"Devolvé la bolsa"
Corría julio de 1982, y también el frío calaba los huesos en Capital Federal. Pero lo peor de todo era el frío en el alma, que comenzó el 14 de junio de 1982 en Puerto Argentino, denominado a partir de ese día nuevamente Port Stanley...
21 de Julio de 2010
En un aula del colegio La Salle, el profesor Fernando Hernández narraba su experiencia como operador de radar en Comodoro Rivadavia, cuando el 29 de mayo de 1982, gracias a los buenos oficios de la inteligencia soviética, se pudo detectar al portaviones HMS Invincible.
Luego de una pausa, uno de los alumnos quiso evacuar una duda que le carcomía la existencia: "Profesor, ¿la historia se repite?". La respuesta -contundente e ingeniosa- tuvo el efecto similar al Exocet que impactó a la mencionada nave un día después de ser avistada: "Sí, m hijo, cuando los boludos no la leen". Una carcajada general hizo el resto.
Seguramente la ahora ex ministra de Economía no conoce este relato ni de oídas, pero seguramente le calza como un guante porque la frase ingeniosa también es una postal de los últimos 50 años de política vernácula.
No es la primera vez, ni desgraciadamente será la última, que un titular de Hacienda se tiene que autoeyectar a causa de un desaguisado imposible de tapar. "Me mandé una cagada", Abatida, confundida, la ministra confesó con estas duras palabras a fines de la semana pasada ante sus colaboradores íntimos que su maneja del episodio en el que se encontró una bolsa con dinero en el baño de su despacho, "había sellado su suerte en el proyecto político que con tanto ahínco defendió en los últimos años", puntualiza Martín Kanenguiser en la edición de La Nación del martes 17.
La posterior defección de la misma constituyó un nuevo torperdazo en la línea de flotación de la alicaída nave oficialista. Mucho peor que el triple batacazo electoral de junio, pues esto lo deja contra las cuerdas justo un par de días antes de la presentación de la candidatura de la Primera Ciudadana en el Teatro Argentino de La Plata. Unas pocas horas después, el siempre listo Alberto Fernández salía en cámara a anunciar que ya tenía reemplazante, el ex secretario de Industria Miguel Peirano, un pingüinito de primera ola de 40 años. Se lo vio asintiendo en una reunión junto a De Vido y el presidente Kirchner, casi vestido como él con una corbata celeste, en Casa Rosada bajo los flashes. Para los reporteros de TN, este detalle de su indumentaria no pasó desapercibido, pues ilustra claramente quién es el que maneja los destinos económicos y financieros de la Nación. ¡Con seguridad! El aún inquilino de Balcarce 50 es quien decide, pone, saca y ordena por decreto esfumar de un plumazo la inflación.
Para el mencionado Fernández, Peirano es un "productivista e industrialista", y según la nota aludida arriba, "su compromiso ahora es con el presidente Néstor Kirchner, a quien admira, respeta y defiende". O sea, que el edificio ese tan bonito, con mármoles acribillados por la metralla del 16 de junio de 1955, y ubicado en la calle Hipólito Yrigoyen, nuevamente está a cargo de un clon del Ejecutivo. Lo fue también Miceli, entronizada gracias a la repulsa que le profesaba Cristina al entonces ministro Roberto Lavagna.
Piloto automático
Desde hace décadas, la frase que ilustra este subtítulo es utilizada hasta el cansancio por economistas, funcionarios, periodistas, especializados o simples transeúntes para intentar definir algo difícil de comprender : que la hacienda básicamente se asemeja a un avión conducido solo por sus mandos electrónicos. Esa prescindencia del elemento humano puede acarrear necesariamente dos cosas. Una, que la aeronave pueda capear la situación anómala sin novedad, o la segunda, que irremediablemente se estrelle en el inframundo. Con ese tenor, se ha dicho que la situación económica actual está así hasta las elecciones del 28 de octubre. O sea, en stand by a la espera de la victoria de la mujer del mandatario santacruceño. Tamaña ingenuidad, sólo se condice con una administración que intervino el INDEC porque no le gusta que suban los precios.
La manipulación constante de la realidad, si no le cuesta caro a Kirchner, puede estallarle en la cara a su mujer si eventualmente resulta vencedora el domingo 28 de octubre. Porque como no hay mal que dure cien años, tampoco una mentira puede perdurar por siempre sin devorarse a sus principales detentadores. Con la profecía de Bergoglio sobre sus cabezas, no se sabe a ciencia cierta qué es lo que harán de ahora en más, con una población en vilo y hastiada de tantos manejos descabellados, al borde de un precipicio que crece cotidianamente.
Fernando Paolella, Tribuna de Periodistas.
Por Fernando Paolella, Tribuna de Periodistas