Contrabando, 'paseros' y falsificación de marcas
En una reciente nota, publicada en La Nación el próximo-pasado domingo 27 de julio..
29 de Julio de 2014
En una reciente nota, publicada en La Nación el próximo-pasado domingo 27 de julio (http://www.lanacion.com.ar/1713408-las-caravanas-de-compras-ilegales-un-nuevo-negocio-millonario-en-la-frontera), se describían los modos cómo se confeccionan las 'caravanas de compras ilegales' desde el norte de nuestro país, para abastecer al mercado de La Salada en el conurbano bonaerense, y a otras 'saladitas' del interior del país. Se trata, por cierto, de una nueva modalidad de contrabando que moviliza cifras multimillonarias.
Como siempre, la falsificación de marcas es la estrella de este novedoso artilugio. La mercadería trucha que pasa a nutrir estas ferias -su destino final- ingresa clandestinamente en el país por la Provincia de Salta, en la frontera con Bolivia. A criterio de evitar cuanto menos el primer control fronterizo, las organizaciones criminales dedicadas a esta operación desarrollaron lo que denominaron 'bypass' -conforme explica la nota-, una suerte de postas que hacen los paseros a campo traviesa hasta el lugar elegido para subir la carga en ómnibus, camiones y vehículos utilitarios, que transportarán la mercadería luego a destino.
En lo que va del año, desde el 24 de enero pasado y hasta el 15 de este mes, Gendarmería Nacional ha secuestrado, en distintos operativos, mercadería por un valor superior a los AR$ 110 millones. Considere el lector que estamos hablando de contrabando hormiga hasta su ingreso en el país, para transformarse en contrabando a escala comercial una vez transpuesta la frontera e ingresada la mercadería. Para combatir estas 'caravanas de compras ilegales', el Ministerio de Seguridad de la Nación decidió que Gendarmería Nacional instrumentase una serie de controles sorpresivos y simultáneos en distintas rutas del país -siendo la meta impedir el avance del contrabando. Pero, a su vez (del otro lado del mostrador), con miras a eludir estos operativos, las organizaciones criminales comenzaron a modificar su metodología, alterando de manera permanente los recorridos, dejando de contratar ómnibus y optando por vehículos utilitarios para el traslado de la mercadería ilegal. En concreto, y pese a los controles, -según informa Gendarmería-, se llevaron adelante procedimientos en 30 sitios distintos del territorio nacional, en diferentes rutas y con puestos móviles. Pero la mercadería falsificada y contrabandeada sigue llegando a las ferias.
La pregunta que uno debiese hacerse (especialmente las autoridades) es, si en lugar de invertir tanto recurso humano en las rutas de manera poco adecuada, no sería acaso mucho más eficaz controlar directamente las ferias y su acceso a las mismas. Si las autoridades son plenamente conscientes de que los productos comercializados en tales ferias son falsificados y/o contrabandeados, por qué mejor no implementar esos operativos directamente en su destino final. Sabido es que, al frustrarse la cadena de comercialización, se hace muy difícil para sus protagonistas seguir adelante con el ilícito penal. De nada sirve ingresar mercadería falsificada al país, si no existe dónde distribuirla y/o comercializarla. Daría la sensación de que no hubiese verdadera intención de terminar con estas organizaciones. De lo contrario, ¿por qué no ejercer el control que estas ferias ameritan?
Hemos visto reiteradamente que los manteros en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se mueven a sus anchas, sin que la Policía Federal Argentina actúe ni intervenga de oficio. Solo la Policía Metropolitana ha tomado cartas en el asunto en casos específicos, aunque sin anotarse grandes logros. En lo que respecta a las ferias, éstas parecieran intocables. Municipios solo buscan cobrarles algún tipo de impuesto o contribución, sin importar lo que allí se comercialice. Más aún, alguna de ellas ha sido expuesta por el Gobierno Nacional como modelo de exportación a imitar, y se ha invitado a sus referentes a integrar delegaciones oficiales en giras por el exterior. Tal lo sucedido en ocasión del periplo presidencial a Angola.
Abundan las contradicciones. El Ministerio de Seguridad conoce a ciencia cierta la existencia del contrabando, del mismo modo en que conoce el destino final que se da a la mercadería falsificada. No obstante ello, prefiere no ir contra la fuente, responsable de redistribuír hacia toda la geografía del país. Persiguiendo 'paseros' en las rutas, definitivamente no es el camino para poner término al contrabando y a la falsificación marcaria.
En efecto -y como ya se dijo-, la voluntad para terminar con estas organizaciones se presenta inexistente.
Como siempre, la falsificación de marcas es la estrella de este novedoso artilugio. La mercadería trucha que pasa a nutrir estas ferias -su destino final- ingresa clandestinamente en el país por la Provincia de Salta, en la frontera con Bolivia. A criterio de evitar cuanto menos el primer control fronterizo, las organizaciones criminales dedicadas a esta operación desarrollaron lo que denominaron 'bypass' -conforme explica la nota-, una suerte de postas que hacen los paseros a campo traviesa hasta el lugar elegido para subir la carga en ómnibus, camiones y vehículos utilitarios, que transportarán la mercadería luego a destino.
En lo que va del año, desde el 24 de enero pasado y hasta el 15 de este mes, Gendarmería Nacional ha secuestrado, en distintos operativos, mercadería por un valor superior a los AR$ 110 millones. Considere el lector que estamos hablando de contrabando hormiga hasta su ingreso en el país, para transformarse en contrabando a escala comercial una vez transpuesta la frontera e ingresada la mercadería. Para combatir estas 'caravanas de compras ilegales', el Ministerio de Seguridad de la Nación decidió que Gendarmería Nacional instrumentase una serie de controles sorpresivos y simultáneos en distintas rutas del país -siendo la meta impedir el avance del contrabando. Pero, a su vez (del otro lado del mostrador), con miras a eludir estos operativos, las organizaciones criminales comenzaron a modificar su metodología, alterando de manera permanente los recorridos, dejando de contratar ómnibus y optando por vehículos utilitarios para el traslado de la mercadería ilegal. En concreto, y pese a los controles, -según informa Gendarmería-, se llevaron adelante procedimientos en 30 sitios distintos del territorio nacional, en diferentes rutas y con puestos móviles. Pero la mercadería falsificada y contrabandeada sigue llegando a las ferias.
La pregunta que uno debiese hacerse (especialmente las autoridades) es, si en lugar de invertir tanto recurso humano en las rutas de manera poco adecuada, no sería acaso mucho más eficaz controlar directamente las ferias y su acceso a las mismas. Si las autoridades son plenamente conscientes de que los productos comercializados en tales ferias son falsificados y/o contrabandeados, por qué mejor no implementar esos operativos directamente en su destino final. Sabido es que, al frustrarse la cadena de comercialización, se hace muy difícil para sus protagonistas seguir adelante con el ilícito penal. De nada sirve ingresar mercadería falsificada al país, si no existe dónde distribuirla y/o comercializarla. Daría la sensación de que no hubiese verdadera intención de terminar con estas organizaciones. De lo contrario, ¿por qué no ejercer el control que estas ferias ameritan?
Hemos visto reiteradamente que los manteros en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se mueven a sus anchas, sin que la Policía Federal Argentina actúe ni intervenga de oficio. Solo la Policía Metropolitana ha tomado cartas en el asunto en casos específicos, aunque sin anotarse grandes logros. En lo que respecta a las ferias, éstas parecieran intocables. Municipios solo buscan cobrarles algún tipo de impuesto o contribución, sin importar lo que allí se comercialice. Más aún, alguna de ellas ha sido expuesta por el Gobierno Nacional como modelo de exportación a imitar, y se ha invitado a sus referentes a integrar delegaciones oficiales en giras por el exterior. Tal lo sucedido en ocasión del periplo presidencial a Angola.
Abundan las contradicciones. El Ministerio de Seguridad conoce a ciencia cierta la existencia del contrabando, del mismo modo en que conoce el destino final que se da a la mercadería falsificada. No obstante ello, prefiere no ir contra la fuente, responsable de redistribuír hacia toda la geografía del país. Persiguiendo 'paseros' en las rutas, definitivamente no es el camino para poner término al contrabando y a la falsificación marcaria.
En efecto -y como ya se dijo-, la voluntad para terminar con estas organizaciones se presenta inexistente.
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@DrRobertoJ
Sobre Roberto Porcel
Es Abogado en la República Argentina, especialista en Derecho Comercial y experto en temas relativos a la falsificación marcaria. Socio en el Estudio Doctores Porcel, fundado en 1921. Los textos del autor en El Ojo Digital pueden consultarse en http://www.elojodigital.com/categoria/tags/roberto-porcel.