará a sus estudiantes. No habrá ya margen para el rol de mando de educadores que imponían idearios o programas por fuerza; llega la hora del profesor actualizado, crítico y, también, dinámico. A la postre, la virtualidad no es una mera propuesta a fin de digitalizar absolutamente lo físico, escaneando libros; de lo que se trata es de erigir una sincronía o asincronía coherente con el nuevo contexto y vinculado más integralmente con el alumnado -sin tolerarse que la comunicación con éste se vea extraviada en el proceso. Más importante aún: el aula virtual no habrá de ser un espacio cibernético que haga a un lado la palabra, la comunicación y el calor humanos.
Bajo este escenario de virtualidad, la dinámica reguladora de aprendizaje habrá de orientarse hacia el aprender haciendo, interactuando, buscando, aprendiendo genuinamente -y compartiendo. El resultado conducirá a una construcción de conocimientos con base en el aprendizaje colaborativo.
Misma responsabilidad se centrará en los educandos: su adaptación tiene referencia en su propia autonomía, con lo cual el estudiante deberá organizar su tiempo para poder proceder con el cumplimento de la tarea encomendada. A efectos de suplir dudas, el educando habrá de recurrir a la web como una herramienta digital que subsane perentoriamente la ausencia de guía o profesor. El alumno contará con la oportunidad de desarrollar nuevas capacidades y competencias que la vieja escuela no permitía, a saber: autodisciplina, compromiso, motivación, autorregulación del aprendizaje, administración de tiempo y espacios, independencia, autoevaluación y definición de las propias metas. Ya no mediará la presión física del profesor, quedando centrada en él la responsabilidad de incorporar conocimiento.
Algunos especialistas en pedagogía han llegado afirmar que los grupos de alumnos que estudian virtualmente sobre Ambientes virtuales de Aprendizaje son más efectivos que los alumnos de aula física, donde el aprendizaje es mucho más profundo y la evaluación de los alumnos no es una nota establecida sobre un tres, un cuatro o un cinco, sino una descripción de lo que este alumno de forma individual asimila y comprende. Al cierre, el objetivo será propiciar el fortalecimiento del binomio familia y escuela. Estas variables habrán, desde ahora, de complementarse, y no de tomarse aisladamente. Compromiso y resultados podrán ser evaluados de manera conjunta.
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@CHRISTIANDAES6
Sobre Christian Ríos M.
Ríos es Politólogo Internacionalista de la Universidad Militar Nueva Granada, Profesional en Ciencias Militares de la Escuela Militar de Cadetes General José María Córdova, y Administrador de Empresas; magister en Estrategia y Geopolítica en la Escuela Superior de Guerra- Colombia, en 'Estrategia y Geopolítica'. Es analista político, docente y columnista en el periódico El Quindiano (Armenia, Colombia) y en El Ojo Digital. Es Oficial en Retiro del Ejército Nacional de Colombia.