POLITICA - EL ACTO DEL CAMPO EN ROSARIO: POR MATIAS RUIZ, PARA EL OJO DIGITAL

El kirchnerismo acusa fuerte golpe tras el acto del agro en Rosario. Se espera una mayor caída de la Presidente Cristina Fernández en las encuestas

Más de 200 mil personas se congregaron en Rosario este domingo para expresar su categórico rechazo a la postura oficial contra el sector agropecuario. Una derrota que será difícil de digerir para la Casa Rosada.

21 de Julio de 2010
Ya se ocupan los medios del país de comparar -solo desde el frío reflejo de los números- los actos que tuvieron lugar el domingo en Rosario y Salta. Se recurrirá a un número determinado de consideraciones subjetivas y a los efectos políticos de las manifestaciones pero todos deberán arribar, por igual, a una innegable conclusión : que la Administración de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner ha resultado humillada y, hasta cierto punto, víctima de una trampa organizada inconscientemente desde el propio kirchnerismo. El acto del ruralismo en Rosario fue masivo, y corresponde preguntarse el por qué de tan notable asistencia. Acaso la virulenta arremetida encarnada por el núcleo duro del kirchnerismo contra los productores, en forma de agresiones originadas en funcionarios de primera y segunda línea del Gobierno, piqueteros, gremialistas y otros grupos alineados con el oficialismo hayan contribuído. El ex presidente Néstor Carlos Kirchner fue el arquitecto del desastre que ha terminado por derribar la imagen pública de su señora esposa, convertida hoy en una primera mandataria sin aprobación ni simpatías en la sociedad. Intentó Kirchner arrinconar a los productores y jugar a ahorcarlos para que, por la vía del desgaste, aquellos se vean obligados a retornar a la mesa de negociaciones, "con el rabo entre las patas", como reza la expresión. Desde el inicio, resultó ser una idea cuestionable reivindicar la intención oficial de dialogar, al tiempo que se amenazaba con enviar a Gendarmería Nacional a reprimir manifestantes primero, para luego recurrir a piqueteros y camioneros. Tal vez ello sea complicado de entender para la Presidente, pero la sociedad solo puede leer esta estrategia de una sola manera, a saber, que la Casa Rosada se vale de violentos y de organizaciones ilícitas y hasta paramilitares para amenazar a todo aquel que ose pensar distinto. Pero lo que la ciudadanía se pregunta mayormente es qué intentó hacer el matrimonio presidencial con los actos de Salta. Es la primera vez en la historia argentina que los líderes de turno convierten una fecha de semejante importancia en un vulgar acto político. No solamente fracasó el gobierno ante la opinión pública de cara a la conformación del público "oficial", configurado por ciudadanos de clase baja -llevados en más de 200 micros-, gremialistas y referentes del "piqueterismo de caja". Alcanzó la Presidente el límite del ridículo tras comprobarse que los presentes en su acto no totalizaban siquiera 20 mil personas. Hasta el fin de semana pasado, las encuestas más optimistas se atrevían a presentar un temerario 30% de apoyo a la gestión de la señora del ex presidente Néstor Carlos Kirchner. Por estas horas comenzarán a develarse nuevas encuestas que el propio Gobierno Nacional ha encargado y que darán a conocer a unos pocos que la primera mandataria apenas araña los 15 puntos de imagen positiva. Ya se ha dicho en esta columna : no existe presidente en sitio alguno del planeta que pueda sostenerse en el poder con un índice tan pauperizado. Y ello si se deja de considerar que este gobierno ya ha debido sufrir dos importantes cacerolazos y protestas en todo el país. Muy inteligente, por otro lado, ha sido la estrategia implementada por el agro. El sector jamás negoció el levantamiento del acto de ayer y sale ahora más fortalecido para negociar. Tampoco permitió la politización del evento, con lo cual ello sirvió para desautorizar una nueva crítica proveniente del oficialismo. Cuestionamientos que, dicho sea de paso, son falaces pues los Kirchner, desde su llegada al poder, han politizado todos sus actos y apariciones públicas. ¿Acaso le ha sido negado a la sociedad el derecho de politizar con sus líderes? El discurso de la Rosada hace ya tiempo que se asemeja peligrosamente al de una dictadura. Al parecer, la frecuencia de los contactos entre la dirigencia local y el impresentable venezolano Hugo Chávez ha incrementado no solo los lazos financieros sino también ideológicos. Los Kirchner se han pegado, incluso, los peores vicios de un chavismo hoy en extinción. La más grande oportunidad perdida por el Gobierno Nacional fue ayer, y lo sentenció bien claramente De Angeli en su porción del discurso rosarino : "Si hubiéramos acordado, Presidenta, Ud. estaría hoy liderando este acto". En efecto, si hubiera tenido lugar un acuerdo, el tan mentado "relanzamiento" del gobierno de los Kirchner se hubiera concretado. Los mercados hubieran acusado un impacto positivo, sacudido por un shock de la renovación de la confianza. La actividad económica hubiese repuntado y, aunque lentamente, la Presidente hubiera conseguido frenar su caída en las encuestas. Pero sucederá todo lo contrario : ya en la mañana del lunes, se percibió una nueva caída importante en las cotizaciones de los títulos públicos de la Argentina. La parálisis industrial y de los sectores productivos terminará por acentuarse, así como también la desconfianza generalizada de una sociedad que, hasta no hace mucho, mantenía sus niveles de consumo. Ahora el país que pretendían conducir los Kirchner no tiene caja, pues, a pesar de las ingenuas voces que insisten en la liquidez del Banco Central, lo cierto es que al menos el 40% de sus activos está comprometido a partir de los próximos vencimientos de la deuda exterior. Y será imposible obtener nuevos créditos. No los cederán el Banco Mundial ni el FMI -organismo contra el que la Argentina votó recientemente-. Mucho menos lo hará Venezuela, cuyo presidente Hugo Chávez se encuentra muy comprometido de cara a las próximas elecciones presidenciales de noviembre. Ya que hablamos del Banco Central, es ya un hecho que la presión del público sobre el dólar volverá a sentirse, y la institución que conduce Redrado volverá a verse desangrado en sus reservas, liquidando dólares en un juego que ya se percibe interminable. Aunque la primera herramienta financiera de que dispone el Estado aparezca, a priori, preparada para hacer frente a cualquier corrida, el solo hecho de tener que hacerlo no le garantiza la victoria. El sistema no puede sostenerse si una crisis mayor depende de la disponibilidad de dólares que tenga el Central para hacer frente al miedo del público. En definitiva, lo que está haciendo Martín Redrado es acomodar las sillas en la cubierta del Titanic, aunque la analogía suene un tanto tenebrosa. Detrás de esta táctica parece entreverse la figura de un soberbio Néstor Kirchner, quien apuesta a provocarle pérdidas a los supuestos especuladores. Pues bien, estos "especuladores" no son otros que los propios ciudadanos que en su momento lo han votado pero que hoy atisban la posibilidad del derrumbe de sus economías hogareñas y que se sienten obligados a protegerse. ¿De dónde obtiene el público los pesos necesarios para mudarse a dólares? De los sucesivos incrementos de salarios otorgados con fines electoralistas o de corte populistas que la Administración ha venido implementando. Una solución que equivale a tirar la pelota hacia adelante, dado que esos incrementos, por lo general, vienen con la etiqueta de "sumas fijas no remunerativas". Por si la cuestión de la corrida financiera no fuese factor suficiente a temer, a la sociedad aún le resta sufrir en carne propia lo peor de la inflación -que todavía no llega- y una acentuación de la crisis energética que se espera para el invierno. Sin importar las sonoras interpretaciones que analistas políticos y funcionarios pretendan hacer sobre el problema, lo cierto es que el brete en que se ha metido el kirchnerismo podría solucionarse de un minuto al otro si se redujeran o eliminaran -de una vez por todas- las retenciones móviles que se han impuesto al agro. De lo que se deduce que si la Casa Rosada continúa transitando por la vía de la soberbia y no da el brazo a torcer, es el propio matrimonio presidencial el que será visto como el que juega a que se incendie el país con tal de presentarse como más fuertes ante la opinión pública. De nada le servirá a Eduardo Van der Kooy y otras plumas cercanas al gobierno tildar al agro de intransigente, dado que el monumental tropiezo ha provenido desde los pasillos del poder. Si bien están pautados nuevos encuentros entre los representantes de las entidades y un puñado grupo de devaluados funcionarios del Gobierno Nacional -como Alberto Fernández y Guillermo Moreno-, lo más probable es que en este escenario nada cambie, a no ser que la Presidente tome de una vez el toro por las astas y de marcha atrás con el grosero error de las retenciones. A propósito, pocos estudiosos del problema lo han señalado, pero ante cada nuevo capítulo en materia de reuniones, las figuras del Jefe de Gabinete y del Secretario de Comercio pierden todavía mayores cuotas de credibilidad. Por estas horas, nuevos rumores -cada vez más fuertes- vuelven a poner sobre el tapete la posibilidad casi certera de que Alberto Fernández abandonde, ahora sí, el gobierno, ante el inclaudicable desgaste al que se ha visto sometido. Desgaste que parece ser alimentado desde la propia mente de Néstor Kirchner y un grupo de operadores cercanos al ex presidente. También habrá que estar atentos a esta cuestión, no menor. Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política. Email : elojodigital.com -arroba- gmail.com.
Por Matias Ruiz, para El Ojo Digital Política