La famosa culpa retórica condicional
El Secretario de Transportes de la Comarca era un imbécil enciclopédico. Se llamaba Juan. Arrastraba, entre sus vergüenzas, aquellas que resultaban menos calificadas. Como por ejemplo, ser un tránsfuga político, un acróbata del cambio de bando que se ubicaba cómodamente... según desde dónde pegara el viento.