INTERNACIONALES: SIMON HANKINSON

EE.UU.: cinco razones por las que el Distrito de Columbia no debe convertirse en un estado

Numerosos miembros del Partido Demócrata de los Estados Unidos analizan modos para no volver a perder el poder.

08 de Diciembre de 2024


Numerosos miembros del Partido Demócrata de los Estados Unidos analizan modos para no volver a perder el poder. Este es el motivo que los compele a eliminar el sistema de Colegio Electoral, a agolparse en la Corte Suprema, y a convertir en un estado al Distrito de Columbia.

Mientras el D.C. celebra sus cincuent años de “autogestión”, se detallan a continuación cinco razones por las cuales la autonomía no es una buena idea.

Washington, D.C., Distrito de Columbia
1. La Constitución de los Estados Unidos de América

La Constitución dio al Congreso el poder para crear un 'Distrito (que en modo alguno deberá exceder las diez millas cuadradas)', para “convertirse en el Asiento del Gobierno de los Estados Unidos”. En 1790, el Congreso creó Washington, D.C., para el que el presidente designó a tres comisionados que tutelarían su administración.


Dos siglos y medio más tarde, los residentes de este distrito deberían tomar nota de los verdaderos alcances de ese convenio: jamás fue la idea convertir al D.C. en un estado en sí mismo.

Los residentes pueden, en cualquier momento, relocalizarse en cualquier otro estado del país. En 1964, se les permitió votar en los comicios presidenciales. Cuentan con un representante no votable en el Congreso. El alcalde actual y los trece mimebros del Consejo del Distrito de Columbia, con excepción de dos 'independientes', pertenecen al Partido Demócrata.

El 5 de noviembre pasado, el 92.5% de los votantes del D.C. se inclinaron por Kamala Harris. Si Usted se propusiera imaginar cómo se verían dos senadores del D.C., simplemente mire a la Delegada Eleanor Holmes Norton, del Partido Demócrata.

Los miembros de ese partido desean garantizarse dos senadores de ese calibre, de por vida. Pero tal no fue la intención de los Padres Fundadores.


2. El delito


Más de mil robos de automotores se registraron durante 2023 en el Distrito. Hemos de contentarnos con el ligero retroceso de esa estadística en 2024, como se informó sobre otros delitos.

Pero, durante el año pasado, el Servicio Secreto impidió la ocurrencia de dos intentos de robo de vehículos en los mejores barrios del Distrito. Los residentes del mismo entienden que el D.C. ha vuelto a sus peores momentos de la década del setenta y de los ochentas.

Personas sin hogar con problemas mentales, ladrones oportunistas, ladrones de mercaderías en supermercados y corredores de carreras en la vía pública perpetúan un clima de incivilidad e impunidad. En la tienda CVS cercana a la Casa Blanca, el papel higiénico se comercia bajo llave. En otras locaciones, toda mercadería se mantiene bajo cerrojo -y es preciso convocar a un supervisor para que abra los aparadores.

Pero en los barrios peligrosos del D.C., las tiendas simplemente han cerrado sus puertasEl robo a comercios minoristas es un serio impedimento para comercios grandes y pequeños; la clausura de las tiendas empobrece aún más a los vecindarios desfavorecidos.


3. La educación

El gasto por estudiante universitario en el Distrito es el segundo más alto del país; aunque los resultados de esta política son lamentables. Los índices de abandono se disparan. Los resultados de las pruebas son, en promedio, bajísimos. Unas pocas escuelas funcionan bien.

Apenas el 33.7% de los estudiantes que tomaron las pruebas de aptitud en el Distrito durante el pasado año 'alcanzaron o bien superaron las expectativas de nivelación' en idioma inglés. El guarismo se reduce al 22.5% en matemáticas.

Como resultado, la mayoría de los padres que pueden afrontarlo, envían a sus hijos a escuelas privadas. En los años setenta, el presidernte Jimmy Carter -del Partido Demócrata- enviaba a su hija Amy a la Escuela Media Hardy, en el prestigioso vecindario de Glover Park.

Otros dos presidentes del mismo partido -Bill Clinton en los noventa, y luego Barack Obama- enviaron a sus hijas a Sidwell Friends, una onerosa escuela privada -alejada una milla de Hardy de de Glover Park. El dato es revelador. 


4. La ocupación del espacio público

El año pasado, quien esto escribe se dirigió a Muriel Browser, alcaldesa del D.C., para que atendiera al problema de los acampes en el espacio público. Semanas después, el Servicio Nacional de Plazas y Parques removió una serie de carpas instaladas desde hace tiempo frente al Departamento de Estado, y otra colección que supo instalarse en la periferia del Kennedy Center.

El resultado no fue la renovación de una nueva zona verde para el disfrute de residentes y turistas; sencillamente, se instalaron rejas para impedir el paso a cualquier persona, instalándose bancas en las que nadie puede sentarse. ¿Será esto el verdadero 'progresismo'?

Mientras tanto, aunque la agencia federal limpió de invasores ese cuadrante, el gobierno del D.C. ignora toda violación contra el espacio que controla.

Pocas semanas atrás, un individuo instaló una carpa en el cruce peatonal de Virginia Avenue y la autopiesta interestatal I-66. Claramente, sufría de problemas mentales. Además de gritarle a los transeúntes, el individuo desplegó una pequeña cocina a las puertas de su tienda de campaña.

Eventualmente, el señor fue forzado a abandonar el sitio; pero las tiendas de campaña continúan erigiéndose en el espacio público del D.C. -como se ilustra en el artículo original, en varias fotografías.


5. La corrupción

Previo a que el ex presidente Richard Nixon -Republicano- le otorgó al D.C. su derecho a la autogestión, con el alcalde y los comisionados tutelándolo todo, desde el control de tránsito hasta la recolección de basura. El Congreso monopolizó el control de la educación.

La autogestión fue una bendición a medias. Con el control local, llegó la corrupción. Nadie simbolizó mejor ese desarrollo que el 'Alcalde de por Vida' Marion Barry, Demócrata. Hay una estatua de Barry frente al municipio del D.C., en la Avenida Pennsylvania Noroeste. Reza la placa conmemorativa: 'El Señor Barry fue más grande que su propia figura -un hombre que lideró protestas como activista, y quien también encaró manifestaciones desde el puesto de Alcalde'.

De igual modo, y sin embargo, Barry es recordado por la enorme corruptela en el plano local, y por sus tropelías personales. El columnista del Washington Post, Colbert King, explica cómo Barry debió servir seis meses en prisión por tenencia de cocaína, eludió el pago de impuestos, y fue censurado en dos oportunidades por conducta impropia a manos del Consejo del D.C..

Tristemente, la tradición del Distrito a la hora de elegir a políticos más allá de su corrupta trayectoria se mantiene vigente. Trayon White, miembro del Consejo de la ciudad, fue imputado recientemente bajo cargos de aceptar el pago de sobornos para otorgar contratos a amigos de su círculo. Las fotografías del caso mostraban a White -del Partido Demócrata- aceptando sobres con dinero de parte de un informante del FBI; y ciertamente tiene mucho qué explicar.

A pesar de ello, White fue elegido para su asiento en el Consejo del D.C., con el 84% de los votos. Su juicio fue postergado hasta 2026, momento hasta el que mantendrá su condición de comisionado con poder de voto, y haciéndose de un salario anual de US$ 161 mil -mientras decide cómo gastar el dinero aportado por los contribuyentes.

Washington, D.C. es la capital de una gran nación. Cuenta con interesantísimos museos y edificios.

Pero, a todo efecto, es también una ciudad mediana -sin industria, sin agricultura, y sin atributos que aún el más pequeño de nuestros cincuenta estados debe tener para merecer la categoría. Los residentes de Washington se merecen un gobierno mejor; pero no merecen que la ciudad se convierta en un estado.



Artículo original, en inglés