Daniel Scioli, el hereje
Señor Gobernador, su conocida blasfemia y aquel acto indecoroso en que recurriera a una oración religiosa para la promoción publicitaria de su campaña -rebajando a Dios al nivel del estiércol político-, no solo ha quedado Usted como un irrespetuoso, sino que ahora la sociedad lo considera un especulador irresponsable que toma el Santo Nombre del Creador para un deleznable uso comercial y la satisfacción de su desmedida ambición electoralista.