El Gran Kalifa de Río Gallegos y la antigua (pero aggiornatta) leyenda del culo prodigioso
Vodevil-Sainete en un acto. Psico drama campestre-monetario-escatológico-telúrico, con un toque surrealista sexológico (cualquier semejanza con la actualidad argentina, es mera casualidad).
21 de Julio de 2010
Se levanta el telón...
El Gran Kalifa de Río Gallegos, Don Juan Manuel de K, más conocido por sus muy sufridos súbditos como el "Restaurador de los Setenta", estaba, plácidamente, repasando los diarios, largamente estirado en la Poltrona Mayor del Palacio Rosado. Al mismo tiempo, acariciaba, suave y armoniosamente, el mítico bastón-látigo-gran falo presidencial. De repente, empezó a proferir histéricos alaridos, cuyos estruendos retumbaron más allá de la General Paz. El ojo biónico le comenzó a girar al ritmo de una licuadora. No podía creer lo que leía. En tipografía tamaño catástrofe, en la primera plana de "LA KORNETA OXIDADA", angustiado, herido, vituperado, pudo observar : "Servini cita a Miceli a declaración indagatoria". Tras cartón, las carótidas y las hemorroides se le hincharon cual manguera de bomberos. Acto seguido, comenzó a blasfemar para sus adentros. "¡¿Qué cuernosh pasha?! ¡¡Desde hashe un mesh que shon todash pálidash!! ¡¡Hashta "LA KORNETA" me tira a matar... con la cantidad de negoshiados que lesh he shervido en bandeja!!".
"Que she preshente, de inmediato, el Alberto", vociferó el Kalifa. A la velocidad de la luz, entró al despacho el Jefe de Gabinete, más apenado que alma que se la lleva el diablo. Tenía una opresión en el pecho. El corazón le latía a 140 y la presión arterial -presentía- debía andar en 22. Conocía muy de cerca esos esperpénticos berrinches y palpitaba que la mano venía muy fulera. Para espantar los malos presentimientos, pensó en Vilma, los poemas románticos y las ardorosas noches de amor sin límites.
"Deshime Albertito, qué ocurre en el Kalifato. Cómo esh poshible, que una trishte juesha, she digne en emplashar a mi querida Felishita", interrogó el Restaurador.
Compungido y al borde de la extremaunción, el Alberto intentó desgranar algunas explicaciones. "Es por lo del baño, Gran Kalifa. Recuerde que la tuvimos que rajar cuando en el toilet le encontraron una enorme e inusitada ristra de billetes, de variados signos monetarios. Y las explicaciones que dio, desdichadamente, no las creyeron ni los chicos de salita de tres. Como consecuencia ineluctable, el Fiscal, apretado, no tuvo otra salida, que solicitar a la Jueza, que la llamara a indagatoria. Y la Magistrada no tuvo más remedio que llevarle el apunte. De lo contrario, el kilombo hubiera sido de órdago. Encima, en la encrucijada de un sonoro clima electoral, con la Reina, Diosa, Emperatriz, Gatúbela, Cristina, de por medio", intentó razonar el funcionario.
El Restaurador lo miró fijamente y le espetó secamente. "Lo que ocurre esh que vosh, amén de no entender nada, deshconocesh algunosh shecretosh de Eshtado. Te lo voy a eshplicar. Pero no she lo cuentesh, ni a tu shombra.
¿Recuerdash que deshde que lo echamosh al "Pálido", el gashto público ha creshido al infinito? ¿Cómo creesh que hemosh podido pagar shemejante latroshinio? ¿No imaginash nada?".
Ante el rostro estupefacto del Alberto, el Gran Califa continuó. "El shecreto reshide en el culo portentosho de Felisha. Ella esh capash de cagar peshosh, dólaresh, francosh shuishos, eurosh, librash. Y shi le dash de comer la dieta adecuada, puede cagar krugerrandsh, mexicanosh y eshterlinash de oro!!!!!?.
El Chief of Cabinet vernáculo no entendía nada. Que la situación lo desbordaba totalmente, se trasuntaba en su cara. Más específicamente en el bigote, que, tal cual su costumbre inveterada, cambiaba de color, como el camaleón.
Continuó el Kalifa. "Deshgrashiadamente, el ashiago día de losh hechosh, Felisha comió algo raro. Preshumiblemente, de un delivery shino. Por ende, cagó la bala termoshellada, con marca del Banco Shentral, incluida. Aparte de shu rutina diaria de verde moneda. Alberto, no te imaginash el hallashgo de tan portentosha pershona, propietaria de un orto que haría las envidiash eternash de los alquimishtas!!!!?, exclamó el Restaurador.
Los ojos del Alberto aumentaron al tamaño de un gigante par de huevos fritos. "Sinceramente Gran Kalifa, mucho sospecho que el Fiscal Marijuan, no va a aceptar mansamente, su egregia argumentación. Y Felisa tendrá que demostrar, ante la Justicia, sus más que extraordinarias facultades".
El Resturador le clavó en la frente su ojo biónico. "Alberto, te dash cuenta que shi eshto se shabe, el deshpelote internashional que she arma, shacude losh mercadosh de todo el planeta. Felisha caga moneda extranjera!!! Esh notoriamente ilegal!!! (A mí qué joraca me importa) Y esho va a dishgustar a los imperialistash hijosh de puta!!! Hay que mantener el máshimo shecreto, ¿entendésh? Hashta la KGB anda detrásh de ella. Shería horrible que terminara sush diash en la Shiberia, cagando ad eternum divishash para Putin! También hay otro magno inconveniente. Me acaba de llamar Felishita. Me confeshó, muy compungida, que el stressh produshido por el raje y la shitación judishial, le habían provocado un shevero eshtreñimiento! Hace tresh díash, que lo único que puede cagar, shon un par de chirolash de shinco guitash cada 24 horash! A eshte ritmo, el erario she va al shoberano carajo, antesh de octubre. Pobre mi Dulshinea del Tobosho. Tan ilushionada que eshtá con sher la nueva Colifata. Shin embargo, con la Shervini no te preocupesh. Llamala y deshile, de parte mía, que repashe el Manual de Proshedimientosh para eshtosh cashosh de eshtrema emergenshia. Y que aplique la jurishprudenshia Amira Yoma (a) "Valija Voladora". Ella te va a entender y el affaire va a culminar como correshponde : en un cajón, bajo shiete llavesh.
Una vez salido de la escena el Alberto, K marcó el número del celular de su amada. "Crishtina, no te preocupesh. Todo va a shalir bien. Todo bajo control. Eshtoy de viaje en el helicóptero para Olivosh. Andá abriendo lash patash. Don t worry, el bashtón, gran falo presidencial, va a cumplir con shu labor patriótica".
Cae el telón...
(Mientras, el mundo se recaga de risa, del culebrón vernáculo)
Por Severo I. Turro, para El Ojo Digital Politica