POLITICA: POR EL LIC. GUSTAVO ADOLFO BUNSE

El Informe "Rattenbluff"

En un esfuerzo sin precedentes, quien esto escribe, ha logrado una primicia. Antes de que la desgastada ciudadanía -carcomida por la curiosidad- se entere tardíamente de un documento tan importante… daré a conocer aquí los detalles mas interesantes del llamado “Informe Rattenbluff”...

08 de Febrero de 2012

En un esfuerzo sin precedentes, quien esto escribe, ha logrado una primicia.

Lic. Gustavo A. Bunse, Twitter oficialAntes de que la desgastada ciudadanía -carcomida por la curiosidad- se entere tardíamente de un documento tan importante… daré a conocer aquí los detalles mas interesantes del llamado “Informe Rattenbluff”.

El último de los gobernantes de facto lo llamó, en una tarde lluviosa, al General Rigoberto Rattenbluff (genio desaprovechado de las fuerzas armadas de la comarca).

En medio de un extremo secreto, y rodeado de fuertes medidas de seguridad, le encargó un informe ultraconfidencial acerca de los entresijos políticos y militares de una guerra que había ocurrido en el territorio.

Después de recomendarle -durante media hora- que se moviera con la más absoluta reserva, Rattenbluff salió de allí con las solapas levantadas y, en un barcito de Paseo colón y Alsina, decidió llamar por teléfono a otro militar de su más estrecha confianza (era un trabajo muy arduo para hacerlo solo).

Rattenbluff llamó a un número de teléfono que tenía anotado en el reverso de su corbata... y nombró como su ayudante al Mayor Sigilo (José Sigilo).

Es decir que toda la investigación fue llevada a cabo con el Mayor Sigilo… y los resultados fueron sorprendentes. La siguiente es la síntesis de las conclusiones a que arribó el reporte:

- La guerra fue lanzada sin declararse, lo cual ya constituye una infracción.
- Los gobernantes parece que solo querían resolver y disimular el tema de su debilidad política.
- No estaba preparada la comarca para una confrontación bélica. Parece que ni siquiera estaba lsita para las olimpíadas de tiro al pichón.
- Olvidaron chequear que la diferencia a favor del enemigo era de 35 a 1 (una pavada, pero que prefiguraba una paliza).
- Al que se le ocurrió la idea le agradaba bastante el whisky de marca J.B., lo cual, en verdad (después se sabría) era una sigla secreta.
- El humo se puede vender. Siempre hay algún tonto que lo compra.
- La conclusión más notable fue la siguiente: se perdió la guerra.
- Se prepararon, luego, dos bolsas de chocolate por la noticia.   

Informe RattenbluffLos laureles de la investigación se los llevó Rattenbluff pero, en rigor, la extraordinaria sencillez de las conclusiones deben atribuirse al Mayor Sigilo.

En la Argentina, existen y han existido gran cantidad de estúpidos en todos los escenarios imaginables. Y aún en áreas de decisión que afectan muy sensiblemente a la vida nacional.

He dicho aquí, y lo reitero seriamente: si, en este país, todos los imbéciles levantaran vuelo al mismo tiempo... taparían la luz del sol.

Hemos cosechado ejemplos muy concretos en la Primera Magistratura y, probablemente, no quede ya demasiada gente en la Argentina que no sepa bien quiénes han tenido (y aún mantienen) aquellas características. Aunque, cuando fueron votados, no se habían percatado de ese terrible defecto.

El estúpido pasa, muchas veces, por loco. O acaso por genio, como el caso de la película "Desde el Jardín". En esta producción, el señor Gardiner -un débil mental- se transforma en el factótum de las decisiones del Presidente de los Estados Unidos de América.

Pero existen facetas de la personalidad de un idiota que hacen que buena parte de sus acciones (más conocidas como idioteces o imbecilidades) se conviertan en actos de auténtica malicia y crueldad.

Suele verse entonces que, la maldad, puede ser hija putativa de la estupidez.

El gobierno que exhibe por estas horas la comarca podría ser un claro ejemplo de lo antedicho. Sin importar que muchos piensen que sería magnánimo librarlo de su etiología de maldad, para cambiarla por simple imbecilidad.

Al ser a veces la maldad un clásico producto de la imbecilidad de un sujeto inseguro, o de un perverso, entonces, a criterio de combatir la primera, no sólo hay que poner manos a la obra con urgencia. Es menester prestar la debida atención a la segunda que la nutre y que, como se ve, casi siempre la ocasiona.

Por lo general, vemos que se trata de imbecilidades de grueso calibre.

Gente muy inteligente se ve, pues, conminada a discutirlas, rebatirlas, e intentar anularlas.

Gente racional que es convocada a reuniones informativas de gran estrépito para avisarles que se va a entregar (por capítulos) el "Informe Rattenbluff".

Gente que se sorprende después, por haber tenido que escuchar argumentos estúpidos, discursos de gansos, razonamientos que no merecen tal nombre, arengas rudimentarias y afirmaciones totalmente piradas.

La verdad sea dicha; habría que organizar un enorme acto de desagravio al Mayor Sigilo... en alguna plaza de la comarca que nos ocupa.

Al final, la totalidad del esfuerzo de Sigilo es arrojado por la borda, y aparecen estas conclusiones del Informe... altamente sensibles para la vida del país.

Los imbéciles no descansan. Trabajan 24 por 24.

Pueden ser, incluso, tipos con títulos o con chapa profesional.

Léanse los "profundos" pensamientos que llevaron a Milosevic y a Karadzic a sus criminales limpiezas étnicas: uno de ellos era psicoanalista y el otro, poeta. Pero su terrible indigencia intelectual fue, antes bien, digna de verdaderos imbéciles y analfabetos.

Con el gobierno que dirige los destinos de la comarca, sucede exactamente lo mismo: no cuesta mucho advertir, bajo sus capas negras de déspotas, de totalitarios y demagogos, la verdadera esencia de imbecilidad que llevan dentro, como yacimiento inmanente de su falsa retórica y como sostén endeble de su prédica de burdel.

No nos cuesta casi nada estallar en una gran indignación ante semejantes burlas desde el pináculo del poder, esas que son perpetradas a los ponchazos. Con esa imagen de directora de escuela que tiene la Monarca y con esa admonición descerebrada, destinada a niños ingenuos.

No parecen quedar dudas. Aquellos gobernantes (los de la guerra, los que desarrollaron el Informe Rattenbluff y los que, luego de eso, lo desentierran ahora como si fuera la carpeta con los testamentos perdidos en el Sinaí) no son perversos: son solamente una caterva de imbéciles.

Y los que les siguen el tren, son otros iguales.

Lo de la guerra, ¿era para distraer la atención? ¿Y esto de ahora, no lo es también?

Habría que ejecutar un per saltum de grado... y ascender al Mayor Sigilo... a General Sigilo.

Los tarados, obsérvese bien, son algo mucho peor. Porque un perverso suele caracterizarse siempre por exhibir cierta inteligencia, una habilidad determinada para el vicio e, incluso, en lo suyo, hasta cierto macabro talento. El perverse tiene más de un dedo de frente.

La imbecilidad -fluida y pegajosa- ya está inundando el Palacio Real... y se derrama suavemente por las escalinatas...

... para que todos aquellos que quieran abrevar de allí, lo hagan.


Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse, para El Ojo Digital Política
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Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse, para El Ojo Digital Política