POLITICA: POR MATIAS RUIZ, PARA EL OJO DIGITAL

Superministro, juez y jurado: Anibal Fernández y la sorpresa que no espera. La seguridad, el espionaje y el control de medios

Aníbal Fernández -actual Jefe de Gabinete- se ha adueñado de los titulares de la semana del 13 de diciembre, que ya finaliza. Ninguneó un fallo judicial que le ordenaba a la Policía Federal desalojar a los gremialistas de la ex embajadora en Venezuela Alicia Castro, y en horas recientes, aportó leña al caldero de la pelea infantil de los Kirchner con Washington. Pero ni siquiera se imagina lo que el destino le tiene reservado para 2010.

21 de Julio de 2010
Innegable: Aníbal Fernández se ha vuelto el funcionario más despreciado por la opinión pública nacional. Localizar a cualquiera a quien su figura le resulte simpática equivale a la proverbial tarea de buscar la aguja en el pajar. Pero ojalá ese desprecio generalizado por la figura del Superministro quedara reducida a lo personal. Fernández es el primer ministro de la Era Kirchner que ha sabido castigar y humillar a las víctimas de la inseguridad, que se cuentan por cientos de miles desde 2003. Era Aníbal el portavoz oficial de la ideología gubernamental, para la cual los delincuentes son víctimas de una sociedad que no los comprende. En aquellas réplicas, Alberto Fernández también supo acompañarlo. Dijo sobre Susana Garnil -víctima de un secuestro- "Algunos solo se enteran de la inseguridad cuando les toca protagonizar un hecho". Ideología pura: la víctima en realidad era la victimaria, solo porque residía en la acomodada zona norte del Gran Buenos Aires. Con el tiempo, el hoy Jefe de Gabinete se volvió el más firme ideólogo de la política kirchnerista de laissez faire frente a los piqueteros. Los miles de encapuchados que pulularon con impunidad por las calles de la Ciudad de Buenos Aires y porciones del conurbano, ordenando el tránsito, apaleando a conductores o peatones y destruyendo vehículos, vieron en Aníbal a su socio principal. Este era el hombre que necesitaban: alguien que los dejara "trabajar" a gusto. Grave, pues el día en que comenzó a reivindicarse la política de no-represión, se consignó definitivamente que el Estado argentino había renunciado a brindar seguridad. Abandonó su obligación de proteger. Dejó de monopolizar la violencia y la dejó en manos de delincuentes comunes y el crimen organizado. Precisamente al revés de lo que sucede en cualquier nación mínimamente civilizada. Este detalle sirvió al efecto de comenzar a acelerar la caída en la imagen pública, primero de Néstor Kirchner, luego de su esposa, Cristina Fernández. Comulgaron desde siempre con el pensamiento oficial una veintena de magistrados de escuelas "garantistas", hoy graduados en el arte de liberar internos que luego volvieron a las calles a robar, violar e incluso matar. El resultado es lógico: la delincuencia no es estúpida, y comprendió en su conjunto que el Estado Nacional y la Justicia le estaban sirviendo una oportunidad en "bandeja de plata". En la Argentina de los Kirchner, más que nunca, si Ud. tiene la desgracia de abatir a un delincuente dentro de su propio hogar -aún cuando el marginal estuviera armado-, tendrá prisión efectiva. O bien, lo perderá todo en aras de indemnizar a la familia del delincuente. Y, si finalmente lograra eludir todo lo primero, deberá padecer el acoso y las amenazas de los amigos y familiares del delincuente muerto. El problema es que don Aníbal Fernández ahora también hace de magistrado o superjuez con plenos poderes, más de los que tuviera Sylvester Stallone en la versión adaptada para cine de "Judge Dredd". En los días pasados, el Jefe de Gabinete se volvió amo y señor de los titulares de la prensa nacional, así como también de las pantallas de la totalidad de los noticieros. Diario Clarín incluso hizo referencia a la furia de Fernández pues, en su visión, el canal Todo Noticias había desarrollado una cobertura "exagerada" del tema de su ninguneo de la orden judicial para desalojar el gremio de Aeronavegantes. En concreto, Aníbal Fernández decidió desoír dos decisiones judiciales que ordenaban desalojar a los partidarios de la kirchnerista Alicia Castro de la sede del gremio de Aeronavegantes. ¿Cómo lo hizo? El Ministro negó asistencia policial a los magistrados que se apersonaban in situ para hacer cumplir las medidas. La respuesta de Fernández fue, en pocas palabras, que decidió ignorar los escritos porque deseó evitar un baño de sangre, ante la férrea negativa de los gremialistas violentos de Castro de abandonar la locación. En dos oportunidades se les negó asistencia de Policía Federal a los magistrados. Nuevamente: gana la delincuencia y pierde el Estado. De cualquier forma, cabe recordar que la entidad "Estado" son los contribuyentes. Pues la estructura estatal se financia gracias a los impuestos aportados por aquellos, en todas sus formas. A la postre, es la delincuencia la que se impone, en perjuicio del resto de la sociedad. Lo que ha hecho Aníbal Fernández no se queda en el comentario minimalista de la "desobediencia a una orden judicial". El problema es más grave, pues en este caso, un funcionario del propio Estado (nuestro empleado) decide dejar de lado una orden judicial para favorecer a marginales y delincuentes que se sienten por encima de la ley. El mensaje para los gremialistas y secuaces de la ex embajadora en Venezuela, y amiga personal de Néstor Kirchner, resuena claro: "Ustedes mandan. No las leyes". Pero resulta ser que Fernández también es una suerte de monopolizador de las fuerzas de policía a nivel federal. Desde los tiempos en que desempeñaba como Ministro del Interior, supo construirse un aceitado networking gracias a su contacto permanente con las cabezas de la Policía Federal y Gendarmería Nacional. En circuitos underground de los medios, se reporta que Aníbal opera casi como el "dueño" de esas fuerzas, así como también de sus aparatos de inteligencia, de los que dispone con una discrecionalidad casi absoluta. Comentario que lleva a reflexionar acerca de las propias responsabilidades del Superministro y Superpolicía Fernández, frente al tema del espionaje en la Ciudad de Buenos Aires. ¿Podrá ser -como declaman personajes clave del affaire- que Aníbal fue el encargado de espiar primero a Mauricio Macri, y que luego este último contraatacó haciendo exactamente lo mismo sobre los hombres del kirchnerismo? La asociación que se hizo sobre la "Gestapo" de Macri, ¿no es en realidad más aplicable a la neodictadura kirchnerista que hoy hace y deshace a su antojo, incluso sin acatar órdenes judiciales? En cualquier caso, Macri podría estar armando su propia Gestapo pero, si así fuera, cuando menos debería concluírse que Aníbal Fernández y Néstor Kirchner tienen su propia Stasi (la temible policía secreta del régimen de la ex Alemania Oriental, Ministerium für STAaatsSIcherheit. No falta quien sugiere que sería más apropiado endilgarle a los espías K una comparación con el Servicio de Seguridad de la Federación Rusa (FSB), bien conocido por lo sangriento de sus operativos y por la frialdad en la ejecución (donde tampoco faltan actos de torpeza). Es que, precisamente, esa es la esencia misma del kirchnerismo. Jamás una Administración se había preocupado tanto por controlar a la prensa, desde el retorno de la democracia en 1983. No en vano, los Kirchner la han emprendido contra el Grupo Clarín que, con todos sus defectos, hoy puede darse el lujo de revelar los incontables episodios de corrupción a la sombra del matrimonio patagónico y sus acólitos. En medio de este esfuerzo, el gobierno federal también ha dado muestras acabadas de intentar controlar lo que se publica en Internet. Sitios como El Ojo Digital fueron hackeados por piratas con nombre, apellido y dirección, en más de una oportunidad. Desde aparecida la juventud kirchnerista o "Jóvenes K", sus propios conductores blanquearon que uno de los objetivos de la agrupación era modificar la percepción social que existe sobre el oficialismo en el cyberespacio (léase, intervenir artificiosamente en foros de opinión en línea y encuestas, para alterar los comentarios y los resultados si fueran contrarios hacia el gobierno). Una próxima medida -blanqueada en su oportunidad por el estudioso Jorge Asís- consiste en expropiarle Cablevisión y Fibertel al Grupo Clarín. Lo cual no solo significará "Adiós a HBO y los codificados", sino que el control sobre lo que se opine sobre el poder será regulado efectivamente. Con respecto a Fibertel, el plan resulta obvio: gracias a la nueva Ley de Medios, el proveedor de Internet (ISP) podrá dar de baja las cuentas de personas que opinen en línea sobre política y que perjudiquen la imagen o el "buen nombre" de funcionarios. Para el gobierno, el control de Fibertel es de estricta necesidad. Como ISP, el Estado kirchnerista podrá regular las opiniones de millones de ciudadanos conectados al espectro virtual, así como también controlar sus correos electrónicos y dar de baja páginas web no afines desde lo ideológico. Lo que es más, realizar esas tareas de control y regulación requerirá de gran cantidad de personal. Entiéndase, una nueva oportunidad para dar pelea por puestos políticos. "En todo el esquema de espionaje, hábilmente montado por Néstor Kirchner y sus acólitos, Aníbal es un engranaje fundamental", corrobora una fuente de rigor en el Ministerio del Interior. No satisfecho con su prolífica semana, ahora el Superministro Fernández también ha tomado parte en la pelea del kirchnerato con los Estados Unidos de América: catalogó de "preconceptos" a las opiniones expresadas por el diplomático de carrera y hombre de Barack Obama para Latinoamérica, Arturo Valenzuela. Sin lugar a dudas, Washington sabe perfectamente que los argentinos no están representados por Néstor Kirchner, Cristina Fernández, Aníbal Fernández o Carlos Kunkel. Si bien es cierto que, en la tradición democrática norteamericana, las elecciones son sagradas y todo mundo acompaña al ganador, no deja de ser categórico que los líderes caídos en desgracia y con sus índices de aprobación por los suelos no son el mejor termómetro para evaluar las necesidades de esa nación. En Estados Unidos, un índice de aprobación del 45% es crítico y enciende todas las alarmas de cada staff de asesores. Los presidentes del norte se han vuelto adictos a las encuestas de opinión, especialmente desde Richard Nixon. Imagine el lector la consideración que los Kirchner le merecen a Washington, cuando allí saben perfectamente que el matrimonio ya roza un miserable 15% de imagen positiva. Los políticos y diplomáticos de Estados Unidos siguen de cerca la evolución de la popularidad de los presidentes latinoamericanos, y opinan en función de esa variable. Jamás "dan el empujón" para que un mandatario caiga pero se atreven a deslizar comentarios menos sutiles cuando el momento es oportuno. Es parte de la tradición tan clásica de los miembros de carrera del servicio exterior que primero lanzan frases polémicas -aunque ciertas- y luego la propia embajada le pone paños fríos al asunto. Pero la verdad ya ha sido cantada, y el efecto buscado se ha cumplido. Es en este esquema que se deben analizar los comentarios de Arturo Valenzuela, Secretario de Asuntos Hemisféricos de la Casa Blanca. Lo mejor, para el final. Tiene que ver con el dato de que a Aníbal lo aguarda una sorpresa cuyo germen ya está en etapa de gestación. Parece ser que el duhaldismo le tiene reservada una novedad interesante, y tendría que ver con el verdadero talón de Aquiles de Fernández: las muertes de los piqueteros violentos Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. En ciertos ámbitos políticos con acceso restringido, cobran fuerza comentarios en forma de "reseña histórica" que sitúan a Aníbal Fernández como uno de los "autores intelectuales" de aquella operación. El duhaldismo -como se dijo desde este medio en reiteradas oportunidades- no le perdonará al Jefe de Gabinete sus traiciones. La causa judicial que versa sobre los decesos de los militantes de izquierda y cuyos nombres se han hecho famosos gracias a los cortes del Puente Pueyrredón se reabrirá próximamente. Las fuentes de siempre juran que, esta vez, Aníbal no tendrá salvoconducto, y que su destino es conocer los barrotes como tantos otros. En el caso del Jefe de Gabinete, se están confeccionando voluminosas carpetas, pero no aquellas utilizadas regularmente para extorsiones y similares yerbas. Estas están siendo ordenadas y confeccionados por abogados bien versados. La causa Santillán-Kosteki sería el puntapié inicial de la andanada judicial contra el Premier Fernández. Torpe e inconscientemente, el propio ministro le ha agregado nuevas y ricas fojas a esos expedientes, con sus sobreactuaciones de la semana recientemente transcurrida. En los capítulos que versarán sobre el pasado del funcionario, el "tratado" incluirá apuntes sobre groseras malversaciones de fondos públicos que lo comprometen desde las épocas de su intendencia en Quilmes. Puntualmente, tiene relación con obras prometidas y cuyos fondos desaparecieron como por arte de magia. Para Aníbal Fernández, estas horas deben ser invertidas -más que nunca- no solo en leer las noticias más recientes sino también saber comprenderlas. Es aquí cuando cobran sentido las expresiones del Dr. Carlos Fayt, quien recordara que la desobediencia de órdenes judiciales puede penarse con "un año de prisión efectiva". Cuando menos, el Dr. Fernández (que es Abogado y conoce los alcances de sus recientes "travesuras") podría aprender la lección de don Julio De Vido, que desde hace ya un tiempo viene preparando su defensa con un estudio de abogados de primera línea, al tiempo que conversa fluídamente con círculos opositores... a cambio de información que hará caer a muchos fieles soldados K. Dicen que el nombre de Aníbal es protagonista en aquellas conversaciones clandestinas. Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política. E-mail: contacto (arroba) elojodigital.com.
Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política