Argentina: una ventana a la esperanza
La generosidad de un grupo de importantes amigos (diplomáticos, historiadores, economistas, periodistas...
23 de Enero de 2021
O permitimos que el pasado entierre al futuro, o hacemos que el futuro entierre al pasado.
Thomas Friedman
* * *
La generosidad de un grupo de importantes amigos (diplomáticos, historiadores, economistas, periodistas, politólogos, militares, expertos en agroindustria, etc.) permitió que me incorporara, desde el inicio de la 'cuareterna', a una reunión diaria de reflexión sobre la realidad argentina e internacional y, ante todo, la probabilidad de torcer el rumbo de colisión que hemos escogido desde hace décadas. En ese foro, se plantearon los defectos que encontramos en el principal bloque opositor, Juntos por el Cambio, en especial por la falta de una propuesta general, que pueda ofrecer a la ciudadanía un horizonte optimista para salir de la profunda crisis en que nos encontramos. Hasta ahora, ese conglomerado de fuerzas políticas –PRO, Radicalismo y Coalición Cívica- está limitando sus acciones a denunciar los ataques del Frente de Todos contra la República y sus instituciones, quedándose en la estricta coyuntura y sin obtener fruto alguno por la cerril resistencia de sus adversarios.
El Instituto Patria, ese semillero de economistas populistas y pende-viejos de La Cámpora que comanda Cristina Fernández, y que cada vez ocupa más posiciones clave en los estamentos del Estado y en las cajas más apetecibles, trabaja las 24 horas del día, y todos los días del año, para convertirnos en una nación asolada por la miseria, la incultura y la corrupción masiva, en el que todos seamos dependientes de un corrupto Estado a cada momento más escuálido e ineficaz, siguiendo fielmente el modelo que impusieron a sus pueblos los tiránicos regímenes cubano, venezolano y nicaragüense.
A nuestro modo de ver, sólo hay un equipo de trabajo, del cual forman parte los mejores cuadros de Recrear y Uni2, que ha elaborado un plan de gobierno y de políticas públicas capaz de devolvernos la esperanza en la posibilidad de un futuro distinto al que nos ofrece el nefasto pasado, producto de la reiteración de errores y malas intenciones, los mismos que hoy exhibe nuestra cotidianeidad. Me refiero a Libertad y Progreso, y el plan puede leerse aquí. En él encontrará propuestas concretas a temas tales como: reforma del Estado, impuestos y coparticipación federal, régimen laboral, comercio exterior, seguridad ciudadana, defensa, Justicia, educación, sistema financiero y política energética; es decir, todos los asuntos clave para dar un real paso adelante, verdaderamente diferente a los que hemos dados hasta aquí.
En agosto, si Máximo Kirchner quiere, tendremos PASO. Y deberían servir para que todos quienes nos consideramos opositores a este trágico oficialismo compitamos en ellas dentro de una misma estructura, de modo tal que sean los ciudadanos de a pie quienes elijan los candidatos que llevemos a las legislativas de octubre. Obviamente, esa unificación necesita de la generosa aceptación de Juntos por el Cambio a competir con otros candidatos, peronistas no K, conservadores, liberales y provenientes de otros partidos minoritarios que, dispersos, pueden complicar el resultado esencial que necesitamos: impedir que el Frente de Todos obtenga la cantidad de diputados adicionales que le permita acceder al quórum propio, o sea, el avasallamiento final de la República.
No niego que el camino será arduo, porque tantos años ininterrumpidos de populismo han hecho que la mentalidad de la mayoría de la sociedad esté hoy infectada de esa rara enfermedad que consiste en pensar que todos los bienes y los servicios son derechos humanos, que el Estado debe proveernos de ellos sin que nos cuesten (¡qué falacia, ya que la pagamos siempre con los enloquecidos impuestos!) y que el trabajo, el esfuerzo y el mérito no pueden ni deben sernos exigidos para mejorar nuestra condición.
Pero parte, al menos, de ese camino lo está transitando el Gobierno, alivianándonos la tarea. Al repetir las dañinas políticas de precios y tarifas, de intervención en la economía y en la energía, de ignorancia de los contratos, de idas y venidas en normas y regulaciones, de creciente corrupción y de capitalismo de amigos, de guerra contra el campo y la prensa libre, de ataque a la Justicia, de repudio a la modernidad y a la inversión que practicaron durante los primeros doce años y medio en que Cristina Fernández y su marido ejercieron el poder, pronto se topará con la dura pared de la falta total de recursos para financiar sus disparates. Si espera que China o Rusia (ya no está Hugo Chávez) vengan en su ayuda, las onerosas contraprestaciones en soberanía que le pedirán estos países, cuyas terribles violaciones a los derechos humanos no parecen molestarla, podrían ser un fósforo letal para una situación local de por sí ya explosiva.
En ese escenario también incluyo una situación a la cual no prestamos la debida atención. Me refiero al conflicto con los pseudomapuches, que están replicando en el sur argentino y chileno la aventura que protagonizara en 1975 el ERP en Tucumán, donde pretendía construir un territorio separado del Estado argentino y lograr el reconocimiento internacional como parte beligerante. Entonces y ahora, la presencia de las fuerzas legales era resistida violentamente por los insurrectos, con la abierta colaboración de funcionarios gubernamentales, hasta que el gobierno peronista ordenó la represión con el Operativo Independencia; pero, a diferencia de aquella época, hoy los terroristas están asociados con los grandes cárteles del narcotráfico, las FARC colombianas y el Sendero Luminoso peruano.
Todavía hay una oportunidad para el optimismo. No la desperdiciemos.
El Instituto Patria, ese semillero de economistas populistas y pende-viejos de La Cámpora que comanda Cristina Fernández, y que cada vez ocupa más posiciones clave en los estamentos del Estado y en las cajas más apetecibles, trabaja las 24 horas del día, y todos los días del año, para convertirnos en una nación asolada por la miseria, la incultura y la corrupción masiva, en el que todos seamos dependientes de un corrupto Estado a cada momento más escuálido e ineficaz, siguiendo fielmente el modelo que impusieron a sus pueblos los tiránicos regímenes cubano, venezolano y nicaragüense.
A nuestro modo de ver, sólo hay un equipo de trabajo, del cual forman parte los mejores cuadros de Recrear y Uni2, que ha elaborado un plan de gobierno y de políticas públicas capaz de devolvernos la esperanza en la posibilidad de un futuro distinto al que nos ofrece el nefasto pasado, producto de la reiteración de errores y malas intenciones, los mismos que hoy exhibe nuestra cotidianeidad. Me refiero a Libertad y Progreso, y el plan puede leerse aquí. En él encontrará propuestas concretas a temas tales como: reforma del Estado, impuestos y coparticipación federal, régimen laboral, comercio exterior, seguridad ciudadana, defensa, Justicia, educación, sistema financiero y política energética; es decir, todos los asuntos clave para dar un real paso adelante, verdaderamente diferente a los que hemos dados hasta aquí.
En agosto, si Máximo Kirchner quiere, tendremos PASO. Y deberían servir para que todos quienes nos consideramos opositores a este trágico oficialismo compitamos en ellas dentro de una misma estructura, de modo tal que sean los ciudadanos de a pie quienes elijan los candidatos que llevemos a las legislativas de octubre. Obviamente, esa unificación necesita de la generosa aceptación de Juntos por el Cambio a competir con otros candidatos, peronistas no K, conservadores, liberales y provenientes de otros partidos minoritarios que, dispersos, pueden complicar el resultado esencial que necesitamos: impedir que el Frente de Todos obtenga la cantidad de diputados adicionales que le permita acceder al quórum propio, o sea, el avasallamiento final de la República.
No niego que el camino será arduo, porque tantos años ininterrumpidos de populismo han hecho que la mentalidad de la mayoría de la sociedad esté hoy infectada de esa rara enfermedad que consiste en pensar que todos los bienes y los servicios son derechos humanos, que el Estado debe proveernos de ellos sin que nos cuesten (¡qué falacia, ya que la pagamos siempre con los enloquecidos impuestos!) y que el trabajo, el esfuerzo y el mérito no pueden ni deben sernos exigidos para mejorar nuestra condición.
Pero parte, al menos, de ese camino lo está transitando el Gobierno, alivianándonos la tarea. Al repetir las dañinas políticas de precios y tarifas, de intervención en la economía y en la energía, de ignorancia de los contratos, de idas y venidas en normas y regulaciones, de creciente corrupción y de capitalismo de amigos, de guerra contra el campo y la prensa libre, de ataque a la Justicia, de repudio a la modernidad y a la inversión que practicaron durante los primeros doce años y medio en que Cristina Fernández y su marido ejercieron el poder, pronto se topará con la dura pared de la falta total de recursos para financiar sus disparates. Si espera que China o Rusia (ya no está Hugo Chávez) vengan en su ayuda, las onerosas contraprestaciones en soberanía que le pedirán estos países, cuyas terribles violaciones a los derechos humanos no parecen molestarla, podrían ser un fósforo letal para una situación local de por sí ya explosiva.
En ese escenario también incluyo una situación a la cual no prestamos la debida atención. Me refiero al conflicto con los pseudomapuches, que están replicando en el sur argentino y chileno la aventura que protagonizara en 1975 el ERP en Tucumán, donde pretendía construir un territorio separado del Estado argentino y lograr el reconocimiento internacional como parte beligerante. Entonces y ahora, la presencia de las fuerzas legales era resistida violentamente por los insurrectos, con la abierta colaboración de funcionarios gubernamentales, hasta que el gobierno peronista ordenó la represión con el Operativo Independencia; pero, a diferencia de aquella época, hoy los terroristas están asociados con los grandes cárteles del narcotráfico, las FARC colombianas y el Sendero Luminoso peruano.
Todavía hay una oportunidad para el optimismo. No la desperdiciemos.
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@EGAvogadro
Sobre Enrique Guillermo Avogadro
Abogado. Columnista de temas políticos de Argentina, y colaborador en otros medios nacionales. Sus artículos completos pueden repasarse en el blog del autor, o en el enlace http://www.elojodigital.com/categoria/tags/enrique-guillermo-avogadro.