¿Son los pobres incapaces?
Usted lo ha oído mil veces: los pobres no pueden salir adelante por sus propios medios, por lo tanto, requieren de todo tipo de subisdios, ayudas, transferencias y tutelas del estado. Este es el clásico discurso de la izquierda.
Usted lo ha oído mil veces: los pobres no pueden salir adelante por sus propios medios, por lo tanto, requieren de todo tipo de subisdios, ayudas, transferencias y tutelas del Estado. Este es el clásico discurso de la izquierda. También es, lamentablemente, el discurso que caracteriza a sectores vinculados a la Iglesia Católica, que todavía actúan como si hubiera, per se, algo de bueno en ser pobre y algo de malo en ser rico. Estos grupos tienden a exaltar la pobreza, cayendo en una lógica de víctmas y victimarios. Con buenas intenciones -el camino al infierno está plagado de ellas- insisten en fórmulas estatistas de probada ineficacia para atacar la pobreza, como son el aumento del salario mínimo, mayores impuestos y mayor redistribución.
La idea de que los pobres no pueden salir adelante por sus propios medios no solo se basa sobre una arrogante pretensión de superioridad intelectual y moral, sino que es evidentemente falsa. Poco antes de la revolución capitalista-industrial, el 99,9% de la población mundial vivía en condiciones que hoy consideramos de extrema miseria. Nuestros tatarabuelos eran todos pobres. Ahora bien, si la pobreza determinara la incapacidad para salir de ella, entonces ¿cómo se explica toda la riqueza creada en los últimos 250 años? Por lógica, si los pobres no pudieran crear riqueza, todos debiéramos seguir siendo pobres.
Afortunadamente, nuestros amigos de izquierda se equivocan: el incremento exponencial de la calidad de vida de la población mundial surgió de la creatividad y del empuje de los pobres del pasado. Y nada recibieron ellos del estado para crear toda esa riqueza. Lo mismo observamos hoy en las revoluciones económicas liberales en Asia, que han sacado a cientos de millones de personas de la pobreza y que, por cierto, no son producto de la redistribución de los gobiernos; más bien, al revés. Son el resultado de la retirada de esquemas socialistas e intervencionistas, abriendo espacios a la libertad y creatividad de los pobres en estos países.
Otro buen ejemplo de la entereza moral y empuje de las personas pobres lo constituye el Grameen Bank fundado por el Nobel de la Paz Muhammad Yunnus. Este "banco de los pobres" otroga microcréditos, especialmente a mujeres de los países más pobres del mundo. El resultado, mas allá de la críticas, ha sido que decenas de millones de personas pobres han comenzado sus propios negocios y, más aún, exhibido tasas de repago incluso superiores a los bancos tradicionales. Pero la capacidad creadora de riqueza de los más pobres va todavía más allá.
Según el cálculo de Hernando de Soto en El Misterio del Capital, los pobres del mundo han logrado acumular capital por una cifra superior a la capitalización de todas las empresas listadas en la bolsa de comercio de los veinte países más desarrollados del mundo. ¿Incapaces de crear riqueza? No. El problema es otro: el ideologismo e ignorancia que impide entender las fuerzas del espíritu humano, responsables de la creación de riqueza, y que se encuentran igualmente presentes en todos los sectores de la sociedad.
Este artículo fue publicado originalmente en El Diario Financiero (Chile) el 25 de enero de 2013.