POLÍTICA ARGENTINA: PABLO PORTALUPPI

Argentina: tragedia de una Nación

La tragedia de la Argentina es también una tragedia de padres e hijos. Con el destape de la corrupción...

06 de Julio de 2016
La tragedia de la Argentina es también una tragedia de padres e hijos. Con el destape de la corrupción kirchnerista, allí están los cuatro hijos de Lázaro Báez con una cuenta millonaria en Suiza teniendo que dar explicaciones ante la Justicia, y Máximo Kirchner debatiéndose entre la complicidad y la confusión ante la insondable fortuna que le legara su padre. Y sufriendo, tal vez, por tener a su progenitor bajo tierra y a su madre con serios riesgos de ir a prisión. 
 
También está el propio Presidente Mauricio Macri. Toda su carrera profesional, al menos desde que decidió competir por la presidencia de Boca Juniors, estuvo regida por la sombra de su padre Franco. Y aún hoy, habiendo llegado a la primera magistratura del país, debe lidiar con algunas cuentas y firmas off shore derivadas del mandato familiar y paterno. El ex presidente Carlos Menem sufrió la muerte de su hijo, al precipitarse su helicóptero a tierra. Y también otro antiguo mandatario, Fernando De la Rúa, debió tolerar los amoríos y desvaríos de Antonito.
 
La década del setenta también dejó su marca al respecto. Además de todos los bebés nacidos en cautiverio, están aquellos hijos que luchan por la memoria de sus padres asesinados por la guerrilla. Fernanda y Luciana Viola, Arturo Larrabure, Claudia Muscat, Diego Cáceres, entre varios otros.

Argentina flagEn Mar del Plata, cinco hijos luchan a cada día y a cada hora por el honor y la inocencia de su padre, el Juez Pedro Hooft, acusado falaz y malamente de ser partícipe en delitos de lesa humanidad. Uno de ellos, Federico, incluso eligió ser su abogado defensor.
 
En esta tierra de engaño, ficción y egocentrismo, se escribió la historia de una nación enamorada de sí misma. Se proclamó a cuatro vientos que la Argentina era el mejor país del mundo, para luego caer en la cuenta que ni siquiera logra mover ni un milímetro el amperímetro mundial. Eso produjo cierta enajenación. ¿O acaso haber tolerado doce años un gobierno eminentemente corrupto cinco minutos después de reclamar a viva voz 'que se vayan todos' no remite a un acto de pura y dura esquizofrenia? 
 
El kirchnerismo fue una rara patología en el devenir nacional -aunque lejos está de ser un tumor. Más bien se trata de una enfermedad autoinmune. Si el menemismo fue el “canchero” del barrio, el movimiento de los Kirchner fue el patotero, el líder, el “poronga”. Y, ciertamente, fue hábil en el arte del engaño: logró engalanar a las almas en pena, haciéndoles creer que se trataba de un “padre” justiciero que venía a vengar las atroces muertes de sus hijos y nietos. Nadie hasta ahora había logrado seducirlas. Y consiguió lo que nadie podía sospechar: que esas almas sufrientes mostrasen su peor rostro. Pero, por otro lado, encumbró a un ejército de truhanes de poca monta que, ocultos tras las banderas de nobles propósitos, perpetraron un saqueo sistemático de las arcas públicas. Es que ya se sabe: no se puede engañar a todo el mundo, todo el tiempo. Entonces, a los más avispados, había que convertirlos en parte de la trama. Si alguien osó proponer una CONADEP de la corrupción, ¿es acaso de trasnochado fantasear con la creación de una figura penal que tipifique el robo/saqueo de lesa humanidad?. Son pocos aquellos que comprenden que la actual crisis económica también es producto de la corrupción de Estado que se floreó con el país los últimos años. Ni hablar de la crisis moral que de allí parte.
 
Alguna vez será preciso descubrir los caminos transversales a la ruta principal del dinero k -los atajos, los senderos oculto; allí donde nadie mira, allí donde aún nadie se atreve a echar un vistazo. El relato tuvo muchas bifurcaciones, algunas de las cuales permanecen inexploradas. ¿Cómo lograr que mucha gente, desde periodistas hasta Jueces, y hasta un coro de mujeres lloronas, asuma posiciones en las que nunca creyó? Ya lo decía Jorge Asís/Oberdán Rocamora hace casi cuarenta años: “La guita nos copó el sueño, nos entristeció el humor, nos condicionó el amor, nos limitó las aspiraciones”.
 
Le guste a quien le guste, el kirchnerismo deriva en hijo dilecto del peronismo. Y el peronismo es algo insanablemente argento. Juan Domingo Perón fue lo más parecido a un gran padre. Aún en su largo exilio, su proyección paternalista continuó rigiendo los destinos de la gran mayoría de los argentinos. Y, paradójicamente, su figura nunca estuvo tan cuestionada como en los últimos doce años. Cuando uno de sus hijos, encaramado en el poder entre 2003 y 2015, le otorga cargos visibles e invisibles a dirigentes que supieron invocar su nombre en tiempos violentos para fines muy alejados de lo que pregonaba el viejo líder, en verdad, lo que hace es “matar” a su propio padre, o al menos, ponerlo en el banquillo de la historia. Ni siquiera tuvo piedad, sabiendo que el anciano Perón debió soportar cómo sus hijos, sean derechos o izquierdos, se exterminaban entre sí.
 
El gran cuento kirchnerista, amén de exhibir ribetes lindantes con la fantasía, también reúne el atributo de portar numerosos pequeños relatos, de algunos de los cuales ni siquiera son los autores originales. Sólo los tomaron e, inspirándose en ellos, los adaptaron a gusto y necesidad de pequeños actores oriundos de importantes urbes del país. Un pequeño relato, de la ciudad de Mar del Plata, puede dar acabada cuenta de ello. Pero, aquí, la tragedia paterno-filial adquiere dimensiones bastante más siniestras.
 
Resulta que, un mediodía de marzo del año 1975, un ciudadano, llamado Ernesto Piantoni, circunstancialmente abogado y vinculado al sindicalismo, además de ser líder de una facción política peronista local, fue asesinado mediante ráfagas de ametralladora a bordo de su humilde Citroen 3 CV, mientras se dirigía, casualmente, a ver a su tercer hija recién nacida. Poco más de cuarenta años más tarde, nadie se atrevió indagar sobre esa muerte, que produjo, entre varias tragedias, que una hija nunca haya conocido a su padre. ¿Quién o quiénes lo mataron?, ¿Cuál era la identidad y las edades de los cuatro hombres que iban a bordo del auto que lo emboscó? ¿De qué color era el Peugeot 504 en cuyo interior iban los asesinos? ¿Por qué fue ultimado? ¿Fueron homicidas ajenos a la ciudad, o se valieron de apoyo local? Infortunadamente, nadie invirtió tiempo en responder jamás estos interrogantes. Pero, inmediatamente, pusieron bajo la lupa investigativa lo que originó ese crimen.
 
A la madrugada siguiente, fue asesinado el hijo de un Senador, mientras intentaba escapar por lo techos de la casa donde dormía. El titular de la morada, un militar retirado, fue secuestrado junto a sus dos hijos de 16 y 22 años. Sus cuerpos aparecieron a las pocas horas a cien metros de la vivienda de un ex oficial de inteligencia del Ejército Argentino. Menos de una hora después de esos secuestros, fue raptado, y luego salvajemente asesinado, un médico cirujano absolutamente desconocido en una ciudad donde se conocían todos. El galeno dejó huérfano a un bebe de dos meses.

Cinco muertes; cinco crímenes. Aquello se dio en llamar '5 x 1'. Siempre se dijo que fue en respuesta por el asesinato de Piantoni. Más aún: el relato imperante fue que se trató de la venganza de la derecha peronista contra su contraparte, la izquierda. Pero subsisten asuntos que no cierran. De importancia crítica para comprender el marco más global.
 
¿Qué relación tienen un militar retirado, sus dos hijos, y un ignoto cirujano, con la izquierda peronista? ¿Fue casual que los cuerpos del padre y sus hijos aparecieran cerca de la casa de un operativo de inteligencia? ¿Pudieron haber sido llevados allí por algún motivo? De ser éste el caso, ¿qué buscaban sus captores, alguna delación o confesión? ¿Pudo un simple grupo de militantes políticos, abogados en su gran mayoría, llevar a cabo semejantes operativos? ¿Acaso no son más propios de gente profesional? Y un gran interrogante que nadie se atrevió a dilucidar: ¿Estuvo en las horas posteriores al crimen de Piantoni el funesto Aníbal Gordon en Mar del Plata? Su eventual presencia podría ayudar a explicar ciertos subcapítulos. El problema radica, quizás, en que responder estas preguntas implica salirse de la zona de confort. Resulta moralmente cómodo asumir verdades aliviadoras que indagar en zonas oscuras. Más para una sociedad que no suele hacerse cargo de sus propios errores y miserias. 
 
Algunos detalles del relato impuesto del 5 x 1 hasta el momento. Palabras y frases textuales que lo grafican a la perfección: “Salían de la casa velatoria con los rostros desencajados. Parecía que acababan de tomar una decisión. Entraron a los autos. Ahora van a ver, murmuró uno de ellos. La viuda de Piantoni, ante el cuerpo de su marido, había lanzado un pedido que fue como una orden: Quiero la cabeza de los responsables. El hombre escuchó la súplica. Giró su cabeza y dio la orden a las patotas. Comenzaba la cacería”. Esta secuencia, casi cinematográfica, resulta en extremo atractiva, pero comporta puntos débiles. El principal de ellos tiene que ver, precisamente, con el estado de la viuda. Hacía menos de 24 horas que Cristina Chacón había sido madre por tercera vez, por lo que es de suponer que una parturienta que recibe la noticia de que a su marido, el padre de la beba recién nacida, lo acababan de asesinar a balazos, no puede mostrarse mentalmente estable ni físicamente apta. Ella misma declaró que apenas estuvo cinco minutos en el velorio, y completamente sedada. De igual manera lo consignan numerosos testigos que concurrieron a despedir los restos de Piantoni. Por otro lado, resulta difícil creer que una mujer tenga semejante poder de decisión en una organización cuasimafiosa, como lo retrata el relato a este grupo de militantes de derecha. Pero estas notas marginales ingresan ya en el nebuloso terreno de la conjetura. Y, aún suponiendo que la viuda hubiese dado esa orden, habría que cuestionar severamente el accionar posterior de las patotas, ya que condujeron, en todo caso, a los responsables equivocados. ¿Qué pudieron haber tenido que ver con el crimen un militar retirado y un médico cirujano? ¿Por qué la propia mujer no está imputada, habiendo sido ella la que, en conformidad con el relato, dio la orden para las ejecuciones?
 
El principal imputado en esta causa, y para muchos el verdadero objetivo de este proceso, es el ex Fiscal de Mar del Plata Gustavo Demarchi -en prisión desde febrero del año 2011. Es decir, que ya lleva detenido cinco años y medio. Más preguntas emergen: ¿es justo encerrar a una persona en una celda por delitos que no se sabe fehacientemente que haya cometido? ¿Son crímenes de lesa humanidad las luchas intestinas al interior del peronismo que se sucedieron durante el desarrollo de un gobierno constitucional? ¿Hasta dónde puede llegar la 'línea de corte' hacia abajo, que comenzara a gestarse en los últimos años en la comisión de los asesinatos de los setenta? Finalmente, y suponiendo que Demarchi fuera responsable de esas muertes, ¿acaso encerrarlo en una prisión durante tantos años, privándolo de disfrutar a  sus hijos y sus nietos, es una forma de hacer justicia a la espera de una posible sentencia? 
 
Tres encausados han fallecido en el curso del proceso. El último, el Dr. Roberto Coronel, representado en su oportunidad por su propia hija, acaba de fenecer -producto, dicen, del extendido daño moral que hizo mella en su ya de por sí delicada salud. Vale decir que el hombre, además, se encontraba libre a la espera del fallo. ¿Acaso no se está en presencia de un caso fuertemente inmoral? ¿No se trata de un delito acusar de asesina a una persona y tenerla procesada años y años, o perpetuar procesos absurdos en pos de una venganza personal, arruinándole literalmente la salud?
 
El derrotero de los últimos doce años del país consigna que, mientras se proclamaba justicia en la condena de delitos ocurridos cuarenta años atrás, la inseguridad crecía a pasos agigantados en cualquier rincón de la República, cobrándose la vida de incontables víctimas, con abyecta ausencia y connivencia del Estado. En paralelo, las arcas públicas eran saqueadas sin pudor. Esta porción de la historia nacional lo tiene todo: bóvedas, bolsos voladores, hijos y parientes con cuentas millonarias, centenares de empresas fantasmas, efedrina. Muertes que ruegan por una explicación. 
 
Cabría analizar, severamente, si todos estos hechos no estarán conectados entre sí. Cuando los acontecimientos se repiten, la casualidad comienza a desvanecerse. Y alguna vez, no dentro de mucho tiempo, habría que preguntarse por la verdadera dimensión de la gran tragedia argentina.

 
Sobre Pablo Portaluppi

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Periodismo. Columnista político en El Ojo Digital, reside en la ciudad de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina). Su correo electrónico: pabloportaluppi01@gmail.com. Todos los artículos del autor, agrupados en éste link.