El moyanismo
Hugo Moyano y sus secuaces han elaborado un falso discurso obrerista sostenido por un aceitado aparato económico de oscura procedencia. Para ello se victimizan. Y, en una osada jugada política, aprovechan a su favor la construcción del relato progresista. En esta inteligencia ellos son “los trabajadores” que luchan en desigualdad de condiciones contra la amenaza corporativa, el poder concentrado, el Grupo Clarín, etcétera.
28 de Marzo de 2011
Van por todo, sin ruborizarse, a pesar de que los repudia el 80 por ciento de la sociedad. Patoteros de campera Cardón. Millonarios. La impunidad, por ahora, juega de su lado.
Ante la posibilidad de que el Gobierno los abandone a su suerte, los moyanistas sacan su artillería pesada. Amenazan y extorsionan. Saben hacerlo y ponen al país en vilo. Pero están comprometidos en numerosas causas judiciales. Graciela Ocaña ha presentado pruebas contundentes en el juzgado de Claudio Bonadío. El traje a rayas los espera. Más temprano que tarde. Resisten. En banda.
Mientras tanto, envían mensajes a los cuatro vientos: si algún juez los encarcela, sobrevendrá el caos. Porque sin su concurso nadie puede gobernar. Mucho menos la oposición, a la que subestiman y ridiculizan. Así, por un lado, se colocan en el papel de víctimas de las corporaciones y de imaginarios poderes concentrados y, por el otro, ostentan una capacidad de daño inédita, que los convierte en profesionales de la extorsión, más cerca de la mafia que de la representación legítima de los trabajadores.
Pero esta verdadera oligarquía sindical contradice las mejores reivindicaciones populares y democráticas del Movimiento Nacional Justicialista. Burócratas y oportunistas hubo desde los inicios del peronismo. Ya en septiembre del 55 los jerarcas gremiales liderados por Di Pietro aceptaron el golpe militar y acompañaron en su corto interregno al general Eduardo Lonardi. El exilio de Perón encontró a la rama sindical en diversas veredas hasta el ascenso, a comienzos de los 70, de José Ignacio Rucci, emblema de lealtad a los trabajadores y a la conducción estratégica del Líder.
De todos modos, dirigentes polémicos como Augusto Timoteo Vandor o José Alonso, fueron asesinados y ninguno –al igual que Rucci o Saúl Ubaldini- amasó fortunas personales. Las viudas de Vandor y Rucci, por ejemplo, tuvieron que salir a trabajar para mantener a sus familias.
Hoy, los moyanistas manejan múltiples negocios ligados a las obras sociales. El jefe de los camioneros “descansa” en una mansión ubicada en Parque Leloir. Sus familiares dirigen empresas que dejan jugosos dividendos… Subiéndose a la ola de la tergiversación histórica, se consideran habilitados para hacer y deshacer porque, según cacarean, enfrentaron a la dictadura (Grupo de los 25) y al menemato (MTA). Suponiendo que eso fuera cierto, ¿debemos aprobar su ascenso económico irreverente y reñido con la ley? Un pasado de lucha no le da patente de corso a nadie. Curiosa manera de justificar las desmesuras del presente. Y más llamativo aún resulta oírlos cuando buscan justificaciones en el rechazo al modelo neoliberal usufructuando ventajas pecuniarias a costa del Estado, lo que les ha permitido volverse más ricos que los mismos neoliberales.Asimismo,tampoco existe ningún complot internacional contra Moyano, lo que existen son investigaciones judiciales por su proceder supuestamente delictivo que lo ha convertido en una figura poderosa a fuerza de plata negra.
¿Los sindicalistas son convidados de piedra en el peronismo? Falso. El sindicalismo siempre fue tenido en cuenta en la integración de las listas del Partido Justicialista. Moyano preside el justicialismo bonaerense. A los sindicalistas peronistas les corresponde el 33% de los cargos partidarios y electivos. Este cupo se ha respetado y se respeta. Sin embargo, exigir un lugar en la fórmula presidencial oficialista mediante la extorsión, parece un condicionamiento a Cristina, ya que la metodología del apriete constituye un flagrante ataque a la democracia. Fuego amigo.
¿Atacan a Moyano para liquidar al sindicalismo y favorecer a los empresarios? Falso. Hoy el modelo sindical argentino está garantizado. Es una conquista que se debilita por culpa de burócratas de la talla del camionero. El moyanismo es el reverso del peronismo y de la representación genuina de los trabajadores. El gremio de los camioneros quizá sectorialmente reciba beneficios exclusivos, pero la calidad sindical queda deteriorada de tal forma que la sociedad se ha cansado de tanta extorsión y violencia.
¿Es el sindicalismo es un factor de poder? Falso. Los factores de poder se desenvuelven dentro del ámbito del Estado que es el recinto del poder. Son factores de poder las Fuerzas Armadas, la diplomacia, la burocracia judicial. Pero el sindicalismo es una organización libre de los trabajadores que no depende del Estado ni está supeditado a él. Es un factor concurrente que en su reclamo –ejerce la presión porque es un factor de presión- colabora con el Estado en la busca del bien común, pero con autonomía plena. El modelo sindical peronista no es fascista. En un régimen fascista el sindicalismo depende del Estado. Por tanto, afirmar que el sindicalismo es un factor de poder es repetir un concepto fascista y antiperonista.
¿El moyanismo le abre las puertas al antisindicalismo? Sí. Porque los oportunistas aprovechan la situación creada y sacan a relucir su odio de clase. No confundamos pluralismo sindical con división de la organización representativa de los trabajadores. La unicidad gremial (unidad de representación) está avalada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El sindicato único les da conciencia unificadora a los obreros y vigoriza su poder de negociación, como así también favorece la recaudación para las prestaciones médico-asistenciales que, sin ninguna duda, deben estar bajo un estricto control que frene y neutralice cualquier acto de corrupción.
Ni Moyano es un negrito pobre y desharrapado, ni un infeliz a expensas de la voracidad de las corporaciones que él mismo integra y domina. Porque esta burocracia de la que forma parte el camionero, es una auténtica clase social, una oligarquía colonizadora del estamento gremial que menoscaba el modelo sindical argentino y al peronismo en su conjunto. Nadie que busque una salida honorable para el país encontrará colaboradores en los moyanistas y compañía. Por el contrario, obstruyen cualquier proyecto de Nación pensado desde la grandeza y el patriotismo. Ellos no son los trabajadores ni “el movimiento obrero organizado”. Son la nueva oligarquía político-sindical que saquea las arcas del Estado y de las obras sociales, y convierte a la Confederación General del Trabajo (CGT) en una administradora de intereses espurios. Por eso criticarlos, combatirlos y reemplazarlos es el camino correcto en la defensa irrestricta de los derechos de los trabajadores. Quedó demostrado con el paro del 21 de marzo, luego suspendido. ¿Cuándo Vandor, Rucci, Los 25 o Ubaldini promovieron paros y movilizaciones a Plaza de Mayo para salvarse el pellejo? Nunca... menos.
Por Horacio Enrique Poggi, para El Ojo Digital Política
Blog: http://horaciopoggi.blogspot.com/
Blog: http://horaciopoggi.blogspot.com/