Libros recomendados: El Crash del 2010 - Santiago Niño Becerra
Autor: Santiago Niño Becerra. Editorial: Los Libros del Lince. Librerías Hernández y Cúspide, entre otras. Precio: $65.
Este es un libro apasionante, que inquietará al lector con sus previsiones del futuro no sólo de la economía, sino también de la política y hasta de los usos y costumbres. Luego de historiar las diversas crisis mundiales, el autor -profesor de Estructura Económica de la Universidad de Barcelona- destaca las características de la crisis actual. El autor llama a esta crisis financiera mundial (que él preanunció cuatro años antes) una crisis sistémica “una crisis del sistema, del sistema económico que rige el mundo desde hace siglos, del sistema capitalista (lo que hemos conocido como países comunistas o soviéticos no era comunismo real, era capitalismo de estado)”. No será el fin del capitalismo -dice-, pero sí de este tipo de capitalismo, ya que este sistema que tenemos ahora surgió tras la Gran Crisis de 1929, de la que se salió 15 años después, luego de la II Guerra Mundial”.
Refleja el autor que estos últimos años han sido de bonanza. Se nos decía que todo iba bien, nos garantizaron años de crédito asegurado, de dinero barato, de deuda creciente, de consumo al alza, de boom inmobiliario, de empleo en aumento (de mala calidad), de beneficios pujantes, de lujosos automóviles, restaurantes atiborrados, de viajes exóticos, caprichos caros, de teléfonos móviles que se cambian cada pocos meses. Años de tipos de interés a la baja, de especulación inmobiliaria, de segundas residencias, de comprar sobre plano y vender sobre obra. Pero todo aquello tocará a su fin.
Y el autor nos va llevando, en esta muy interesante publicación, también por el despilfarro que se ha hecho de los recursos naturales:
“El consumo de recursos insostenible actual cambiará con la crisis que traerá imposición de limitaciones al uso y consumo de recursos, bien a través del aumento de precios, bien a través de la restricción o denegación de su consumo, lo que llevará consigo la muerte de muchas actividades económicas que se revelarán ineficientes cuando se les impida el desperdicio, porque el desperdicio, como concepto, se acabará. La falta de disponibilidad energética (petróleo y gas) así como de la mayor parte de los recursos esenciales para la actividad económica, acelerarán políticas tendientes a la determinación de las necesidades esenciales”.
Sostiene que a esta crisis financiera le seguirá una crisis económica y que la falta de recursos naturales impondrá una nueva forma hacer las cosas: “Será una crisis dura, de alrededor de 10 años, pero se superará, como todo, no será el fin del mundo, nunca lo es, pero las cosas, nuestras cosas, nunca volverán a ser como fueron. Las cosas serán hechas de otra manera. El modo de producción habrá cambiado”.
La crisis impondrá conceptos como utilidad, eficiencia, no desperdicio, aprovechamiento, aunque ello suponga cambiar cosas que hasta ahora eran impensables. A la vez, los conceptos colectivo, coordinación, colaboración, irán tomando cada vez más importancia, será el principio del fin del pensamiento en singular, en individual, para empezar a pensar a nivel grupal, no tanto en la perspectiva de que el conjunto de todos hacen un todo, sino que la suma de cada uno forma un colectivo. Es una nueva forma de entender el sistema, un cambio en el sistema.
Sostiene que esta nueva forma de hacer las cosas, sumada a la escasez de recursos hará que aparezcan tanto una nueva responsabilidad personal como una nueva forma de relacionarse con el Estado en tanto el Estado no podrá garantizar más el tipo de subsidios del “Estado de Bienestar”
“Ir a más es fácil, ir a peor, decrecer, empeorar el estándar de vida, es mucho más difícil. Esta crisis hará que el concepto de responsabilidad personal sea uno de los ejes fundamentales del nuevo sistema, las personas tienen que ser responsables, actuar con responsabilidad. Los apoyos exteriores a la persona, como los procedentes del Estado, serán casi inexistentes”.
Y por último y producto de esta nueva forma de hacer las cosas que se avecina preanuncia también la falta de “empleo para todos” que fuera uno de los lemas del Estado de Bienestar.
Los empleos fijos, indexación de salarios a la inflación, la responsabilidad social de las empresas, los contratos indefinidos, etc., ya no serán importantes, lo único importante será la supervivencia, por lo que el mantenimiento de la protección social, crediticia, laboral… entorpece las actuaciones para lograrla, aunque los políticos seguirán hablando de mantenimiento de la protección social, pero en realidad las políticas se centrarán en lo básico, y lo que ahora son servicios básicos gratuitos entrarán en crisis de recursos (sanidad, educación…). También por falta de recursos públicos el modelo de protección social (pensiones, subsidio por desempleo, etc.) empeorará de manera importante, así como su grado de cobertura que no será total, generalizándose además el pago por los servicios públicos recibidos, el llamado copago, que ya existe en varios países europeos. La nueva forma de hacer las cosas que traerá las crisis provocará que los gobiernos promulguen un gran número de normativas regulatorias que serán el embrión de una nueva estructura económica y social.
Y por último destaca que, producto de la desaparición de los subsidios del Estado de Bienestar, de la falta de pleno empleo y por la escasez de recursos naturales, posiblemente se necesite un Ingreso Básico de Ciudadanía que muchas organizaciones están pregonando: “Es muy probable que a lo sumo y a nivel individual, se instaure una especie de subsidio de subsistencia que garantice la supervivencia con unos mínimos, hoy inimaginables e inaceptables, y a fin de que sus perceptores se impliquen activamente en la búsqueda de alternativas, es decir, se responsabilicen de su propia existencia”.
En suma, es un libro que informa, conmueve y hace pensar. ¿Qué más puede pedirse para recomendarlo?
Por Norberto Zingoni, para El Ojo Digital - Libros Recomendados
e-Mail: norberto3535@yahoo.es