Barack Obama: del "Sí, podemos" al "Usted no lo hizo"
En 2008, Barack Obama prometió esperanza y cambio. ”Sí, podemos” (Yes We Can), gritaban él y sus partidarios.
24 de Julio de 2012
En 2008, Barack Obama prometió esperanza y cambio. ”Sí, podemos” (Yes We Can), gritaban él y sus partidarios.
Ahora nos estamos enterando de que lo del “nosotros” en ese “podemos” significa el gobierno. Pues aparentemente, el pueblo americano no es capaz de hacer nada sin el gobierno.
“Si Ud. tiene una empresa, no la forjó Ud.”, comentó la semana pasada el presidente Obama en Roanoke, Virginia. “Alguien más hizo que eso sucediera”. Su mensaje estaba claro: Los americanos son incapaces de hacer nada sin que el gobierno esté ahí para subsidiarlo o respaldarlo. Este discurso es simplemente el último ejemplo de una campaña de condescendencia.
A principios de este año, Estados Unidos conoció a Julia, la anónima mujer de dibujos animados que protagonizaba un anuncio online para la campaña de Obama. Ella es la joven americana moderna cuyo éxito en la vida se lo puede apuntar a la ayuda que le presta el gobierno. Ella consigue una educación subsidiada por el gobierno federal, unos préstamos universitarios, una planificación familiar gratuita, una atención prenatal gratuita (cuando “decide tener un hijo”), un préstamo para una pequeña empresa y una seguridad en la jubilación debido a la constante presencia del eterno presidente Obama. Y Heritage publicó lo que podría considerarse como la contrapartida de Julia.
Parece que el éxito de Julia no tiene nada que ver con su propia iniciativa, su talento o su duro trabajo. Tampoco tenía éxito debido a una familia que la amase, a sus amigos, su iglesia o cualquier asociación privada. No, Julia necesita al gobierno para salir adelante. Pero no siempre fue de esta manera.
Tal día como hoy de 1848, la primera convención de los derechos de las mujeres se reunió en Seneca Falls, Nueva York. La convención fue algo improvisado, una creación de Lucretia Mott (que estaba en la localidad para visitar a su hermana) y de Elizabeth Cady Stanton. El punto central de la convención fue la Declaración de Sentimientos, según el modelo de la Declaración de Independencia de Jefferson. La convención y su documento son un ejemplo de lo que James Madison describió como el “espíritu vigilante y viril” de Estados Unidos, exhibido por cientos de mujeres en una iglesia metodista.
Al igual que el documento de Jefferson, la Declaración de Sentimientos de Seneca Falls incluía una declaración de principios políticos, una lista de quejas y una conclusión. La declaración de principios es casi una copia palabra por palabra de la Declaración de Independencia. Citaba las verdades inherentes a la cualidad humana, los derechos naturales, el consentimiento de los gobernados y la protección de los derechos individuales.
Aunque en lugar de hacer una lista de quejas contra un rey, estas mujeres se oponían a los impedimentos artificiales para su éxito. Por ejemplo, desafiaban a la tradición legal del derecho consuetudinario que consideraba al marido y a su esposa como una sola persona a efectos legales. Eso significaba que las propiedades de una mujer pertenecían al hombre y que un marido sería castigado por los delitos de su esposa. Rechazaban las barreras sociales y legales artificiales para acceder a la universidad y a ciertas profesiones.
Su conclusión no fue pedir al gobierno un montón de limosnas sino motivar a las mujeres para que se reunieran en más convenciones y que afirmaran su derecho a ser autónomas. Estas mujeres tuvieron éxito, ya que las tradiciones del derecho consuetudinario fueron sustituidas y la mujer se ganó el acceso al voto (de nuevo), a las universidades y las carreras profesionales.
Las mujeres de Seneca Falls y sus herederas lograron el éxito no a causa de unos burócratas del gobierno sino debido a los principios que se encuentran en el corazón de nuestra Declaración de Independencia, que propugna el trabajo duro y la autonomía. No se estaban inventando nada; simplemente estaban insistiendo en que la Declaración de Independencia se aplicase a ellas igual que a los hombres.
Las mujeres de Seneca Falls forjaron un movimiento duradero y sin ayuda alguna del gobierno. Al parecer, Barack Obama no lo habría aprobado.
La versión en inglés de este artículo está en Heritage.org.