De cómo la "mala leche" se derrama desde arriba
Los comportamientos intolerantes, dirigidos contra aquellos ciudadanos que se oponen en forma acendrada a las actitudes demagógicas "K" observan -entre incrédulos y muy preocupados-, como deberán en los próximos comicios, enfrentarse a un oclócrata.
21 de Julio de 2010
Aquel que junto a su ejército de candidatos seleccionados y conformado por sus calidades de esperpentos testimoniales, más que por sus cualidades. Bajo la cartelera de la sin razón, por aquello de "O yo, o el infierno..." y/o "... Nosotros, o el diluvio...". Con lo que no están haciendo otra cosa que demostrar el desprecio que sienten por la Republica, por sus instituciones y en general por la democracia misma, la que se está dinamitando, a no dudarlo, por medio de la oclocracia a la que se están dirigiendo, en una alocada e irrazonable carrera suicida.
Con ello, la única propuesta valedera, de que este extraño espécimen leptosómico (digno de un biotipo de Kretschmer) puede presentar, con miras a desarrollar en su máxima expresión, es la concreción de un modelo de gobierno basado en oclocracia y demagogia, en virtud que estas se retroalimentan mutuamente, hasta llegar a deglutir a su mismísimo seudo conductor, previo haber hecho lo propio con la Nación precisamente.
Como es sabido, dentro del espectro de las distintas formas de gobierno, nos enfrentamos con una verdadera traslación de un estado a otro, es decir a uno peor con pérdida de cualidades positivas anteriores o primitivas de la democracia, a la que se denomina oclocracia.
Se trata en realidad del gobierno de la muchedumbre, pero otros más osados hablan del gobierno de ladrones y de gentes de mal vivir, siendo los más prudentes los que le asignan el título de gobierno de multitud o de gente vulgar.
No olvidemos que en algún momento Aristóteles temía de algunas democracias por entender las grandes posibilidades que daba, como el pensaba, refiriéndose a determinados grupos sociales con poca importancia o sin goce de privilegios, a los que llamaba "llanos" por ser posible de que fueran presa fácil de la trampa de la demagogia. A propósito de esta, podemos decir que es: "la planificación política que se fundamenta en recurrir a la agitación del ánimo producida por la impresión, ideas o sentimientos intensos, para ganar el apoyo del pueblo o con lo relacionado con él, mediante la utilización de la prensa de bolsillo disponible, propaganda muchas veces desleal y a la forma de hablar generalmente afectada o rebuscada y de poco contenido, lo que resulta un engaño que perjudica a los demás y a la democracia para beneficiarse el interesado, tratando de mantener el poder mediante concesiones y halagos de oídos predispuestos y de estados de intención y voluntad fundamentales básicos, generalmente de las partes sociales incultas a fin de infundirlas de aliento, de odios y de venganzas".
Ahora bien, volviendo a la oclocracia como cómplice necesario de toda utilización para conseguir convencer a la gente, sin reparar en métodos, apoyándose como ya vimos en la exaltación de los ánimos más que del razonamiento, valiéndose del impulso o del aumento de la malicia con que se habla o se actúa, dado que se da a entender algo distinto de lo que se dice o se hace, enervando de esta forma a la muchedumbre con propósitos y finalidades ocultas y generalmente malévolas, tiene con seguridad una peligrosidad merecedora de todo cuidado, por el bien y resguardo de la Patria.
Por Ovidio Zánzero, para El Ojo Digital Política.
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Por Ovidio H. Zánzero, Blog Deucalion