México: recesión sin precedentes
De acuerdo con la estimación oportuna del Inegi, durante el segundo trimestre...
11 de Agosto de 2020
De acuerdo con la estimación oportuna del Inegi, durante el segundo trimestre de 2020, el PBI de México se contrajo en un 17,3%, considerándose cifras ajustadas por estacionalidad. La profundidad del descalabro económico es extraordinaria, por varias razones.
En primer lugar, se trata de la caída trimestral de la producción más profunda de que se tenga registro. En particular, el reciente retroceso supera con creces a los declives récord previos de 5,8 y 5,1 por ciento, correspondientes a los primeros trimestres de 1995 y 2009, respectivamente.
La contracción productiva fue generalizada al extenderse a los tres grandes sectores de la economía. Específicamente, la industria sufrió una mengua muy superior a la del PBI; los servicios, una ligeramente por debajo de la de éste; y el sector primario, la menor.
En segundo término, la reducción trimestral del PIB resulta elevada al remitirse a comparaciones internacionales. Por ejemplo, a tasa anualizada, la baja alcanza 53,1 por ciento, lo cual equivale a 1,6 veces la registrada en los Estados Unidos de América.
En tercer lugar, el desplome del producto acentuó la tendencia de deterioro económico exhibida en México por más de dos años. En concreto, la producción se ha reducido en siete de los últimos nueve trimestres, con incrementos sólo levemente positivos en dos.
Una vez más, este desempeño contrasta desventajosamente con la expansión de la economía estadounidense, sostenida por más de una década hasta febrero del presente año.
Una seria implicación del prolongado debilitamiento económico de México es que el nivel de la producción en el segundo trimestre de 2020 resultó el más bajo desde el tercer trimestre de 2010. En otras palabras, se ha anulado una década completa de crecimiento económico en el país.
Este menoscabo es particularmente preocupante, porque consigna un espectacular desplome del PIB mensurado por habitante, el cual -a pesos mexicanos constantes- podría haber retrocedido cerca de un cuarto de siglo. Ello implica un fenomenal menoscabo en el estándar de vida medio, y un agravamiento notable de los índices de pobreza.
Al igual que en otras naciones, el derrumbe del PBI remite, en mayor grado, a las acciones de distanciamiento social adoptadas para evitar el contagio del Covid-19. Adicionalmente, y como lo sugiere la extendida debilidad económica, en este deterioro han influído también el ambiente adverso al consumo y, sobre todo, a la inversión del sector privado, generado por las políticas de la presente Administración.
Algunos observadores han aseverado que la economía mexicana ha tocado fondo en el mes de mayo pasado y, en consecuencia, desde junio ha iniciado una senda de recuperación. Infortunadamente, tal optimismo podría ser, cuando menos, prematuro.
La predicción referida se sustenta principalmente en la inferencia de que el IGAE (Indicador General de Actividad Económica) de junio habría mostrado un dinamismo positivo, con base en la estimación de la caída trimestral del PBI y las variaciones mensuales de abril y mayo. Ese cálculo se refuerza con el repunte de las exportaciones no petroleras durante junio.
La mejoría de sólo un mes habría dependido de la reanudación gradual de varias actividades económicas, iniciada a finales de mayo. Empero, a este avance podrían sucederlo nuevos retrocesos.
Ello es así porque, probablemente, la evolución económica de los próximos trimestres continuará determinada, en gran medida, por la trayectoria del coronavirus, y por las consecuentes respuestas por parte del gobierno y la ciudadanía mexicana. Su posible éxito enfrenta desafíos.
Por ejemplo, en varios países ha vuelto a aumentar el número de casos de infección confirmados, lo que ha implicado una menor liberación de restricciones de confinamiento e, incluso, su reimposición, al tiempo que negocios y consumidores se han mostrado más cautos.
Un caso destacado ha sido el estadounidense, cuya curva de contagios, tras registrar una moderada disminución, ha exhibido una tendencia ascendente desde junio, con lo cual ha alcanzado niveles superiores a los del 'pico' de abril. Como resultado, se ha observado una ralentización reciente en los indicadores de reactivación económica.
México se encuentra en la difícil situación de que no ha reducido, ni transitoriamente, el número de casos semanales de contagio. La agudización de esa tendencia limitaría aún más las posibilidades de reanimación de la demanda interna.
En tales circunstancias, resulta impostergable que el gobierno aplique una estrategia efectiva que permita abatir la propagación de la pandemia. La reiteración de errores en materia de salud pública sólo incrementaría el riesgo de una catástrofe de orden superior en términos de vidas humanas y efectos negativos adicionales sobre la actividad económica.
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@InstitutoCato
Sobre Manuel Sánchez González
Manuel Sánchez González se desempeñó en el puesto de subgobernador del Banco de México, y autor del libro Economía Mexicana para Desencantados (Fondo de Cultura Económica). Publica periódicamente en el sitio web en español del think tank estadounidense The Cato Institute (Washington, D.C.).