"Reina Kristina" : Alberto Fernández y la intolerancia de siempre
Un repaso de Fernando Paolella -PeriodicoTribuna.com.ar-, frente al nuevo papelón del Jefe de Gabinete, Alberto Fernández, que acusara de "soberbios" a los porteños, simplemente por no haber preferido a Cristina Fernández Wilhelm en las recientes elecciones presidenciales. Apuntes sobre los indicios de fraude.
21 de Julio de 2010
"Le voy a seguir pidiendo a la ciudad que sea parte de un país, y que deje de votar y pensar como una isla", dijo Fernández a Radio América, y recordó: "El otro día me causó alguna gracia esta idea de que los mayores soberbios del país estaban reclamándole a Cristina su condición de soberbia".
El jefe de Gabinete señaló además que si bien Carrió "ha hecho una elección importante" en la Capital, ganó "con voto propio y con voto ajeno", a través de los "sectores de la derecha que abandonaron a López Murphy y la acompañaron a ella".
Cuando se habían escrutado el 99,05 por ciento de las mesas, Carrió obtenía el primer lugar en el distrito porteño, con el 37,68 por ciento de los votos, en tanto que la presidenta electa Cristina Fernández obtenía un segundo lugar con 23,64 por ciento de los sufragios.
Fernández reconoció hoy que "la ciudad es esquiva" e interpretó que "los sectores medios compraron más la tesis de Cristina intolerante, irreflexiva, no dialoguista, incapaz de mantener el diálogo" y consideró que esos sectores "creyeron esa prédica".
"Se trató de un análisis que hicieron los sectores medios que definitivamente no confiaron en Cristina, que la vieron con una actitud intolerante, y le creyeron más a la oposición y a algunos medios", afirmó el jefe de Gabinete.
"Es difícil pensar que la ciudad de Buenos Aires no recuerde que cuando llegamos al gobierno en la ciudad el 80 por ciento de los locales estaban vacíos y que hoy no se consigue un kiosco por menos de 100 mil dólares", dijo Fernández.
"Ese crecimiento que demostró la ciudad precisamente ha beneficiado más a esos sectores, pero eso no ha sido tenido en cuenta, han ponderado otras cosas", concluyó.? (Diario La Nación on line, dixit, en la mañana del lunes 29). El enojo del inefable jefe de Gabinete no es un sentimiento nuevo, sino que también fue proferido en su momento por Carlos Menem cuando el electorado porteño también le era esquivo. Pero el batacazo de la derrota no sólo se sintió en este territorio, sino que el amargo medicamento también fue ingerido en La Plata, Bahía Blanca, Rosario, Córdoba y Mar del Plata.
Dicho en buen romance, en los principales centros urbanos el cristinismo perdió de forma ostentosa, mientras que en gran parte del conurbano bonaerense su triunfo se debió fundamentalmente a maniobras cuasifraudulentas.
Pasado el mediodía de ese domingo 28, indignados votantes acribillaron programas de radio denunciando que faltaban boletas opositoras, que individuos truchos las robaban, que faltaban fiscales y otras autoridades de mesa que no fueran del oficialismo. Esteban Mirol, al frente de una guardia periodística en ese momento de Radio Mitre, no sabía ni qué decir ante las airadas voces de mujeres que a cada minuto le tiraban esas denuncias, fundamentalmente provenientes de ese distrito electoral. En Lanús, territorio del sempiterno Quindimil, sus fiscales cayeron en la cuenta que se habían pirado las boletas que llevaban su nombre, como también en otros distritos se encontraron con que algunas estaban tiradas en la calle símil basura. En el peor de los casos, cuando esto era denunciado a un policía éste le replicaba diciendo que "no podía hacer nada, pues eso fue hecho por gente de Cristina", y se detuvo a un sujeto que, portando campera a pesar del calor reinante, debajo de la misma ocultaba una veintena de boletas de Carrió y Lavagna.
En colmo de los colmos lo constituyó la cobertura periodística que desestimó de plano estos acontecimientos, a tal punto que, cuando Patricia Bullrich concurrió al Correo Central para efectuar la pertinente denuncia, prefirieron quedarse con la versión oficial de Aníbal Fernández.
"Ejemplo de transparencia"
"Rápidamente, noté la agresividad de la gente hacia los medios, y, puntualmente, hacia Radio Mitre. Nos preguntaban a los gritos que qué hacíamos ahí; nos pedían que nos fuéramos, ya que trabajábamos para el grupo Clarín, al cual acusaban de haber hecho todo para que cayera De la Rúa y se decidiera la pesificación. Nos acusaban de estar detrás de todo esto, y de ser unos hipócritas. Gritaban digan la verdad". Esto lo relata la movilera de la misma emisora que actualmente trabaja Mirol, Mariel Di Lenarda, testimonio recogido en el libro Noticias del poder, de Jorge Halperín. Pero la corporación mediática no aprendió la lección, ya que al día siguiente un artículo de Fernando Laborda señala que "nunca desde la recuperación de la democracia, en 1983, una elección presidencial fue un acto tan complicado y plagado de enredos para tantos ciudadanos.
Seguramente los comicios de ayer estuvieron lejos de ser los más cristalinos de la historia argentina, como enfatizó el ministro del Interior, Aníbal Fernández. En ninguna de las seis elecciones de presidente de la Nación efectuadas desde la llegada de Raúl Alfonsín al poder se produjeron tantas denuncias sobre faltantes y sustracciones de boletas de los cuartos oscuros como ayer.
No obstante, sería desacertado calificar, a partir de esta única informacion, de fraudulentos a los comicios, o bien poner en duda la legitimidad del triunfo conseguido por Cristina Fernández de Kirchner, quien cosechó una abultada diferencia sobre su más inmediata perseguidora.
La desorganización que se vivió en muchos centros de votación, especialmente del distrito porteño y del Gran Buenos Aires, es un síntoma del déficit de calidad institucional y también de la crisis del sistema de partidos políticos en la Argentina. Más claro, echarle soda.
Entonces, la bronca intensa de quienes sintieron que fueron vulnerados sus derechos constitucionales, cayó en saco roto.
La misma se hizo patente, visible, galopante y crónica en la mañana de esa jornada, observando los comentarios airados y los denuestos subidos de tono de cuantiosos porteños y bonaerenses que amanecieron con una sensación de haber sido burlados.
Fernando Paolella
Por Fernando Paolella, Tribuna de Periodistas