Señora Graciela Ocaña : la gripe porcina y el virus H1N1 no admiten respuestas timoratas
El virus de la gripe o influenza porcina -H1N1- ya contabiliza casi 900 infectados en todo el globo, y las autoridades sanitarias argentinas -bajo el comando inexistente de Graciela Ocaña- solo recurre a medias tintas para contener el brote. Surge la imperiosa necesidad de colocar en cuarentena a turistas provenientes de México, incluyendo especialmente a nacionales de aquella nación norteamericana.
21 de Julio de 2010
Son casi novecientos casos de infección por gripe porcina en todo el mundo los reportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que, a pesar de ser el organismo con peor reputación de las Naciones Unidas, bien vale la pena tener en cuenta sus recomendaciones.
Desde luego, las grandes urbes se han convertido ahora en los verdaderos epicentros potenciales para el desarrollo y cultivo de esta peligrosa enfermedad, cuyo tratamiento no es efectivo en el 100% de los casos.
El virus no ha perdido tiempo en alcanzar las fronteras europeas y de ciertos países de Asia, siendo México la nación que aparece como la gran responsable de la diseminación de la enfermedad, a partir de la evidente ingeniería de ocultamiento del problema que las autoridades de aquel país han ejecutado. Solo de esta manera puede explicarse la aparición de la novedad en todo el mundo en el término de prácticamente una semana. Recién después de que en el gran país del norte los decesos superaran la decena.
Por cierto, los mexicanos y ciertos pseudoperiodistas latinos se han autoenmarcado bajo una poco creíble teoría de la conspiración, señalando que la iniciativa de esta suerte de guerra biológica ha partido desde los laboratorios militares de los Estados Unidos de América, con el fin de que el planeta deje de hablar por un rato de la crisis financiera internacional -que ya se ve amortiguada- y se ocupe de la gripe de los porcinos.
Una grosería de corte monumental, habida cuenta de que, si acaso el maldito establishment estuviera detrás del complot, ¿sería acaso tan estúpido como para motivar a la reciente caída de las bolsas internacionales como consecuencia de la propagación de la enfermedad? Es como si el narcotraficante, de súbito, tuviera el ataque de consumir de su propio producto. A mediano plazo, su negocio se iría al fondo del basurero.
Por otro lado, ninguna fuerza armada que se digne de ser seria colaboraría en la propagación de una epidemia global que podría poner en jaque a largo plazo su propia existencia como poder mundial.
No, señores. La gripe porcina ha llegado para quedarse y aquí no hay complot que valga. Para colmo, el cercano comienzo de la temporada estival en el hemisferio norte agudizará el pandemonio, y como todo parece indicarlo, la estación invernal y las bajas temperaturas de las naciones del sur no parecen coadyuvar a que el virus pase a estado latente o "se ponga a hibernar" como opinan otros tantos curanderos de la opinión pública con demasiado tiempo de sobra.
Infortunadamente, el virus H1N1 no tiene las características del virus Ebola africano, que parece aparecer y desaparecer con rapidez para retornar al animal huésped original, en el interior de la espesura. El Ebola tenía una mortalidad asociada del 90%, pero su contagio se explicaba desde personas que tocaban sangre contaminada. Un simple estornudo ni siquiera bastaba, como ocurre ahora con la gripe de los cerdos.
Las teorías conspirativas de guerra biológica adolecen de argumentos contundentes, precisamente porque -en todo caso- los experimentos que se inscriben en la historia a este respecto -de hecho, existen- están o han estado circunscriptos a ámbitos específicos o geográficos de índole controlable al fin. Que un laboratorio militar se ponga a jugar a la mancha con virus del tipo H1N1 no solo sería demencial sino suicida. Y lo sería mucho más luego de corroborarse que el simple contacto de persona a persona puede proceder al contagio, como parece ser en este caso.
El error grosero de las autoridades mexicanas ya ha quedado expuesto, y ahora es responsabilidad de cada nación del planeta poner cartas sobre la mesa y evitar que la situación se torne peor.
Es lamentable pero -refiriéndonos ahora al ámbito local-, la Argentina de hoy en nada se parece a la de las épocas del Doctor Ramón Carrillo, responsable de Salud de Juan Domingo Perón y que logró posicionar nuestro sistema hospitalario como uno de los más eficientes del mundo.
La Argentina de los Kirchner ya nos ha hecho pasar por situaciones graves de Fiebre Amarilla y luego el Dengue -con lo cual la latinoamericanización del país terminó por confirmarse-. Reflexión que habla de que el dengue se relaciona abiertamente con aquellas naciones pobres de estas latitudes, con elevadísimos índices de pobreza e inacción total de parte de sus autoridades. Con la sola excepción de las áreas selváticas del Brasil, impenetrables hasta para las propias fuerzas armadas del país vecino.
Ahora, la Ministra de Salud Graciela Ocaña, enfrascada en una pelea inútil con el impresentable gremialista Hugo Moyano, pretende convencernos de que se está haciendo todo lo humanamente posible para aislar a la Argentina del fenómeno de la gripe porcina. Cuando lo cierto es que nada de eso está pasando.
Pero, claro, ¿cómo pedirle huevos a un gato? O al menos así reza el dicho popular de los colombianos.
Ocaña no propondrá soluciones al enigma pues, muy a pesar de su voluminosa figura, no existe. Ni "pincha ni corta", como se dice por allí. Peleada con sus propios jefes, la funcionaria no tiene la discrecionalidad necesaria para ejecutar las políticas de shock que hacen falta. A saber, la puesta en inmediata y efectiva cuarentena de todo turista que provenga de México, sea de la nacionalidad que sea, incluyendo a todo aquel que muestre evidentes síntomas de malestar al llegar a Ezeiza, que correctamente se ha dado en llamar el colador más grande del país.
Medidas que no quisieron tomarse en su momento, no fuera a ser que los mexicanos respondieran con la amenaza de que se estuviera arriesgando un "conflicto internacional". Pero difícilmente los mexicanos hubieran reaccionado de tal manera, dado que el tropiezo provino de sus propios pasos.
Y, en todo caso, ¿importan la opinión y los pataleos de una nación extranjera cuando un país se decide a proteger la vida de sus conciudadanos? Europa ha cometido idéntico error al no cancelar los vuelos procedentes del país azteca, y ese error ahora ha desembocado en un centenar de infectados que ya pululan por las callejuelas del Viejo Continente, contagiando a otros en forma desaprensiva. Claramente, a veces a los socialistas europeos, el tiro les sale por la culata.
Nuevamente, difícil creer en una suerte de "conspiración Illuminati" para beneficiar con millones de dólares en ingresos a Roche, fabricante de la ahora popular Tamiflu, supuestamente único tratamiento antiviral, aplicable en simultáneo con una vacuna, contra el H1N1. ¿Un sistema capitalista global, arriesgando la estabilidad de sus mercados, solo para servirle un trago largo a los ejecutivos de Roche Germany que reposan plácidamente bajo el sol de Europa, calculadora en mano? Sentencia propia de un mentalmente acorralado Mel Gibson en El Complot.
El trago amargo seguramente lo estarán ingiriendo aquellasa porciones de paranoicos e hipocondríacos televidentes que siguen la señal Hallmark en el cable. Por estos días, Hallmark se encuentra emitiendo la famosa miniserie de Stephen King, titulada The Stand, en la cual una suerte de supergripe fugada accidentalmente de un laboratorio militar del Ejército de Estados Unidos aniquila a toda la población y solo deja a un puñado de supervivientes, cada uno con historias distintas para contar. En la Argentina, el título dado a la miniserie fue el de "Apocalipsis". Curiosa intención habrán tenido los programadores de Hallmark.
Las medidas que debieran tomarse en la Argentina son poco simpáticas, pero al final cumplirán con el objetivo de ganar tiempo. Patético el accionar de las autoridades del SENASA en Ezeiza, más cuando se comprueba que muchos recién llegados de México no son interrogados por su itinerario, mucho menos revisados.
Todo ese ingente caudal de dinero que el kirchnerismo se está robando debiera invertirse en instalaciones adecuadas para el tratamiento de los llegados al Aeropuerto Internacional, con los fondos extra que fueran requeridos para mantener a esas personas bajo estricta cuarentena y disponer para su correcta atención y mantenimiento, hasta tanto se termine de corroborar que se encuentran evidentemente sanos.
Pero, claramente, todo ello es extremadamente difícil de exigirle a un gobierno de inútiles distraídos con las encuestas relacionadas con las próximas elecciones legislativas y los actos de gobierno. Responsables prima facie de que la Argentina hoy sea el cobijo ideal para las Siete Plagas de Egipto.
En ocasiones, nosotros, la opinión pública, nos transformamos en seres desmedidamente exigentes y perseguidores de remotas utopías.
Por Matias Ruiz, para El Ojo Digital Internacionales.
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Por Matias Ruiz, para El Ojo Digital Internacionales