La vida por una arteria

¡Y pensar que amenazábamos al Sheraton hotel que lo íbamos a transformar en Hospital de Niños! Gritábamos, en nuestro delirio juvenil, algo así como: “qué lindo, qué lindo que v’a ser, el hospital de niños en el sheraton hotel”. Nos sentíamos dueños del futuro. Que todo se podría. No se podía ahora, pero todo se podrá. Ya van a ver. Ya van a ver cuando “el pueblo haga tronar el escarmiento”. Y seguíamos caminando para adelante (todavía no sabíamos que los criminales precipicios existían). Y gritando. Y pertenecíamos al movimiento más importante de América Latina, el peronismo. Y seguíamos la conferencia de los pueblos del tercer mundo de Bandung, y las luchas de liberación de Argelia eran estudiadas, y en las Unidades básicas peronistas se discutía el “socialismo nacional”, que sí que no, (yo al menos era de los del no, otros que sí), y la píldora para las chicas, y la minifalda, y la liberación, todo junto. Y reivindicábamos a los fusilados de junio de 1956. Y los viejos peronistas no entendían nada. ¿De golpe, no más de tres o cuatro años, y se hicieron todos peronistas? Sí, viejo, (tío, abuelo), es así, llegó “la hora de los pueblos”, recitábamos un poco de memoria. Y seguíamos para adelante. Pero perdimos. Pasaron muchos años. La única verdad es la realidad, decía el viejo zorro. Y, hay que reconocerlo. Sin enojarse. No vale la pena. Pero hoy la realidad pasa por otro lado. Aunque uno reconozca, ya casi mansamente resignado, que era más entretenido discutir políticamente sobre lo que pasaba en Bandung, el socialismo nacional o el Tercer Mundo que darle categoría política al taponamiento de una arteria. Por Norberto Zingoni, para El Ojo Digital Sociedad. e-Mail: