POLITICA: POR MATIAS E. RUIZ, EDITOR

De "guitarreros" insufribles y matones de papel Maché

"La paciencia tiene sus límites; llévela Ud. demasiado lejos, y esta se transformará en cobardía" (Holbrook Jackson, escritor inglés)

18 de Octubre de 2011

El Secretario de Comercio Guillermo Moreno acaba de inscribir un nuevo capítulo en su bochornoso anecdotario; optó por hacer a un lado las amenazas de palabra para pasar a la acción, merced a la "apretada de cogote" de la que fuera víctima un anónimo militante de PRO en el barrio porteño de Nuñez.

El episodio concentró la atención del espectro mediático, pero por las razones equivocadas. Porque el foco de la prensa debió orientarse no hacia los ribetes pugilistas de la noticia sino, antes bien, en pos del metamensaje que puede capturarse detrás de lo sucedido. Y el autor de la metáfora no es el devaluado funcionario; quien redacta los procedimientos es, ni más ni menos, la Presidente de la Nación, Cristina Fernández. De lo que se trata es de promocionar que el cristinismo está dispuesto a todo. O -para ponerlo más claro aún-: la mejor defensa siempre es un buen ataque.

Guillermo Moreno no sabe mucho de cuentapropismo: siempre obedeció órdenes. Guapo de cartón, muchos lo recuerdan como cebador oficial de mates en los despachos del "viejo" Vicente Saadi. Peronista de prístina cepa, nadie puede dudar de su lealtad. El hombre -dicen- es de esos que lo acompañan a uno más allá de la puerta del cementerio, hasta la fosa. Cadete deluxe, otrora se envalentonaba por ser unilateral portador de termos y paquetes de yerba. Néstor Carlos Kirchner puso de suyo para acomodarlo en su séquito: fue en ese entonces cuando el bueno de Guillermo trocó el equipo matero por los fierros y las frases hirientes para con las mujeres de los empresarios más cobardes de la Argentina. Y vale apuntar que, aquí, no hace falta exhibir frondoso currículum para ser un guapo. Que lo diga el propio Secretario de Comercio: en cierta ocasión, al ser "escrachado" por un comensal en un popular establecimiento gastronómico de la Capital Federal, Guillermito desafió al insolente a pelear. En la calle. Minutos después, el funcionario insultaba a viva voz al atrevido escrachador... pero desde detrás de los patrulleros de la Policía Federal que él mismo había convocado. Sirve también citar aquella tarde en que Moreno desfilaba en Plaza de Mayo entre las multitudes, valiente, pero bien acompañado de su amigo y guardaespaldas, "Acero" Cali.

Se dice que el matón es la medida del cobarde. El inconveniente principal del timorato empresario promedio argentino es que elige, bajo todo punto de vista, evitar ensuciarse las manos. Aquí reside el peligro; esta categoría de víctimas suele optar por echar mano del teléfono y marcar el numerito. A William Moreno le conviene que Cristina dure muchos años: incontables hombres de empresa dicen que ha acumulado más enemigos que el mismísimo Aníbal Fernández. Un par de aquéllos -se refiere- se han sentido en extremo ofendidos por las presiones psicológicas del Secretario y la consabida mala costumbre de rebajar sexualmente a sus mujeres. Está visto: hay imágenes mentales que son imposibles de eliminar, y que todo lo justifican.

* * *

Amado Boudou (Aimé, para los íntimos marplatenses) se cuenta entre los funcionarios -no ya kirch-cristinistas, sino de la joven democracia argentina- con la declaración jurada de bienes más inabordable, por lo impune y sorprendente. Parece, cuando menos, injusto que los cizañeros diarios argentinos pongan en primera plana a Borocotó o a Felipe Solá como arquetipos de las traiciones de mayor baratura del mercado. Más inexacta resulta la objetivación de ese escalafón cuando se elude situar en ese tristemente célebre podio al Buen Amado. Vendedor de quebrantados espejos y de las más coloridas fantasías, no escasea de empacho cuando, habiendo provenido de la Ucedé y la escuela privatizadora más rabiosa, defiende a rajatabla (y con la naturalidad tan típica de vendedor de autos usados) el "Modelo Nacional y Popular".

Torturador compulsivo de oídos y camaleón ejemplar en el siempre endeble terreno de las ideologías, Boudou está llamado a representar varios roles: Ministro de Economía, luego Vicepresidente de la Nación... y luego Presidente. ¿Cuál es su punto de contacto con William Moreno, pretoriano indiscutido del Tesoro de las Verdades Inexpugnables del INDEC? Que Amado viene -o vendrá- a corporizar cabalmente la indolencia del gobierno de Cristina para reciclar la agenda oficial, a cualquier precio. Porque el Ministro de Economía ha nacido profesional del mercado, para reconvertirse luego en Nac y Pop... y rematar su función como ajustador y sincerador de la Economía. Traducido en una gráfica, el modelo de comportamiento del Buen Amado se asemejaría mucho a una curva de Gauss. Visiblemente incapaz de ingresar en cualquier asentamiento precario con su Audi oficial (aunque uno le haya dado vida a Frankenstein, jamás será lo suficientemente estúpido como para cabrearlo), este muchacho tendrá en sus manos la iniciativa poco piadosa de eliminar de un plumazo el festival de subsidios que su propia Señora ha ordenado engordar. Para mediados de 2012 -o mucho antes-, ordenará ajustar el valor del dólar a los números que el mercado exige. El desenlace de esta historia no es difícil de imaginar.

Como se verá próximamente, el electorado "opositor" por excelencia esconde motivos no explorados para obsequiarle un voto de confianza a la Viuda de Néstor Carlos. La conmocionada y retorcida psiquis del votante oculta uno que los medios de prensa, en su superficial costumbrismo para el tratamiento de las noticias, han perdido de vista: una gruesa porción de ese electorado ambiciona profundamente el fracaso del "Modelo". En este sentido, la liturgia oficialista tropieza en el análisis del panorama, con su propio egocentrismo: los votos podrían ser "no negativos". En una suerte de endiablada dialéctica -hegeliana, si se quiere-, episodios como el de "Guille" Moreno o los torturantes acordes -y la insufrible sonrisa- de Aimé Boudou no harán más que engrosar el caudal de sufragios para el Frente Para la Victoria. Tal vez, lo más irónico del caso sea que no son los editorialistas de Diario Clarín ni los columnistas dominicales de La Nación los mejores dotados para aventurarse en el análisis meduloso del voto cristinista. Quienes se encuentran en dominio del mejor armamento intelectual para comprender esta prerrogativa son -créase o no- los muchachos de Carta Abierta o el propio José Pablo Feinmann, por jugar dentro del espacio. Cuentan con la formación y el entrenamiento mínimamente necesario como para echar luz sobre este dilema y -como ya se ha visto en YouTube- no se encuentran tan apegados a la billetera como para aniquilar definitivamente el proceso del pensamiento. Aún pueden alertar sobre la no-negatividad del voto que habrán de captar.

Afuera, en las calles del país, "guitarreros" mediocres y matones de papel Maché continuarán haciendo de las suyas. Es de suponer que jamás habrá escasez de sufragantes desprevenidos ni de militantes de chaquetas amarillas, convertidos en tierna carnada.

La carne de cañón siempre cotiza a precio bajo, por su abundancia. Ley de oferta y demanda.

¿Correcto, Señor Boudou?


Por Matías E. Ruiz, Editor
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