Esperando la adecuada atipsia de la oposición
Es esta, una realidad innegable en la esperanza de la generalidad de nuestra sociedad, actitud loable en política que se sale de lo normal, de lo conocido o de lo habitual; por lo que resulta conveniente que se aprovechen al máximo las tendencias asociacionistas de solidaridad, de toda agrupación propia a la sensibilidad moderna; que deben encauzarse en fomento del sentimiento de la obligación del deber, máxime tomando en cuenta la constante exaltación sobre los derechos individuales.
21 de Julio de 2010
Como la innegable circunstancia de que, cuando está ausente dicha acción, la moral queda en estado de precepto, sin ninguna influencia sobre la persona que la emplea como mascarada en su lucha frente a cualesquiera situación en que se desempeña, sobre manera desde lo público.
Si la ética de las religiones va perdiendo su poder educativo y las multitudes no llegan a alcanzar un sistema de moral racionalista, resultaría sencillo prepararlas para sentir que la moralidad funda sus raíces en la efectividad del hombre, y obra como una función de la convivencia con mayor eficacia aun que el ordenamiento jurídico.
Las leyes tienden a veces por misión reemplazar o suplir la moral, concurriendo en auxilio, socorro o protección de una necesidad social, cuando la noción del deber se debilita o desaparece. Como se estaría dando en las legislaciones de menores, la patria potestad, el abandono de familia, la corrupción en el poder o en actos administrativos y acciones penales, sólo por nombrar algunos ejemplos. Pero lo esencial, no creo que se encuentre en las leyes, sino en la moralidad experimentada con relación a los hechos y actos que en un momento determinado imponen la sanción de la opinión pública y sobre manera de la propia conciencia, exigiendo al personaje responsabilidad, probidad, energía y sacrificio en la conducta personal y en la cívica.
Aunque es dable destacar que solamente las personas de excepción, que no son pocas en nuestra sociedad, son portadoras de una real y verdadera moralidad, llegan a sentir desde sus fibras más íntimas ferviente convicción de moralidad, en virtud de que esta radica en una mayor sensibilidad y en la conciencia del acto.
Como todos los valores humanos, la hermosura moral no se encuentra comúnmente a cada paso; pero sí se descubre en cualesquiera condición social del sujeto, cunado se cuenta con las adecuadas aptitudes para apreciarlas.
Con ello, solo pretendo demostrar la posibilidad y la necesidad de afirmar la moralidad sobre todo en las minorías, pero sobre los sentimientos colectivos y argentinos, dado que sus raíces se hallan generalmente en la emotividad con mayor poder que en el razonamiento.
Siempre que los factores pertenecientes a la Nación (étnicos) no resultan desfavorables por la atipsia de las unidades, confiando en la cultura que fija el nivel y asimila en simpatías morales y estéticas, en pretensiones o deseos de conseguir o de alcanzar algo y en la disposición que se tiene para idealizar o mejorar la realidad al describirla o representarla.
Es esta la similitud que provoca las agrupaciones de las minorías y por este mecanismo provocan la acción educativa en el orden social. Es así que no bastan a las minorías la norma u orden que hay que cumplir porque así está establecido o mandado como precepto negativo de la moral, la obtención de tal o cual acto; se debe pretender indiscutiblemente al ejercicio de acciones positivas de solidaridad, de asistencia, de justicia, en lo posible renovadoras y progresistas.
Por el contrario, suele ocurrir que las mayorías pretendan generalmente ignorar los conceptos que vierte la minoría, aún cuando a sabiendas ignoran los valores técnicos y científicos o específicos de temas que hacen al interés general y/o estatal, y si esto no es advertido o aceptado a sabiendas del hecho por los adversarios, es de resaltar que las minorías han perdido su energía directiva sometiéndose a ellas y rebajando su personalidad al nivel de la muchedumbre, con las responsabilidades y consecuencias que ello representa.
Pero debemos en forma precisa y permanente, considerar que las leyes político-sociales y generalmente interesadas a solamente una facción, pueden darse a si mismas sólo el título de influencia relativa. Teniendo presente que ellas son más el efecto que causa de los fenómenos, aun que algunos de ellos respondan a ideales que pertenecen a una época pasada (anacrónicos), vividas con entusiasmo por generaciones pasadas o que se atribuyen erróneamente a una época, lo que corresponde a otra.
La eficacia solamente tiene consistencia en la fuerza moral de los hombres, cualesquiera sean sus tendencias y de ninguna forma consideradas impuestas por voluntad o directivas de ideologías extrañas o tendenciosas. En definitiva esta capacidad para obrar o para producir el efecto deseado, resulta la fuerza moral por sobre las múltiples actividades que imponen su pensamiento y su voluntad, que deben estar en todo momento subordinados a los superiores intereses nacionales. En ellos reside la responsabilidad de constituir la moral de nuestra República, sobre ese sentimiento colectivo de fe en su futura grandeza.
No debemos olvidar que el presente rige nuestro porvenir, y por sobre todo otro concepto resulta imperioso comportarse de manera tal, que los hijos no se sientan conducidos a renegar de sus padres, y que las futuras generaciones jamás deban avergonzarse del pasado.
Por Ovidio H. Zánzero, para El Ojo Digital Política.
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