Geopolítica postpandemia: un gigantesco tablero de 'Go'
La geopolítica del coronavirus cambia parece modificar hoy su eje...
14 de Julio de 2020
Ning-tsze trata al gobernante con descuido, como lo haría en un juego de Go. ¿Cómo podrá eludir el desastre? Si un jugador de Go ubica sus piedras sin un objetivo definido, no habrá de conquistar a su oponente. ¿Cómo se traduce esto, cuando uno intenta tomar un rey sin una meta definida? Sin dudas, no escapará a la ruina. En consecuencia, y a partir de esa desaprensiva maniobra, una familia cuyos miembros se han desempeñado como ministros durante nueve generaciones, debería ser extinguida totalmente.
T’ae-shuh Wan-tsze, enfurecido ministro chino; al referirse a un primo torpe (543 A.C.)
T’ae-shuh Wan-tsze, enfurecido ministro chino; al referirse a un primo torpe (543 A.C.)
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La geopolítica del coronavirus cambia parece modificar hoy su eje, reconfigurándose en una geopolítica de postpandemia.
Mientras las estadísticas relativas a infectados y decesos compartidas por el COVID-19 comienzan a perder terreno en los titulares de los medios de comunicación, proliferan hoy los análisis que exploran procedimientos tendientes a devolver al mundo a una relativa normalidad. En ese contexto, la intrincada puja entre la República Popular China y los Estados Unidos de América -otrora empantanados en un proceso de negociaciones comerciales bilaterales-: de la Organización Mundial de la Salud (OMS; WHO) a Hong Kong y Taiwan, pasando por el Estado insular africano de Cabo Verde, comienza a retornar múltiples y polimórficas aristas.
En efecto, una lectura de superficie podría consignar que Washington se ha propuesto sacar ventaja del proscenio postpandemia, denunciando sistemáticamente la cadena de desperfectos procedimentales del Partido Comunista Chino en el concierto internacional -acaso con el objetivo no declarado de arrastrar al régimen chino a una mesa de negociaciones en la que no verá otra salida que realizar dolorosas concesiones.
En simultáneo, distintas comunidades chinas en el extranjero acusan ahora el golpe de una creciente e inédita ola de violencia, que involucra el señalamiento en sitios públicos, la destrucción de comercios y, en algunos casos, homicidios. Estos incidentes han evidenciado particular magnitud en naciones africanas, a las que China supo exportar su polémico modelo de la Nueva Ruta de la Seda (Silk Road Initiative), como Kenia, Ghana o Camerún. Por su parte, el organismo Human Rights Watch (HRW) ha recopilado episodios de sinofobia en un reciente informe, aunque enfocado en naciones de Occidente. La conclusión se presenta inevitable: en todo el orbe -y esta nueva realidad también gana empuje en encuestas de opinión pública-, un grueso de ciudadanos percibe que la República Popular es la responsable exclusiva por la pandemia de coronavirus.
En el ínterin, algunos podrían colegir que los Estados Unidos y China han comenzado a dirimir sus diferencias en un colosal tablero de Go -en obvia referencia al milenario juego de mesa en el que manda la estrategia. Henry Kissinger, en su trabajo On China (2011), sentenció sobre el mismo:
'Mientras que el ajedrez remite a una batalla decisiva, el Wei Qi (Go) alude a una campaña extendida. El jugador de ajedrez compite por la victoria total. El jugador de Wei Qi busca consolidar una ventaja relativa'.
Si ha de recurrirse a un modelo analítico más terrenal, será lícito consignar que Pekín -sin hacer a un lado los imperativos tácticos del Wei Qi-, también ha tomado como propios a los postulados de Michael Porter, consagrándose -en ocasiones, subterráneamente- a una estratagema de integración vertical para, en el proceso, apoderarse de cadenas de valor. En todos los escenarios, la metodología es invariable, ya se trate de la construcción de redes ferroviarias, bases militares, infraestructura de telecomunicaciones, aeropuertos, represas y plantas de energía en geografías tan disímiles como Kenia, Somalia, Djibuti, Camboya, Sri Lanka, Venezuela o la Argentina (cuyo presidente, Alberto Angel Fernández, ya negocia con la República Popular su ingreso en la estratégica Hidrovía Paraná-Paraguay).
Infortunadamente para los jerarcas del Partido Comunista Chino, la presente coyuntura de postpandemia ha terminado por dejar expuesta la verdadera fisonomía de esa agenda que los convocara a cosechar ventajas relativas de alcance geoestratégico o geopolítico. El acelerado desmoronamiento de la imagen china en el concierto internacional invita hoy a los críticos de Pekín a arrojar luz sobre los eminentes desperfectos de la Iniciativa Silk Road, enumerándose episodios vinculados a la franca violación de la soberanía de terceros países, la compra de voluntades de dirigentes políticos y diplomáticos, el otorgamiento de créditos a tasas usurarias con el fin de apropiarse de infraestructura crítica, y demás vidriosos etcéteras.
Acto seguido, la Administración Trump se ha apersonado como el proverbial convidado de piedra en el tablón de Wei Qi. Este miércoles 14 de julio, el gobierno de la Gran Bretaña anunció que la firma china de telecomunicaciones Huawei tendría impedido todo acceso a la implementación de la red nacional de telefonía móvil 5G (habiendo mediado presiones desde la Casa Blanca). Ya el lunes 13, el Departamento de Estado americano había condenado las reivindicaciones de Pekín en el Mar del Sur de China, catalogándolas de 'ilegales'. La pasada semana, el gobierno de Donald Trump formalizaba oficialmente su retiro de la Organización Mundial de la Salud, denunciando el intervencionismo chino en el órgano -y aún resta asistir al desenlace de la investigación que el congreso estadounidense propicia sobre los fondos remitidos a ese espectro, dependiente de Naciones Unidas.
Adicionalmente, a lo largo del último mes, la prensa internacional ha dedicado un sinnúmero de análisis en torno de la figura del opaco businessman colombiano Alex Saab Morán, personaje instrumental en el blanqueo y la triangulación de tenencias ilícitas tuteladas por Nicolás Maduro Moros, su familia, y encumbrados referentes de la nomenklatura chavista venezolana. En la perspectiva de los servicios de información de al menos seis países, Saab Morán ha sido el responsable primigenio de maniobras de lavado, resultantes del saqueo sistemático de la riqueza natural en la empobrecida nación del norte de América del Sur. Hace horas, el proceso de extradición del nebuloso operador financiero hacia territorio estadounidense ha sido respaldado por autoridades judiciales de Cabo Verde, donde se encuentra detenido y celosamente custodiado -con la colaboración de fuerzas especiales americanas.
El eventual traslado de Saab también le agrega valor a uno de los apartados de la competencia sinoamericana bajo examen: mientras que cierto sesgo en la prensa occidental exige apuntar los cañones contra Moscú o Teherán, el esfuerzo predatorio chino en suelo venezolano parece quedar fuera de foco. Esa curiosa ceguera informativa hace a un lado detalles de apreciable valor, a saber:
- Ya en 2001, Venezuela se convirtió en el primer país de habla hispana en involucrarse en una 'sociedad estratégica para el desarrollo' junto a la República Popular China
- Hacia 2014, Pekín contabilizaba casi 800 proyectos de inversión en territorio venezolano, principalmente relacionados con infraestructura, crudo y minería
- En 2017, la cifra estimada de créditos obtenidos por Caracas ante China totalizaba US$ 50 mil millones
- Hacia 2018, el propio Maduro Moros cifraba a la población inmigrante china, dedicada a proyectos, en aproximadamente 500 mil personas -en comparación con los 60 mil del año 2000
En lo que respecta específicamente a proyectos,
- En 2016, China firmó un convenio con Venezuela con miras a beneficiarse con la minería de coltán -denominado 'oro azul', y portador de alto valor estratégico, en razón de su aprovechamiento en telecomunicaciones, equipo médico especializado, y aplicaciones militares. A través de esos contratos, las reservas del mineral -capturadas en su totalidad por Pekín- comportan un valor aproximado de US$ 100 mil millones, con base en cómputos desarrollados sobre reservorios en 2010.
- Los acuerdos se han ampliado hasta abarcar al denominado Arco Minero del Orinoco, ideado por el difunto Hugo Chávez Frías y promocionado por Maduro, como plataforma política. El área, de casi 112 mil kilómetros cuadrados de extensión, se corresponde con el 12% del total del territorio soberano de Venezuela -y es rica en elementos tales como hierro, oro, bauxita, diamantes, cobre, carbón, cuarzo, titanio, níquel y coltán; entre muchos otros. Sólo las reservas auríferas del país han sido computadas en US$ 200 mil millones; las de hierro, en US$ 180 mil millones.
- En el citado Arco Minero, también se han detectado notables reservorios de torio -material que suele calificarse como el 'combustible nuclear ecológico' del futuro. La República Popular China ha ingresado en nuevas conversaciones con el régimen en Miraflores al respecto de la explotación del potencialmente oneroso mineral. El objetivo: monopolizar también su extracción, para que Caracas 'acelere' el cumplimiento frente a los créditos contraídos. Mientras tanto, China acelera la construcción de su primer reactor de torio, para el año en curso. Junto a la República de la India, serán las únicas naciones en contar con instalaciones que procesen ese material. El programa de Pekín se ha propuesto desarrollar una proyección comercial para los reactores de torio, hacia 2030. Si logra hacerse del control absoluto del mineral en Venezuela y en otras geografías, la integración de la cadena de valor será completa.
En el epílogo, la aprehensión del empresario madurista Saab por parte de autoridades judiciales y gubernamentales en los Estados Unidos de América, necesariamente conducirá a una comprensión más abarcativa en torno de las acciones de pillaje perpetradas por la República Popular China en Venezuela. Naturalmente, el valor testimonial inherente a los datos aportados a futuro por el financista dilecto de Nicolás Maduro arrojará luz sobre las conexiones transcontinentales del chavismo, desde el financiamiento de Pablo Iglesias en el Reino de España hasta las contribuciones monetarias non sanctas realizadas a las alcancías de las intrincadas redes del progresismo latino -llamado a desmoronarse cual castillo de naipes, al finalizar el proceso. A tal efecto, el Comando Sur de los EE.UU. ha informado recientemente que sus operaciones de denegación contra el narco en el Caribe y en cercanías del litoral marítimo venezolano, ya han dejado como saldo una pérdida de US$ 2 mil millones para los cárteles -entre éstos, las organizaciones vinculadas al régimen madurista.
No obstante ello, la prolongada partida de Wei Qi parece obedecer a objetivos de orden superior. Acaso los últimos rounds de este sofisticado pasatiempo geoestratégico terminen de completarse en Hong Kong o, por qué no, en Taiwan.
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@MatiasERuiz
Sobre Matias E. Ruiz
Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.