¿A qué crisis argentina del pasado se asemeja la crisis en ciernes?
La pregunta que surge recurrentemente es si hoy la Argentina se encuentra frente a una crisis similar a la del 2001...
La pregunta que surge recurrentemente es si hoy la Argentina se encuentra frente a una crisis similar a la del 2001, cuando primero se estableció el corralito bancario y luego, ya con el gobierno peronista en el poder, se declaró el default, para continuar luego con la devaluación y la pesificación asimétrica.
Claramente, al igual que en la mayoría de las otras crisis, el problema se originó en aquel año en un desajuste fiscal que se pensó que se solucionaba con el blindaje financiero negociado en el 2000. En ese momento el gobierno de Fernando De la Rúa logró un acuerdo con el FMI, el BID y el Banco Mundial por un crédito de US$ 38 mil millones de hace veinte años, ese monto sería equivalente a US$ 58.500 millones actuales (la inflación en los Estados Unidos de América se ubica en poco más de 2% anual). Con aquel préstamo, se despejaba el horizonte de default de los vencimientos de deuda pero, como es costumbre, se pensó que era sustituto de las reformas estructurales para poner orden en la economía. Grosero error.
Acto seguido, llegó marzo 2001 y renunció el gabinete económico de De la Rúa, que tenía como ministro a José Luis Machinea, y que exhibía un déficit fiscal de 2,4% del PBI. Es decir, comparado con las cifras de hoy, aquella situación podría haber sido administrada correctamente, de haberse procedido con una reducción del gasto púbico.
Precisamente, eso fue lo que intentó Ricardo López Murphy; pero duraría quince días en el cargo, y sería reemplazado luego por Domingo Felipe Cavallo. Este último abandonó la idea de llevar adelante una baja del gasto, y procedió con el denominado Megacanje. Nuevamente, se creyó que un manejo financiero sustituía a las reformas estructurales.
Sin embargo, en aquel entonces, Cavallo empezó a compartir señales a efectos de abandonar la convertibilidad, con el factor de empalme a un mix de monedas, principalmente el Euro y el Real. Sin financiamiento externo, el déficit fiscal, por más pequeño que fuera, era infinanciable -recordándose que existía una convertibilidad fija en 1 a 1 entre el peso y el dólar.
Aproximadamente hacia mitad de año, surgió en ese momento la idea de déficit fiscal cero, que consistía en la regla que el Estado solo gastaría aquello que ingresara en concepto de impuestos. Por numerosas razones, aunque debido fundamentalmente a la debilidad política de Fernando De la Rúa, y la desconfianza del público -que tenía depositados dólares en los bancos- el ministro, hizo que primero se sancionara la Ley de Intangibilidad de los Depósitos, legislación desde la cual se aseguraba se respetaría la propiedad privada. Señal perfecta para desconfiar de la dirigencia política.
En definitiva, la crisis del 2001 se desató por un problema fiscal, pero de mucho menor volumen que el actual y porque, al regir la Ley de Convertibilidad, el Banco Central de la República no contaba con capacidad para financiar a los bancos en el eventual escenario de un retiro masivo de depósitos.
Es decir que la crisis era de otra magnitud que la actual en términos de déficit fiscal, pero muy fuerte en términos de depósitos, en razón de que los bancos tomaban dólares y prestaban dólares. El descalce de plazos hacía imposible pagar un retiro masivo por parte de los ahorristas ante una corrida como la que ocurrió, y el BCRA no tenía el franchising para emitir dólares y financiar a los bancos con el fin de que éstos pudieran realizar los pagos en ventanilla.
El escenario actual
A esta altura del partido, debem quedar pocos economistas que nieguen que estamos inmersos en una crisis económica que adquirirá mayor dimensión, la cual ocurriría luego de todos los problemas acumulados más la fiesta de consumo que está implementando el Gobierno de cara a las elecciones de noviembre. ¿A qué crisis anterior podría asemejarse la actual? Todo parece indicar que será una mezcla de Rodrigazo y del fracaso del Plan Primavera, esto es, un escenario similar al de 1989.
La distorsión de precios relativos que hoy tiene la economía argentina se asemeja, tal vez no en magnitud, pero sí en su forma, a la distorsión que implementó el ministro José Ber Gelbard con la inflación cero, allá por 1973. Los controles de precios, atraso cambiario y tarifario desembocaron en el famoso Rodrigazo de 1975, cuando al ministro Celestino Rodrigo le tocó destapar la olla a presión que había dejado Gelbard y no había corregido Alfredo Gómez Morales, en su breve paso por Economía luego de la salida de Gelbard.
Aquél Rodrigazo consignó un fuerte incremento de las tarifas de los servicios públicos, y una devaluación del peso que generó una brutal caída de los ingresos reales, al punto tal que la CGT hizo el primer paro general a un gobierno peronista como era el de Isabel Perón en ese momento.
Nos encontramos hoy, finalmente, frente a una suerte de Rodrigazo pero con mucho menor colchón social para soportar la corrección de los precios relativos, habida cuenta de que la desocupación y la pobreza en 1975 eran infinitamente inferiores a la actual.
Sin embargo, al problema de los precios relativos en un concierto de fuerte déficit fiscal, se le agrega un déficit cuasifiscal que, no es de la magnitud del que había en 1989, pero sí es de magnitud.
El déficit fiscal financiero previsto para este año en el Presupuesto 2021 es de AR$1,5 billones, y la pérdida del BCRA por el endeudamiento en Leliq y Pases llega a AR$1,6 billones. Es decir que el déficit cuasifiscal es mayor al déficit fiscal financiero.
Como el BCRA no puede pagar esa deuda en Leliq -dado que no genera ingresos para pagar ni el principal ni los intereses-, el desemboque de esa obligación que el kirchnerismo multiplicó por cuatro en menos de dos años de gobierno, además de la emisión monetaria que quedó circulando en el mercado (dado que el BCRA multiplicó por 2,3 los billetes y monedas en circulación), el desenlace no parece ser otro que una gran llamarada inflacionaria o un Plan Bonex. Otras alternativas a la vista, no se observan.
En síntesis, el país hace frente hoy a una crisis similar a la de 2001 en lo que respecta a la escasa credibilidad presidencial; a una parecida a la de 1975, dada la distorsión de precios relativos; y a una similar a la de 1989, en razón del gasto cuasifiscal que generaban los depósitos indisponibles luego rebautizados como Lebac, hoy Leliq. Mismo perro, diferente collar.
La diferencia con las crisis anteriores es el escaso colchón social que hoy queda, considerándose los altísimos índices de pobreza y desempleo real.
Para salir de este gran lío en que el kirchnerismo metió al país, se necesitará contar con un sólido gobierno de coalición, y con un plan económico fuertemente ortodoxo que morigere la ocurrencia de mayores desastres.
En rigor, no queda ya margen para heterodoxia, solo para la práctica de buena economía con respaldo político.
Profesor titular de Economía Aplicada en el Master de Economía y Administración de ESEADE, y profesor titular de Teoría Macroeconómica en el Master de Economía y Administración de CEYCE. Columnista de temas económicos en el diario La Nación (Argentina). Publica regularmente en el reconocido sitio web Economía Para Todos.