El reclamo contra las papeleras ya fracasó
Más allá de la reciente orden judicial para que Gendarmería Nacional impidiera el corte de una de las vías terrestres hacia el Uruguay, es ya claro el fracaso del reclamo llevado adelante por asambleístas entrerrianos.
21 de Julio de 2010
Mucha agua ha corrido ya bajo el puente del dudoso reclamo contra las papeleras o pasteras uruguayas.
Luego de más de un año de protestas y de intentar por todos los medios una alta exposición mediática, los exaltados asambleístas de Gualeguaychú comienzan a sentir que su reclamo ha sido ignorado por toda la nación.
Y no era para menos. Los asambleístas nunca supieron convocar a la ciudadanía con los mejores modos. Más bien al contrario : optaron por mecanismos puramente confrontativos, no solo frente al Uruguay, sino que también alimentaron serias diferencias entre argentinos. Y todo esto sin olvidar que los orígenes de la protesta siempre estuvieron sugestivamente ligados al lamentable accionar del corrupto Gobernador de Entre Ríos -acérrimo kirchnerista-, el señor Jorge Busti. En la bella provincia mesopotámica, todos conocen los detalles del comienzo de la historia, un relato de corrupción e intentos de acaparar jugosos retornos de los empresarios europeos, quienes inicialmente llevarían el proyecto a tierras entrerrianas. Las coimas requeridas por Busti fueron exageradas, aún para los corruptísimos políticos argentinos. En su afán de querer implantar un nuevo récord, los empresarios volaron con sus carpetas hacia el otro lado del río, donde el trato hacia el empresariado es muy superior. Es entonces cuando Busti inicia su campaña en contra del Uruguay, bajo la jamás comprobada apreciación de que el emprendimiento de Botnia contaminaría no solo tierras uruguayas sino también a Gualeguaychú, y que el turismo se vería afectado. Prometió el Gobernador llevar la batalla hasta las últimas consecuencias, y todo a partir de aquellos dineros que se perdió de recolectar en forma personal.
La táctica de Busti fue, desde un comienzo, financiar la operatoria de los activistas más duros de su provincia. Y para que quede bien claro, Entre Ríos es una provincia en donde prácticamente el 80% de la actividad económica está en manos del estado. Busti se aseguró la presencia de muchos empleados públicos en los cortes de ruta, en muchos casos bajo la amenaza de que quienes no participaran, no cobrarían a fin de mes. Los núcleos duros de Gualeguaychú no solo llevaron a cabo cortes de ruta sino que amenazaron y agredieron a todo aquel que no se sumaba a los boicots. Existen casos de camioneros apaleados por querer superar los cortes de vías y de comerciantes de la provincia que se negaron a cerrar para participar de las acciones.
Peor aún, Jorge Busti llevó el tema al despacho del Presidente Néstor Carlos Kirchner, obviando -por supuesto- la cuestión de las coimas, y presentándole su versión de la realidad del mismo modo en que se manipuló a muchos argentinos. Kirchner creyó la versión de Busti y se convirtió -tal vez sin saberlo- en férreo defensor de los oscuros intereses del gobernador entrerriano. Después de todo, el Presidente le debía el apoyo cosechado en Entre Ríos para su candidatura presidencial pasada.
A partir de allí, el tema se convirtió en otro triste capítulo de una diplomacia argentina que cada día más envidia a la de las repúblicas bananeras. La Argentina sufrió caída tras caída en foros internacionales, en donde no solo se veía al Uruguay como el país pequeño que es agredido por un vecino más poderoso, sino que, en definitiva, nuestro país se transformó en el hazmerreír de la comunidad internacional. Y para aquel que lo dude, solo basta rememorar lo sucedido objetivamente : tenemos en esta historia a un gobernador que no solo justifica sino que promueve a la utilización de tácticas violentas para defender sus intereses personales... y a un presidente que lo respalda.
Como ya hemos dicho, el reclamo contra las pasteras ya fracasó. Inicialmente, el reclamo pudo ser valedero, pero otra hubiera sido la percepción si la protesta se hubiera enmarcado en un panorama más amplio y objetivo. Porque de nada sirve reclamar contra las pasteras -supuestamente- contaminantes que se han instalado en una nación limítrofe, sin contemplar que en el propio país existen al menos una docena de emprendimientos de cuya contaminación nadie duda. Y, saliendo del terreno de las pasteras o papeleras, el Uruguay jamás ha planteado reclamo alguno contra la central nuclear de Atucha que, de sufrir un accidente, no solo afectaría por miles de años áreas extensísimas que abarcarían a la Capital Federal y el conurbano, sino también al propio país vecino. Las autoridades uruguayas jamás han interpuesto reclamos contra la continuación de las obras de Atucha II... Y lo cierto es que tendrían mayor autoridad moral para hacerlo que los propios asambleístas entrerrianos.
A fin de cuentas, los asambleístas solo han logrado cosechar ingentes olas de odio y desprecio del resto del país para con su propia provincia. En la Capital Federal, ya se han anotado no solo la bronca de aquellos que viajan regularmente al Uruguay de vacaciones o por negocios, sino que también son ya enemigos declarados de los miles de porteños que han intentado circular con su vehículo particular o taxi en cercanías de Plaza San Martín y que no han podido hacerlo, a partir de las protestas que los propios asambleístas realizaran contra la embajada de Finlandia, ubicada en aquella zona de la Ciudad. Los trasnochados de siempre se burlan del porteño que vacaciona en el Uruguay, bajo los razonamientos retrógrados de moda bajo el kirchnerismo : "si tienen plata, que se jodan". Y no faltó el que dijo : "prefieren irse de vacaciones antes que defender la ecología".
Los asambleístas de Gualeguaychú podrían ser catalogados de terroristas ecológicos, aunque eso sería ofender a los terroristas de la especie original. En la sociedad argentina jamás prendió el reclamo, y a partir de los mecanismos violentos utilizados por los promotores, muchos ciudadanos cayeron en la cuenta de que había intereses políticos y personalistas detrás de la protesta. Existe hoy una creencia al respecto de que el entrerriano promedio no gusta del trabajo duro y la imagen que se tiene de él es sentado a la vera de la ruta mientras ceba mate. ¿Puede alguien negar que la actitud de los asambleístas ha contribuído a extender esta percepción? Para colmo, emergió la figura de la impresentable Evangelina Carrozo, inicialmente "defensora de la ecología", y actualmente devenida en prostituta VIP. Su viaje a Europa y otros traslados fueron financiados en primer término por la propia Administración Busti. En las postrimerías de sus quince minutos de fama, Carrozo incluso abandonó los reclamos y se dedicó a anotarse en la lista de clientes de Gerardo Sofovich. Evangelina Carrozo constituye un papelón dentro del papelón mayor.
La muerte del reclamo contra las pasteras es tan evidente que Gendarmería ni siquiera tuvo que recurrir a gran esfuerzo para impedir los últimos cortes. Los asambleístas se saben, ya, derrotados.
Jorge Busti también.
El Ojo Digital Sociedad