Aníbal Fernández, contra Daniel Sabsay: "Sabsay se cree constitucionalista porque toma el tren en Constitución"
La frase que intitula esta columna sólo puede atribuirse a un ignorante o a un difamador a sueldo, o a mercenarios de la política que tanto agradan al matrimonio que dirige el Ejecutivo. Estos "servidores" ocupan lugares preferenciales en la Administración, se trate de acaudalados ministros o de opulentos secretarios, entre ellos los de la Señora Cristina Fernández de Kirchner.
21 de Julio de 2010
Seria difícil acusar de ignorante a Don Aníbal Domingo Fernández quien, según su biografía pública, es un político que, tras recibirse de Contador Público y más tarde de Abogado, desde el 8 de julio de este año es el Jefe de Gabinete del Gobierno Nacional.
Por lo cual no puede ignorar que el Doctor Daniel Alberto Sabsay, Abogado argentino, con un título de postgrado en la Universidad de París, Integrante de la Asociación Argentina de Derecho Constitucional, Consultor de Organismos Internacionales como Naciones Unidas y otros, cuenta con la autoridad suficiente para opinar en un tema tan importante como lo es la correspondencia o no de los actos jurídicos en concordancia con nuestra Constitución.
La desafortunada bravuconada de la citada frase refleja la necesidad de Fernández por honrar el cargo otorgado por el matrimonio presidencial en una actitud que podríamos conceptuar por estos días como contundentemente "maradoniana".
Este mercenario de la política actúa sobre el terreno desde 1983 en forma ininterrumpida, sólo con un breve lapso en que estuvo prófugo de la Justicia en 1994, para luego servir a todos sus jefes partidarios, con la misma verboragia que lo ha caracterizado siempre.
Pero, quienes hemos descubierto su estructura de respuesta, podemos afirmar que -como buen soldado K- anticipa cada una de ellas con un sistema sencillo, a pesar de lo resbaladizo del mismo: la comparación.
Recurrentemente, frente al incremento de la pobreza o la violencia, hurga en las estadísticas que más le convengan a su contraataque, con lo cual podemos escuchar sus paralelos con datos históricos de nuestro país, con una nación vecina, la región americana o africana, pero siempre con cifras mayores a las propias que le sirvan de soporte para demostrarnos que solo es un "sensación la pobreza" o "sensación de inseguridad" que soportamos a diario.
Este verdadero legionario de la política, quien hizo de la misma solo una escalinata en sus ambiciones personales, puso a disposición de sus amos circunstanciales su habilidad más notable de farsante (según el diccionario, "Persona que pretende pasar por lo que no es"), fiel ilustración de este personaje.
Con la anuencia del menemismo en 1991, resultó electo Intendente de Quilmes por el Justicialismo, donde fue imputado por la contratación en forma directa de un estudio jurídico para negociar la deuda de ese municipio con la empresa Aguas Argentinas, causa por la cual estuvo prófugo de la Justicia, imputado con los cargos de falsedad ideológica y mal desempeño de la función pública. En 1995, fue sobreseído, por "falta de mérito".
Nuevamente, y gracias a su lealtad menemista en 1995, fue electo Senador Provincial y en 1997 designado Secretario de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, durante la gobernación de Eduardo Duhalde.
Sin desatender su ascendente carrera, en la Gobernación de Carlos Ruckauf se desempeñó como Ministro de Trabajo y desde 2002 ocupó el cargo de Secretario General de la Presidencia, luego el de Ministro de la Producción, por lo cual se auto define, "Duhaldista portador sano".
En 2003, converso al Kirchnerismo, fue Diputado Nacional, luego Ministro del Interior, más tarde de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, hasta el presente nombramiento que lo posicionara en la Jefatura de Gabinete de Ministros.
Pero su pasado lo persigue, y la ambición lo traicionó. En épocas del Ministerio del Interior, la confección de los pasaportes resultó ser su primer grosero traspié.
El Estado los confeccionaría gracias a licitaciones sospechosas: la firma que tenía a su cargo la confección no fue otra que la popular Ciccone Calcográfica que, en 2003, se presentó en concurso de acreedores. Sobre esta empresa recayeron incontables actos de corrupción y tráfico de influencias. Interior había suscripto un acuerdo para la fabricación de 200.000 pasaportes.
Pero no iba a ser su única operación sospechosa. Un secreto circuló en los ámbitos policiales en torno a la licitación pública de 11/06 por la compra de 320 patrulleros de marca Chevrolet Corsa a un precio total de 19.172.480 pesos, es decir, casi ¿$60.000? pesos por unidad. Esto provocó el pase a retiro de todos los uniformados que estaban en total desacuerdo con esta licitación escandalosa.
Por todo lo descripto, Aníbal Fernández tiene razón cuando dice que "Tanto Macri como De Narváez son unos vagos porque no trabajan". El sin dudas lo hace, y se anotó jugosos beneficios gracias a ello.
Por Francisco Montesano, Periodista, para El Ojo Digital Política.
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