Denuncian desmantelamiento del Operativo Cinturón Sur
El FPV presentó esta semana, por intermedio de su comunero en la Comuna 8, Facundo Roma...
El FPV presentó esta semana, por intermedio de su comunero en la Comuna 8, Facundo Roma...
Los últimos acontecimientos que son de dominio público -referidos a la usurpación de tierras por parte de extranjeros, principalmente de nacionalidad peruana y boliviana- deja al descubierto una trama que, por sus características, resulta inédita en un país civilizado hospitalario y pacífico como lo es y lo ha sido siempre la República Argentina.
“Y en la calle, codo a codo, somos mucho más que dos” (Mario Benedetti)
En los últimos días, el término "xenofobia" se popularizó entre nosotros. Como toda especulación irracional de este gobierno etiquetador, manipulador y extremista, las opciones son sólo dos: o bien permites que una familia de extranjeros instale una carpa en el jardín de tu casa, los alimentas y les sonríes cada mañana, o bien eres un fascista xenófobo inhumano no apto para vivir en sociedad. Trataba yo de encontrar un punto medio entre dos posturas tan opuestas y no puedo impedir identificarme, finalmente, como "xenófobo".
Las corrientes inmigratorias en Argentina datan de épocas lejanas. El más importante de los períodos migratorios dio inicio con con la Constitución de 1853 y el precepto alberdiano de "...gobernar es poblar..". A partir de esa época, comenzamos a recibir con los brazos abiertos "...a toda persona del mundo que quiera habitar el suelo argentino...". Tal como lo establece el Preámbulo de la Constitución Nacional del año bajo mención.
Señora Presidente Cristina Fernández -viuda de Kirchner-: recientemente, declaró Usted: “Tengo mucho dolor en el alma pero, afortunadamente, no me obstruye las neuronas… Cuando veo determinadas cuestiones en fechas tan claves como este día (Día Internacional de los Derechos Humanos), no soy tan ingenua como para pensar que las cosas suceden por casualidad. Mi obligación es llevar paz y tranquilidad, sin palabras ofensivas; sin incitar a la violencia”.
Mientras comienzo a escribir esta nota, doña Cristina está hablando desde su atril en el “Salón de los Próceres Latinoamericanos”, ese mismo que inaugurara el 25 de mayo con cuadros del asesino Ernesto Guevara. Y también hay una batalla campal entre los vecinos de la zona y los ocupantes de otro espacio público que, en 48 hs., se ha cargado la vida de tres personas.
Aún cuando no merezcan un apartado en los cables de Wikileaks, los episodios de Villa Soldati muestran la punta de un iceberg de la creciente violencia social. Violencia que en su mayor parte es sistemáticamente ninguneada por las autoridades.
Los episodios de violencia en Villa Soldati vuelven a poner en tela de juicio a la política nacional de migraciones, que continúa brillando por su ausencia. Los ciudadanos ilegales procedentes de naciones limítrofes con prontuario rara vez son deportados, al tiempo que se convierten en mano de obra para vendedores de tóxicos, punteros políticos, candidatos y gremialistas. Escenario que se construye para conveniencia de los gobiernos de La Paz, Lima y Asunción (y en el cual también Mauricio Macri es cómplice). En simultáneo -y mientras los porteños concentran la mirada en Soldati-, el comandante boliviano de frontera Willy Gareca (felicitado en privado por el presidente Evo Morales) ha retornado a su puesto y volvió a protagonizar incidentes en la provincia de Salta.