Cuestionable pero cierto : muchos votarán a Kirchner por miedo al caos... aunque este llegue de todas formas. La oposición juega para el ex presidente
Se repite un escenario similar al de las elecciones presidenciales de 2007, en donde los votantes siguen sin conocer las propuestas de la oposición y terminan optando por el que ya está (considerándolo el mal menor). Pero el miedo jugará un rol decisivo en estas legislativas. Analicemos los argumentos de aquellos que, tímidamente, reconocen que votarán por Kirchner y Scioli. La oposición y sus egoísmos arriesgan un buen resultado.
21 de Julio de 2010
La prensa y los encuestadores suelen pecar de soberbia en tiempos preelectorales. Y esta no es la excepción. Pocos consideran este factor pero lo cierto es que, luego de los análisis políticos de rigor y de la consideración de variables duras y blandas a la hora de pronosticar la respuesta ciudadana, la realidad siempre es la que prevalece.
Considera la lógica que los candidatos kirchneristas de todos los distritos electorales deberían ser barridos de un plumazo por la voluntad popular, habida cuenta de que la Administración Kirchner es ya, para muchos, lo peor que le ha tocado vivir al país desde su surgimiento como nación soberana.
Pero, en los hechos, no siempre tiene lugar el escenario de método deductivo.
Hoy, mal que a la oposición le pese, el tándem Néstor Kirchner-Daniel Scioli bien podría imponerse en la provincia de Buenos Aires. Analistas y encuestadores de opinión han dejado pasar por alto dos factores fundamentales, a saber, el miedo a un nuevo escenario de caos social y económico -que podría asemejarse a diciembre de 2001- y la pobreza de ideas que acusa la oposición, enfrentada entre sí.
Con respecto a la variable del caos, no es noticia que el propio Néstor Carlos Kirchner ha abusado de tal planteo, al extremo de blanquear su ocurrencia si acaso no llega a consagrarse en el primer puesto en la provincia.
La recesión y los despidos masivos -acompañado de dólar y combustibles más caros- se convertirán en una triste realidad, esto es innegable. Lo peor ocurrirá, pero Kirchner tiene un as en la manga : si no se queda con el primer lugar en los comicios del 28 de junio en el distrito de su partenaire Daniel Scioli, el "Operativo Venganza" se acelerará y, simplemente, le soltará la mano a las variables micro y macroeconómicas para que todo estalle más temprano.
Venganza que oportunamente los porteños debieron sufrir, tras relegarlo siempre en la Capital como alternativa. Lo sufrieron en donde más duele : la falta de seguridad. Tras la derrota escandalosa de su candidato Filmus, el propio ex presidente se encargó de dar la orden : "Nada de policía propia para los capitalinos". Así se refiere a ellos en privado, siempre peyorativamente. En aquel entonces, el vocero oficial de la vendetta fue Alberto Fernández, con su tristemente célebre frase : "los porteños deben dejar de votar como si fueran una isla". Otros ideólogos del poder, como José Pablo Feinmann, directamente acusaban a los residentes en la capital del país de "soberbios" o, simplemente, "imbéciles".
Ahora, la espada de Damocles pende -amenazante- sobre los bonaerenses. Extorsionados a más no poder, los intendentes de la provincia de Buenos Aires debieron ponerse de rodillas ante los aprietes del Jefe, porque de otro modo sufrirían las consecuencias. La tragicomedia se ha visto corroborada en las últimas semanas en la resignada reflexión del alcalde marplatense Gustavo Pulti : "No había otro camino para Mar del Plata. Necesitamos completar las obras prometidas". Entonces, Pulti se colgó de las "testimoniales". Reconoció en forma pública que, si no tomaba la oferta K, la Feliz se quedaría sin un peso para completar obras de infraestructura, entre las que se contabilizan los trabajos cloacales y la terminación de la estación ferroautomotor -que ya en mucho se asemeja a Yacyretá-.
Tomando el riesgo de aparecer como políticamente incorrecto, quien analiza el escenario debe reconocer que la táctica kirchnerista de apuntar a los bonaerenses de menores recursos es sabia. Los pauperizados ciudadanos del famoso segundo cordón se dividen en dos categorías : aquellos que no pueden darse el lujo de garantizarse su diaria supervivencia y aquellos que, conservando una cuota de dignidad, eligen el mal menor pues prestan gran atención a la propaganda que reza "El caos o yo". Los integrantes del primer grupo pueden ser comprados con electrodomésticos, comida o pares de zapatillas que en muchos casos vienen incompletos. Solapados, allí también existen aquellos que viven de lo ajeno y que hacen de la delincuencia su incondicional estilo de vida. Razonan que ningún gobierno les ha garantizado más impunidad que Néstor Kirchner y ahora su mujer.
Ahora bien, el segundo componente es el ciudadano que vive de las famosas "changas" pero que, a su vez, reflexiona constantemente en horas previas a cada comicio. Luego de un sinnúmero de consideraciones, concluyen que vale la pena tomar nota de la amenaza del desastre que agita permanentemente el ex primer mandatario. Al contrario de las clases altas y de porciones diminutas de una clase media aún pudiente, ellos no pueden darse el lujo de regalarle las herramientas al matrimonio presidencial para que hagan volar todo en pedazos. Si ello ocurriera, se quedarían sin el poco trabajo que consiguen. Al menos, ese es su razonamiento. Y su argumento es difícil de rebatir para aquellos que aún tenemos la chance diaria de asegurarnos el pan para la mesa. Sabrá perdonar el lector la escritura franca y, por momentos, en extremo sencilla de esta columna en particular.
Días atrás, quien esto escribe tuvo la oportunidad de discutir la cuestión electoral con un puñado de votantes de clases bajas del conurbano. La pregunta denarvaista de : "¿Y si el cambio empieza un día?", gatilló el siguiente comentario :
- ¿Sabés lo que pasa? Si viniese un cambio, este no vendría acompañado de buenas noticias para el día siguiente. Antes de un cambio bueno, llega un tiempo de ajuste y todo lo bueno se demora. En mi caso, odio a los Kirchner pero no les quiero dar la excusa para explotar todo. Total, en 2011 ya no van a estar más. Si la cosa explota hoy o dentro de dos años, prefiero que explote en dos años. Mientras tanto, me arreglo con el día a día".
Finalmente, la cruda realidad se impone. Esta no se construye desde pulcros escritorios de caoba ni desde las oficinas de Balcarce 50, las luxury suites de la Quinta de Olivos o los delicados asientos del Chevy refaccionado del ex presidente que duerme en una cochera del lugar. Si acaso la oposición quisiera ganarse la voluntad de estos ciudadanos que hoy están en condiciones de dar vuelta una elección, debería proponer soluciones para ellos. Pero las respuestas no aparecen.
Francisco De Narváez ha comenzado, poco a poco, a hacerle el juego al kirchnerismo, metiéndose en el pantanoso terreno de la agresión. Por su parte, la peor de las responsabilidades le cabe a Elisa Carrió quien, desde la comodidad de un Acuerdo Cívico escaso en figuras, sabe que no tiene nada que perder e invierte valioso tiempo en atacar a De Narváez con la cuestión no probada de la efedrina, y su sociedad con Mauricio Macri. Este último continúa encerrado en la Capital Federal y hasta se da el lujo de discutir en público con Michetti (situación que ha sabido explotar el oficialista Grupo Clarín). La candidata de la silla de ruedas también aporta su cuota de tensión : cada vez que puede, se victimiza ante los miembros de su propio partido, mientras su intención de voto disminuye. El PROperonismo juega para Carrió, y Lilita juega para Kirchner. Desde su injusto encarcelamiento, el ex comisario Luis Patti arremete con su candidatura, en lugar de acordar con el PRO para acortar distancias con el matrimonio. Si los reportes de Jorge Asís fueran correctos, Patti se bajaría de su candidatura y sus siete puntos de intención de voto podrían venirle de perillas a De Narváez para remover a Kirchner de su tambaleante y mediocre primera posición.
Nuevamente coincidiendo con el punto de vista de Asís, el error opositor fue ningunear a Luis Abelardo Patti. El grito en el cielo que hubieran puesto los organismos de derechos humanos no debió ser tan exageradamente tenido en cuenta. Después de todo, Hebe de Bonafini, Estela Carlotto y sus amigos no influyen en los votos, en lo absoluto. Su círculo de influencia se reduce a los negociados con las editoriales y los amigos que mantienen en el poder. Y cotizan a la baja pues la opinión pública sabe que defienden a la delincuencia en desmedro de las vapuleadas y pauperizadas fuerzas de seguridad. Una sociedad hastiada de la violencia urbana vería con buenos ojos a un futuro De Narváez Gobernador junto a Patti como responsable de Seguridad. Solá tiene mucho que aportar a esta sociedad política, a partir de su conocimiento del escarpado terreno político bonaerense, y todo ese conglomerado que involucre a Macri y sus hombres en el poder en Capital Federal bien podría sinergizarse a los efectos de lograr armonía entre Buenos Aires y la provincia.
La imposibilidad de crear unidad en medio de las personalides opositoras, tan disímiles como egoístas, es el factor con el que contaba Néstor Kirchner para salir del paso. El propio ex presidente se metió solo en el lodazal de las groserías de la gestión y le regaló a la oposición la oportunidad en bandeja de plata para que lo depongan democráticamente. Pero el rejunte de la vereda de enfrente ha optado por patear la bandeja con el menú que venía all inclusive. No hubo Cajita Feliz para los opositores.
La realidad de la oposición es la realidad del país. Pero la opinión ciudadana no mantiene tanto derecho de criticarlos. Después de todo, el votante siempre es el primer y el último responsable. Cuestión ineludible a la hora de responder a la pregunta de "por qué estamos tan mal".
Será necesario un nuevo pandemonium social y económico para abofetear a los argentinos. Ha sido debidamente corroborado que esta es la única manera para que sus sentidos recobren una mínima noción de realidad.
Después de todo, existe un grueso de pudientes que aún se atreven a mantener sus ahorros en el circuito bancario local. Allá ellos cuando -otra vez- se encuentren en apuros y no haya nadie para defenderlos.
Por Matias Ruiz, para El Ojo Digital Política.
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Por Matias Ruiz, para El Ojo Digital Política