SanCor : retórica y realidad. La desnacionalización de la gran cooperativa láctea
En su momento, el coro de obsecuentes que alberga el cooperativismo vernáculo, que sobrevive a costa de alguna que otra prebenda proveniente del erario público, consideró que la "contribución" dineraria comprometida por el inefable presidente venezolano Hugo Chávez, destinada a impedir la bancarrota de SANCOR, constituía un ponderable gesto de amistad latinoamericana y de solidaridad internacional.
21 de Julio de 2010
Según dijeron estos voceros entusiastas, dicha asistencia aseguraba que la tradicional organización industrial de los tamberos santafesinos y cordobeses no habría de perder su condición de cooperativa, mientras que tampoco dejaría de ser una empresa de capitales genuinamente argentinos.
También se dijo, que todo lo contrario hubiera ocurrido de concretarse la operación con el Grupo Soros, tal como se había anunciado inicialmente. De nuestra parte, menos entusiastas y un poco más escépticos con relación a los resultados de este tipo de tramitaciones, tratamos de explicar a los que con tales expresiones ponían de manifiesto una gran dosis de voluntarismo político junto a un deficiente conocimiento en materia de reestructuraciones empresariales, que un arreglo como el encarado entre SANCOR y el BANDES venezolano, demandaría la articulación de una compleja ingeniería financiera antes de que los 135 millones de dólares en juego ingresaran a las arcas de la cooperativa para cancelar su voluminoso pasivo.
En efecto, la cuestión no se reduce simplemente a que el "generoso" gobierno de Venezuela envíe los fondos prometidos y a que, en forma concomitante, la usina láctea inicie los envíos de leche en polvo a comercializar. Tal como lo advertimos, el asunto es bastante más complicado. Señalamos que, entre las tratativas más alambicadas que exige un acuerdo de tales características y dimensiones, se destaca la formalización de un conjunto de garantías reales (prendas, hipotecas, caución de títulos, poderes irrevocables, inhibición de disposición de bienes, actas de directorio y de asamblea, etcétera) con las cuales el nuevo acreedor (en realidad, el nuevo copropietario) de la compañía en vitual cesación de pagos, se asegura el control económico-patrimonial de ésta, de modo de evitar sorpresas a la hora de efectivizar el repago de la asistencia financiera oportunamente convenida. Por los montos en juego, además, debe suponerse que el BANDES (o el organismo gubernamental venezolano que refrende los contratos) se reservará el derecho de intervenir en la formulación del futuro Plan de Negocios de la firma "reingenierizada" y, también, es de suponer que asegurará su participación en su gestión administrativa, operativa, financiera e institucional. Esto es, precisamente, lo que se está discutiendo, analizando, elaborando e instrumentando en estos días, lo cual insume considerable tiempo en la medida en que intervienen abogados, contadores, escribanos, consultores, economistas, peritos en diversas materias, especialistas en comercio exterior y en mercado de divisas, etcétera; incluso, se necesita el concurso de autoridades públicas para que, mediante el dictado de normas específicas, convaliden el escenario tributario y fiscal que requiere el convenio comercial y financiero para que sea sustentable en el tiempo.
En este contexto, a los políticos vernáculos que trataron de capitalizar mediáticamente el asunto y que -dicho sea de paso- de proyectos de inversión genuinos no entienden un comino, les puede parecer que las cosas se demoran más de lo recomendable, cuando, en realidad, se estarían remontando las diferentes etapas imprescindibles para que todo esté debidamente consensuado, redactado y firmado antes de que una sola moneda cambie de dueño y de lugar. Por ello, tanto los ingenuos como los pícaros, que elogian con entusiasmo la supuesta dadivosidad del presidente "bolivariano", deberán armarse de enorme paciencia y esperar hasta que la reestructuración de los pasivos de la cooperativa sea completada siguiendo los usos y costumbres vigentes en los ámbitos financieros internacionales. Al final del camino, SANCOR se convertirá -dado el apabullante peso de la acreencia que concentrará en su poder el nuevo inversor- en una empresa capitalista desnacionalizada de predecible formato cuasi-estatal, aunque la operación se maquille al gusto de la retórica ideológica de moda.
De ese modo, SANCOR será otra de las organizaciones económicas privadas argentinas que, imposibilitada de remontar su propio default, debe ser enajenada en beneficio de capitales foráneos. Será, entonces, una víctima más de las crisis recurrentes que cíclicamente padece el país, sus empresas y sus habitantes; crisis provocadas por décadas de gestión depredadora de parte de los gobernantes de turno.
Por Gustavo Ernesto Demarchi, IDEADEL