El grueso blindaje de Mauricio Macri
Gremios docentes, jóvenes "revolucionarios" de La Cámpora, oposición porteña (Aníbal Ibarra incluído) y kirchnerismo en sus distintas versiones continúan consolidando -montados al caballo de sus propias torpezas- la popularidad del actual Jefe de Gobierno. Difícil imaginar a Macri aventurándose en terrenos electorales desconocidos, lejos de su reelección.
24 de Septiembre de 2010
El Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, se guardaba alguno que otro as en la manga, en relación a la áspera temática de las escuchas telefónicas. Podría decirse que resultó ser un buen aprendiz de los malos oficios de Néstor Carlos Kirchner: son sus laderos los que sacan a relucir lo peor de los más avispados opositores a su gestión. Se ha visto recientemente en el dardo venenoso con el que el legislador de PRO Martín Borrelli acaba de decretar la muerte política definitiva de un despistadísimo -y desesperado- Aníbal Ibarra. Borrelli esperó a último momento para ventilar el hecho de que Ciro James "Bond" ya venía observando cierta relación "laboral" con la Jefatura de Gobierno de la Ciudad, en los tiempos dorados en que el kirchnerismo mandaba. Como lo reportara hace cuestión de horas la web InformadorPublico.com -de bien nutridas fuentes-, James controlaba un locutorio desde épocas ibarristas, espacio físico donde se regenteaba el suculento negocio de las escuchas.
Tal vez Mauricio Macri haya esperado hasta los últimos rounds para pisotear a su ex colega, en función de la férrea amistad que supieron mantener años atrás, cuando las comilonas de pastas de domingo entre ambos eran moneda corriente. La política terminó de separarlos, y la paciencia del actual alcalde capitalino para con su otrora gran compañero de correrías, se vio finiquitada.
A partir de esta maniobra, podría afirmarse que Macri termina por volar por los aires uno de los últimos recursos de que la oposición porteña disponía para salpicarlo de cara a la opinión pública local. En semanas recientes, se ha visto como Máximo Kirchner -primer titiritero de La Cámpora- optó personalmente por reducir el fogoneo de las protestas estudiantiles a su mínima expresión, viendo que la pequeña revolución juvenil no "prendía". Incluso en muchos jóvenes kirchneristas, pudo más el terror a perderse parte de las vacaciones, ante la extensión del período lectivo que propuso el Ministerio de Educación porteño. Ibarra, por su parte, intentaba volver al ruedo después del tristemente célebre asunto de República Cromañón y el sistema recaudatorio para habilitación de establecimientos, temas por los que hoy es recordada su gestión. Quiso hacerlo convirtiéndose en el adalid de las escaramuzas contra el macrismo en relación a las escuchas. Pero -está visto- el tiro le salió "por la culata", como reza la referencia urbana. Por si ello fuera poco, en este mismo instante, el ex alcalde y actual opositor comienza a ser cuestionado por el kirchnerismo y por aquellos que lo acompañaban en la cruzada. Los hombres de Balcarce 50 en Capital y los detractores de Mauricio Macri ni siquiera lograron ponerse de acuerdo en la constitución de la comisión investigadora de la Legislatura. Tanto Aníbal como su colega Gabriela Cerrutti no hacen más que girar en círculos. De poco le ha servido a ambos alimentar los contactos con los magistrados garantistas Liberatori y Gallardo, funcionarios estos que se cuelgan de sus juzgados para llevar adelante actos políticos en donde exhiben su desprecio por la actual gestión. Al bueno de Roberto Gallardo solo le quedan devaluados manotazos de ahogado, como intentar bloquear el encendido del cartel LED de Coca Cola en la Avenida 9 de Julio, o torpedear desde su escritorio la construcción de espacios de estacionamiento en la barrionorteña Plaza Las Heras.
En medio de este escenario, el propio Pino Solanas abandonó la carrera que parecía serle más prometedora, esto es, competir en 2011 para ser el próximo intendente. El ex cineasta y ex íntimo de Carlos Saúl Menem comprendió que, en las actuales condiciones, intentar derribar al macrismo de la Ciudad bien podría convertirse en un objetivo imposible. Especialmente en vista de las torpezas que se autoobsequian los gremios, PJ y kirchnerismo porteño en general, a la hora de intentar molestar al macrismo y a PRO. Solanas intentará pugnar por la Presidencia de la Nación, mientras que la pelea porteña podría quedar en manos del magistrado de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni. El mencionado juez garantista se encuentra convencido de que podría convertirse en la carta con opciones del kirchnerismo para intentar quitarle la Capital Federal a la "derecha" que visceralmente condena. Pero resulta ser que, en la Argentina, a cualquier opositor a una administración que ha demostrado gestión, la batalla electoral puede resultarse titánica. Especialmente cuando la costumbre nacional es postularse para luego ganar y finalmente, "hacer la plancha". Tal fue el modus operandi de Aníbal Ibarra, que poco y nada puede rescatar de su gestión, salvo el hecho de "no haber dejado caer a la Ciudad en el default". Un eufemismo para defenderse ante las críticas por su responsabilidad política por los decesos del boliche de Omar Chabán y las travesuras de su amiga, la ex inspectora municipal Fabiana Fiszbin.
Irónicamente, los opositores a Mauricio Macri aún no comprenden que, por endeble, el tema de las escuchas telefónicas cae por su propio peso, volviéndose -como Frankenstein- en contra de sus creadores. Peor aún: el porteño promedio expresa un acentuado desinterés frente al tema, que se devalúa a medida que el tiempo transcurre. De la misma manera como millones de personas toleraron los exabruptos de Néstor Kirchner cuando era Presidente mientras la economía funcionaba relativamente sin espasmos, el habitante de la Ciudad ve como satisfactorias a las obras ejecutadas por el macrismo, que le han cambiado la cara a una Ciudad que se encontraba compitiendo con la Beirut de los años ochenta en lo que a aspecto se refiere. Al plan de remodelación y construcción de calles y aceras, el gobierno macrista le ha endosado el "plus" de la Policía Metropolitana (Metro PD), que en algunos barrios ya ha barrido con los violentos limpiavidrios y las mafias de cuidacoches. Resultados que la calle aplaude a rabiar, indisimuladamente.
La escuálida oposición porteña podría perfectamente tomar como propio el discurso que todos callan, y que tiene que ver con la relación de negocios que une a Mauricio con los Kirchner. Pero los detractores del macrismo difícilmente hagan esto; principalmente porque las voces de la oposición más ruidosa son socios políticos de la izquierda que todavía juega en la vereda del matrimonio gobernante. La paradoja: prefieren dejar de lado el recurso que podría ayudarles a ganar. El único que podría haberlo utilizado, más o menos eficazmente -Pino Solanas- se ha bajado de la carrera. Difícilmente el Dr. Eugenio Zaffaroni pueda tener alguna chance -si acaso se decide a postularse-, más teniendo en cuenta que la sociedad porteña ha aprendido a huír despavorida ante la presencia de discursos garantistas y todo aquello que huela a progresismo. Palabrerío que se encuentra hoy atascado en un oscuro callejón sin salida.
Por el lado del gremialismo antiMacri, las cosas no han sido del todo diferentes. Los gremios docentes también han debido dar marcha atrás con sus iniciativas para paralizar la educación pública: notaron -justo a tiempo- que el odio ideológico no suele ser el mejor "compañero de emociones". Por otro lado, ya los maestros comenzaban a ganarse el desprecio y la furia de los padres de los chicos que perdían cada vez más días de clase. Paralelamente, la mala prensa que viene acosando a los docentes desde el retorno de la democracia continuaba magnificándose. SUTERH -organización sindical de los encargados de edificios- jamás se movilizó para enfrentar al macrismo: ello nunca pasó de los discursos del inefable Víctor Santa María, acérrimo kirchnerista. Los líderes gremiales del plantel de empleados municipales de SUTECBA -el eterno Amadeo Genta y el bueno de don Patricio Datarmini- debieron sentarse a negociar con Macri porque veían que éste iba en serio y a la larga todos terminarían perdiendo. En el momento más álgido de la riña, Macri -en una conferencia de prensa- hasta se dio el lujo de referirse a Amadeo como un "hombre de grandes aspiraciones". El alcalde -al parecer- estaba bien informado. Y su expresión remite a una segunda: A buen entendedor.... Cuando uno negocia por dinero con italianos, debe comprender que, en algún momento u otro, ellos le harán saber sutilmente que están dispuestos a todo.
En medio de este contexto político favorable -y aunque parezca extraño-, Mauricio Macri no pelearía por la Presidencia de la Nación el año que viene. Desde el Peronismo Federal le hicieron llegar un mensaje bien claro: si sale del único terruño que controla, podría quedarse "sin el pan y sin la torta". Existen principios tácitos de acuerdo entre PRO y el PJ "anti K" para que el hijo de Franco siga al frente de la Capital, en donde no solo no será molestado, sino que hasta podrían brindársele otro tipo de apoyos en el futuro. Desde luego, con un referente del PJ Federal en el sillón de Rivadavia, ya sin Kirchner en el poder y con los gremios bajo control, se terminarían los piquetes y las oleadas progresistas que insisten en volver insegura y violenta a la Ciudad con propósitos ostensiblemente políticos. La última gran idea de la Casa Rosada fue reducir al mínimo la presencia de policías federales en los bosques de Palermo para dar rienda suelta a la violencia que personificaron -como cada 21 de septiembre- jóvenes inadaptados provenientes de asentamientos del conurbano bonaerense y de la propia Villa 31 de Retiro.
Suena a harto inexacta la versión que reza que el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, haya cerrado un acuerdo con el macrismo para que Macri quede relegado a la Ciudad en 2011 y el motonauta pueda eliminar esa competencia de las Presidenciales. El vástago de Franco Macri ha tenido los peores problemas de convivencia con la provincia, precisamente durante la gestión del sciolismo, en horas en que el esposo de Karina Rabollini desempeñaba inmejorablemente su papel de obsecuente de los Kirchner.
El caso es que, con todos sus desperfectos, las largas siestas y la escasa preferencia por la lectura -temillas que le achaca el Ministro Aníbal Fernández-, Mauricio Macri ha comprendido bien el refrán del que tanto echara mano el esposo de Cristina Fernández: En tierra de ciegos, el tuerto es rey.
Por Matías E. Ruiz -Editor-, para El Ojo Digital Política.
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Por Matías E. Ruiz, Editor