'Woke': qué es; para qué sirve
Woke, como adaptación del vocablo inglés to wake (despertar) se instala como concepto en los años sesenta...
04 de Marzo de 2025
Woke, como adaptación del vocablo inglés to wake (despertar), se instala como concepto en los años sesenta en la colectividad afroamericana de los Estados Unidos de América.
Inicialmente, aludía a la realidad social del momento, signada por la injusticia social y la discriminación de que era víctima aquella minoría. Los que se han acercado al tema ponen de resalto que el wokismo no pretendía únicamente poner en conocimiento los caracteres opresivos que agobian a las personas de raza negra (asistiremos, despúes, al rechazo a ésta expresión considerada herramienta del sistema total de opresión). Se trabajaba con miras a adicionar, a la carga de información, la toma de conciencia; esto es, impulsar el proceso por medio del cual el individuo se dispone a luchar por la aniquilación del sistema opresor.
Inicialmente, aludía a la realidad social del momento, signada por la injusticia social y la discriminación de que era víctima aquella minoría. Los que se han acercado al tema ponen de resalto que el wokismo no pretendía únicamente poner en conocimiento los caracteres opresivos que agobian a las personas de raza negra (asistiremos, despúes, al rechazo a ésta expresión considerada herramienta del sistema total de opresión). Se trabajaba con miras a adicionar, a la carga de información, la toma de conciencia; esto es, impulsar el proceso por medio del cual el individuo se dispone a luchar por la aniquilación del sistema opresor.

En épocas recientes, el vocablo ha retornado como deriva del postmodernismo, y ha sido objeto de apropiación por parte de sectores que entienden que la relación opresor-oprimido no puede quedar circunscripta al ámbito de la discriminación racial. Afirman esos postulantes que esta tensión puede advertirse, en la actualidad, en la relación hombre-mujer, heterosexual-homosexual, cuerpos ajustados a los parámetros culturales -traducción: cuerpos que no responden a los mismos y, en general, situados en todo abuso de posición de fuerza. A la postre, se arriba al modelo de opresión que explicaría los submodelos anteriores: la tensión entre la clase explotadora y los explotados (en conformidad con la antigua terminología marxista de nuestros años sesenta: la opresión que las clases dominantes (también llamadas propietarias) ejercen sobre las masas proletarias).
En tal virtud, el wokismo parece redescubrir los consejos del último Gramsci, cuando el pensador recordó a las izquierdas que su futuro dependería de su capacidad de colonizar la superestructura cultural de la sociedad, apelando muy especialmente al recurso de levantar las banderas de las minorías, en el más amplio sentido del término. Es sencillo adivinar, en el consejo, la aceptación de la derrota del pronóstico que preveía la destrucción del capitalismo como consecuencia del proceso de agudización de las contradicciones. Ahora, el planeta vive una situación acerca de la cual han emitido alertas los propios think tanks de los capitales altamente concentrados: menos ricos mucho más ricos que nunca, y más pobres en la realidad planetaria. No obstante, ningún sistema comunista de matriz marxista-leninista ha sobrevivido, habiéndolo reemplazado un engendro bautizado como capitalismo de Estado (por ejemplo, en la Federación Rusa, en la República Popular China, y en algunas naciones de importancia mediana).
El antecedente del retorno del remozado wokismo puede rastrearse en la fundación, en los Estados Unidos, del movimiento Black Lives Matter (la vida de los afroamericanos importa) hacia 2013, y cuyo punto de inflexión cobrara tracción un año despúes, a consecuencia del homicidio de un joven afro -George Floyd- a manos de fuerzas de policía, desarrollo que rematara impune. Por estos tiempos, el wokismo realiza una operación de traslación o desplazamiento de las hipótesis aplicables a la relación opresor-oprimido, a una serie tan extensa que incluye la tensión padre-hijo, la dinámica maestro-alumno, policía-ciudadano y, en fin, todas aquellas en las que una de las partes perpetra un uso abusivo -en tanto injusto- de su posición dominante.
El giro conservador que se advierte en el concierto occidental ha prestado atención al fenómeno woke, no tanto por su peso específico actual, sino más bien en razón de la posibilidad de que represente una nueva versión del proverbial huevo de la serpiente. El wokismo es, en consecuencia, entendido como proyecto izquierdizante, dado su carácter decididamente contracultural frente a los valores establecidos por la ética capitalista; por blanquear su intencionalidad de abolir la meritocracia, y de fomentar colectivismos cuya pretensión final es la desvalorización del esfuerzo individual y de toda manifestación de talento personal.
Las fuerzas conservadoras han decidido formular una audaz estrategia de esterilización del proyecto woke. Han advertido algunos aspectos que podrían ser fagocitados astutamente por el establishment. Y será hora de repasar la constelación de postulados woke:
1. Denuncia de un sistema de prejuicios sistemáticos, como los que aún existen contra la comunidad LGTB+, aparte de los de base racial o de clase.
2. El sistema de opresión se sostiene por la acción de los medios controlados por el gran capital, tendiente a homogeneizar provechosamente los conceptos de idea buena-idea mala, conducta ídem, declaración ídem.
3. Denuncia de la consecuencia catastrófica para el planeta, de las conductas ecológicamente irresponsables.
4. Defensa del derecho al aborto, entendido como ejercicio de disposición del propio organismo.
Los medios de comunicación de masas, controlados por el capital altamente concentrado, han hecho adopción del ideario woke, acaso a efectos de diluir su identidad y depreciar lo que tenga de contracultural. No ha sido una adopción a saco, sino selectiva, prolija y previendo una incorporación gradual -tanto para disimular la maniobra, como para facilitar la incorporación de los valores woke elegidos.
En los medios, se advierte:
1. Una actitud respetuosa y aún sobreactuada del respeto a la diversidad sexual. Conductores y gente del espectáculo (y, más recientemente, legisladores) hacen pública su homosexualidad.
2. TV y radio han establecido un código de lo que sería 'políticamente correcto': un proceso de autocensura que chequea al segundo el 'espíritu de la época' y condiciona el discurso verbal, de la imagen, y el gestual. Su contenido general ha sido arrebatado al wokismo, con tal nivel de sutileza que las huellas del delito son indiscernibles.
3. El orden conservador acepta la advertencia de que el planeta marcha hacia una catástrofe ecológica, absteniéndose de denunciar la zona farsesca del pronóstico. Algunos dirigentes se animan, como Javier Milei, sólo para ratificar el carácter disruptivista de su conducta, y a criterio de ratificar algunos alineamientos.
4. La promoción del derecho al aborto y la licitud de las parejas homosexuales -y aún el mascotismo militante- son otras adquisiciones incorporadas al bagaje conservador, en la medida en que son funcionales a la búsqueda de una caída en el crecimiento demográfico, asunto que preocupa en círculos asociados al capital trasnacional.
5. Algunos en las derechas occidentales agitan un lema: 'Go woke, Go Broke' (Hazte woke y te castigará la bancarrota). La advertencia parece dirigida hacia los gerentes de mercadotecnia y publicidad de los grandes grupos económicos. En efecto, se ha apreciado, últimamente en el ámbito de la publicidad, la idea de asociar un producto o servicio a los postulados woke. Se cree que esta astucia facilita que el consumidor asocie lo ofrecido como actual y renovado: tanto el mensaje como el bien o el servicio serían expresión de la última novedad cultural. Esta transferencia de lo nuevo como virtuoso, sólo por su actualidad, estaría detrás -por ejemplo- de avisos recientes de autos en los que la conducción está a cargo de mujeres de piel negra. En otro, más reciente aún, son pareja un afroamericano y una agradable señorita china.
En oportunidad de desarrollarse el encuentro anual del Foro Económico Mundial de Davos, Milei compartió una conferencia en torno a asuntos económicos globales, e incursionó en la condena al wokismo. Otros dirigentes mundiales del liberalismo, antes y después del jefe de Estado argentino, lo acompañan. No parece ser una cuestión estrictamente moral la razón que motiva la descalificación.
En realidad, el programa woke, entendido como refresh del marxismo clásico, requiere de un súper Estado que intervenga con todo el arsenal de recursos de que dispone, en particular, abrazándose a la enajenación monopólica de la violencia, con el objeto de llevar a cabo (con algún atisbo de eficacia) su pre-objetivo: una etapa previa al delirio envejecido de una dictadura del proletariado.
En realidad, el programa woke, entendido como refresh del marxismo clásico, requiere de un súper Estado que intervenga con todo el arsenal de recursos de que dispone, en particular, abrazándose a la enajenación monopólica de la violencia, con el objeto de llevar a cabo (con algún atisbo de eficacia) su pre-objetivo: una etapa previa al delirio envejecido de una dictadura del proletariado.
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@Atlante2008

Sobre Sergio Julio Nerguizian
De profesión Abogado, Sergio Julio Nerguizian oficia de colaborador en El Ojo Digital (Argentina) y otros medios del país. En su rol de columnista en la sección Política, explora la historia de las ideologías en la Argentina y el eventual fracaso de éstas. Sus columnas pueden accederse en éste link.