Jorge Julio López, el desaparecido en la Era Kirchner : Aníbal Fernández y agrupaciones de derechos humanos, bajo sospecha
¿Cuánto sabe y cuánto oculta el Ministro del Interior frente a la desaparición de López? Por otro lado, ¿son los derechos humanos y las desapariciones parte de un jugoso negociado para unos pocos?
21 de Julio de 2010
En las investigaciones independientes realizadas por medios que orbitan por fuera del círculo de los dineros de la publicidad oficial, el Ministro del Interior, Aníbal Fernández, aparece como el "hombre del Gobierno que sabe demasiado y que calla aún más", frente al caso López.
Si de cuestiones de organigrama se tratase, Aníbal Fernández sería el principal responsable por lo ocurrido con la desaparición del testigo en la causa contra Etchecolatz. En definitiva, debería ser la primera víctima política si se comprobara el deceso del anciano ex albañil. Pero, a partir de la cremación del cadáver -ya confirmada por muchos en el ambiente político-, sería imposible hallar restos que puedan identificarse. Los autores del autosecuestro -enquistados dentro del kirchnerismo bonaerense y que están claramente individualizados- se saldrían con la suya y no pagarían por sus actos, lo mismo que los responsables políticos de la Administración Kirchner.
El sitio web que con mayor profundidad ha investigado el tema López ha sido Tribuna de Periodistas -en su URL http://www.periodicotribuna.com.ar/, copiar y pegar en su navegador-, de Christian Sanz y Fernando Paolella. Sanz llevó adelante investigaciones detalladas que lo llevaron a dar con Jorge Scanio, la última persona que viera a Jorge Julio López con vida. Scanio intentó, desesperadamente pero en vano, contactarse con las autoridades nacionales a los efectos de relatar lo que había visto. El ministro Fernández no solo ha dicho del caso que sólo podrían solucionarlo "Dios y la Virgen", sino que ha llegado al extremo de negar públicamente la existencia y las declaraciones del testigo Scanio, como si el hombre jamás hubiera nacido. Fernández es el ícono del desinterés en el tema seguridad, y Néstor Kirchner lo ha nombrado como el número uno en la cuestión.
Aníbal Fernández, por lo pronto, es una de las figuras que ostenta uno de los más oscuros prontuarios del kirchnerismo. Se lo ha relacionado -sin temor a error- con el negocio del tráfico de cocaína en Quilmes y con los desarmaderos de automóviles. Estuvo prófugo de la Justicia por haber malversado fondos del municipio quilmeño. Fue menemista acérrimo en los noventa. Es también el principal responsable por los peores índices de criminalidad que la Argentina ha tenido en su historia desde que surgió como nación y jamás ha dado explicaciones por ello. Miles de muertos por la inseguridad llevan la marca de la ineptitud de Fernández en su sangre.
El único margen que queda para la esperanza es el acuerdo secreto que todos los miembros de la oposición han confirmado para enviar al ministro a prisión ni bien abandone la cobija del poder.
Por estas horas, el Dr. Fernández -fiel lector de El Ojo Digital-, se encuentra sumamente nervioso y en extremo atemorizado. La desaparición de López es uno de los principales motivos para su crispación de nervios. Pero también lo es el hecho de que el propio kirchnerismo lo ha abandonado a su suerte, no reservándole lugar en las listas de legisladores del Frente para la Victoria de cara a octubre. Ello lo habilitará para eventuales procesamientos y para visitar cárceles federales, no como invitado sino como nuevo habitante.
Y existe un dato más para Aníbal, que proviene desde las fuentes de siempre que recorren a paso cansino los pasillos de la rosácea construcción de Balcarce 50 : el Presidente ya le ha bajado el pulgar al Ministro del Interior. No solamente Cristina Fernández Wilhelm no convocará al polémico y cuestionado funcionario para su gobierno -de ganar, claro-, sino que el matrimonio presidencial ya ha convenido liberarlo a su entero libre albedrío. El propio Presidente ha comentado, por lo bajo, que Fernández deberá hacerse cargo de su propia defensa...
Con todo, el funcionario debería estar aún más preocupado, pues los embajadores no gozan de la misma inmunidad que diputados y senadores. Pues hay quienes todavía creen que los dignatarios del servicio exterior no pueden ser removidos por nuevas Administraciones y que tienen la durabilidad de un diputado o un senador. Y esto no es así.
Pero no solamente Aníbal deberá cargar con la pesada cruz de López : llegado el momento, también deberán pagar por su complicidad los personajes oscuros del redituable rubro de los "derechos humanos" como Estela Carlotto y Hebe de Bonafini, quienes "aparentemente" denuncian no saber detalles sobre el tema, a la vez que celebran, en cada aniversario, el bombardeo a las torres gemelas de Nueva York. Pero lo cierto es que las mencionadas, al igual que Carlos Kunkel y Oscar Parrilli, saben más de lo que declaran públicamente. Y no habría que dejar fuera del cuestionario al ex líder piquetero -referente kirchnerista con prisión asegurada en poco tiempo- Luis D elía.
Sin dudas, existen núcleos dentro de la lucha derechohumanista que desconocen lo sucedido con López y que trinarían de furia si supieran la verdad. No obstante, sus principales líderes han privilegiado los acuerdos económicos con los autores intelectuales del autosecuestro, mientras señalan con el dedo a represores enjaulados como instigadores y cabecillas de asociaciones ilícitas que secuestran testigos para luego torturarlos por puro placer. Testigos "armados" y reeducados con el fin ulterior de distraer la atención de la opinión pública sobre los problemas verdaderamente importantes.
Como sucede en muchas sociedades occidentales y no occidentales, la forma más adecuada de mantener a una sociedad bajo control es la agitación permanente del miedo y del conflicto, aunque su existencia concreta sea solo una fantasía. Divide et impera, reza el viejo dicho, con plena vigencia desde los tiempos del imperio romano hasta el día de hoy. Lo utiliza Bush, lo utiliza Hugo Chávez, y también hacen uso de él las vetustas organizaciones locales de derechos civiles, cuyos líderes se enriquecen merced a los subsidios de un Estado cómplice. Sus jóvenes seguidores -con sus cerebros lavados bajo extrema planificación- asisten a las marchas y sacrifican su salud en inútiles enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, pero nunca ven un centavo de las jugosas utilidades de los Carlotto, Schocklender, Bonafini...
Quienes han montado las operetas de Luis Gerez y Jorge Julio López creen tenerlo todo bajo control, pero ignoran que ellos también están siendo seguidos de cerca. Ignoran también que, más tarde o más temprano, serán entregados a los lobos por sus jefes.
Téngalo en cuenta Señor Ministro.
El Ojo Digital Política