Pacto Kirchner-UCR: la construcción épica de Julio Cobos se desmorona. ¿Es el Vicepresidente un De la Rúa en potencia? El matrimonio saldría fortalecido con los fondos del Banco Central
Mientras la Unión Cívica Radical y el espectro opositor representado por el Jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri coinciden en la necesidad de abandonar a Martín Redrado, comienza a cobrar forma el acuerdo que la versión actual del centenario partido de Yrigoyen ha consolidado con Néstor Carlos Kirchner para ayudar a Cristina Fernández a arañar el 2011. La meta que comparten: destruir al Justicialismo.
21 de Julio de 2010
Aunque todavía resta conocerse la decisión que el Vicepresidente Julio César Cobos tomará frente a la Cuestión Redrado en la insípida "Comisión Bicameral", se acumulan pruebas que corroboran al pacto de gobernabilidad cortoplacista entre la UCR y el matrimonio presidencial.
Fue la chaqueña Elisa "Lilita" Carrió la que primereó a un adormecido arco político frente a esta novedad. Sucedió mientras todo mundo se hallaba entretenido con los dimes y diretes del Caso Redrado. Su explosiva denuncia sacudió el tablero local, dejando en incómodo offside a la conducción radical.
¿En qué consistiría tal acuerdo? En rigor, la UCR había dado inicio a negociaciones no tan secretas con el oficialismo para pasar al presidente del Banco Central al olvido y garantizarle al Gobierno una suerte de cheque en blanco en el Congreso de la Nación para que disponga de las reservas a voluntad y con toda la discrecionalidad necesaria. Quizás, para ese momento, los radicales no se habían enterado de que el CenBank argentino solo dispone de US$ 16 mil millones de reservas libres o disponibles (dado que el resto está comprometido en futuras cancelaciones de bonos y obligaciones internacionales). Tampoco escudriñaron demasiado en los inflamados números del Presupuesto 2010, que reporta que los Kirchner necesitan, en total, de una suma que se aproxima a US$ 12 mil millones para cubrir el déficit del período anual recién iniciado. Dinero que, por cierto, solo el Banco Central puede proveer, ya que los excedentes dinerarios que depara la operatoria comercial no son suficientes.
A la postre, el canibalismo y la desmesura se han adueñado del empuje radical. Porque sus principales referentes, en medio del escándalo del Central, se anoticiaron de que comparten un objetivo con el kirchnerismo de núcleo duro: ambos desean la definitiva destrucción del Peronismo. No hay muchas vueltas para darle a este análisis.
El no tan humilde objetivo puede lograrse -piensan en la UCR de Sanz y Morales- ayudando a que la Presidente Cristina Fernández complete su mandato, sin importar los costos. Tampoco interesa que, en un arrebato teñido de reminiscencias de los ochenta, disponga de todo el dinero que queda en el Banco Central de la República y termine dilapidándolo.
De esta forma, con la Argentina en llamas, el radicalismo imagina que tendrá el camino allanado para alzarse con una victoria en las Presidenciales planeadas para dentro de dos años. La razón: la ciudadanía concluirá que los peronistas habrán sido los únicos responsables de la debacle nacional por venir, desvaneciéndose su oportunidad de cosechar votos.
En forma más ilustrativa, el sitio web www.informadorpublico.com ubica a la vieja "Coordinadora radical" como el conglomerado responsable de la criatura, con Enrique "Coti" Nosiglia y Freddy Storani entre bambalinas.
Por cierto, la madeja del acuerdo entre radicales y kirchneristas tiene patas cortas. Porque, si acaso la UCR pretende vencer en 2011, ¿qué país heredará? Una auténtica república perdida, con abundante hiperinflación y un tipo de cambio que habrá volado en pedazos -considerando que no habrá dinero para sostener la base monetaria-, sin mencionar la posibilidad y las consecuencias aparejadas de un esperado estallido social.
En este escenario, las preguntas abundan. ¿Refleja este siniestro acuerdo el carácter inherentemente destructivo de la Unión Cívica Radical como partido o solo exhibe esa obvia visión cortoplacista que siempre la ha caracterizado? ¿Acaso la motivación es hacerse con el poder a cualquier precio, con los ciudadanos de rehenes? O, dicho de otro modo: ¿es la venganza contra el Justicialismo la única motivación?
En esta frágil pero medulosa trama, cotiza alto la única herramienta de negociación que mantienen Néstor y Cristina, a saber, que si la corporación política se empecina en estorbarlos, ellos pueden decidir -de la noche a la mañana- incendiarlo todo.
Una de las primeras víctimas del tembladeral político ha resultado ser el Vicepresidente Julio César Cobos. En soledad, se ha embarcado en la reprochable aventura de presidir una comisión bicameral que no ha sido constituída apropiadamente, como en su oportunidad lo expusiera el ahora candidato presidencial del "Peronismo disidente", Eduardo Duhalde.
Cobos se encuentra en una posición por demás complicada: si, a través de su voto, desempatare en favor de la remoción de Martín Redrado, la sociedad podría retirarle el voto de confianza que venía acariciando desde que se inclinó por el voto "no positivo" ante la Resolución 125. Mucho indicaría que está dispuesto a seguir este camino, habida cuenta de que no podría tolerar el virulento acoso kirchnerista que podría abalanzarse sobre su persona si jugara su voto en favor del todavía presidente del Banco Central. Precisamente, si su determinación fuera esta última, su situación en la Vicepresidencia se volvería francamente insostenible, y no tendría otra vía que renunciar. Pero sería un salto al vacío en todas sus dimensiones: Julio Cobos carece de estructura partidaria y en su momento abandonó la Unión Cívica Radical dando un portazo, para adherir al proyecto del matrimonio patagónico. Sus colegas y correligionarios lo detestan, empezando por el decorativo Ricardo Alfonsín Junior.
Luego está la cuestión de la verdadera consideración que el Vicepresidente tiene en la franja de la opinión pública que dice apoyarlo: gran parte de ella percibe -a pesar del voto de confianza en la charla de café- que Cobos no es otra cosa que un "De la Rúa en potencia", por cuanto no demuestra esa dosis de autoridad necesaria para conducir una nación virtualmente quebrada en todos los aspectos. Estas apreciaciones no deberían dejarse de lado, por cuanto es correcto afirmar que la intención de voto no se refleja necesariamente en los sufragios. Dato aparentemente irrelevante que muchos dirigentes se empecinan en ignorar.
En definitiva, Néstor Carlos Kirchner se encuentra a la vera de concentrar en el Congreso de la Nación el espaldarazo no solo del radicalismo sino también de los aliados del izquierdista de moda, Fernando "Pino" Solanas, quien ya votó en favor de la represiva Ley de Medios oficialista.
El balón quedará, pues, en el terreno de juego de los mal llamados "peronistas disidentes" quienes, con toda probabilidad, verían a un matrimonio santacruceño fortalecido gracias a los dineros que pudieren sustraer a su antojo del pool del Banco Central de la República Argentina.
Para la ciudadanía, esto significará -irremediablemente- tener que tolerar a nuevas hordas de piqueteros kirchneristas en las calles (ahora refinanciados), más inflación y una explosión inusitada de los índices de la delincuencia, entre otros factores que el Gobierno Nacional ha contribuído sistemáticamente a agravar. Volveremos a ver a Luis D Elía, Emilio Pérsico y Edgardo Depetri obstaculizando las arterias del país, dispuestos a inmolarse por un jefe ahora más sediento de sangre y ciertamente rejuvenecido en su diabólico poder.
La batalla de Martín Redrado conlleva el insano ocultamiento de una realidad por lejos más perturbadora pero, al menos de momento, gran parte de la ciudadanía no ha sabido notificarse de ello. En el interín, sería una pena que las promesas de Redrado de revelar las compras de dólares de los "amigos del poder" quedasen en la nada. Tal como lo han señalado ciertas fuentes (entre ellas, la web www.lapoliticaonline.com), la velada amenaza apuntaba a blanquear ciertas tenebrosas operatorias con el tipo de cambio de las que saliera beneficiado el mismísimo esposo de la Presidente Cristina Fernández.
El otro detalle que no debería escapar a los jugadores del terreno alto de la política tiene que ver con los movimientos tácticos del Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, quien aprovecha cada oportunidad para colocar individuos adictos a su agenda en cada espacio de poder que va quedando vacante. Ocurrió con el caso del abogado Joaquín Da Rocha, reemplazante del Procurador Osvaldo Guglielmino.
Comentan los espías de rigor que Aníbal ha tomado nota de la celada que sus jefes le estarían preparando para el futuro cercano, y es por ello que se ocupa de adquirir reaseguros. Su meta: negociar desde una posición de mayor poder. Aunque se ha esforzado para criticar a Redrado por su amenaza de revelar ciertos datos, el Jefe de Gabinete ha hecho lo propio ante íntimos y contactados con respecto a la información confidencial que maneja y que podría derribar al gobierno. Recuerdos lejanos pero indelebles que remiten a Ricardo Jaime, quien solía declamar: "El Presidente puede pedirme cualquier cosa, excepto la renuncia".
Cuando el camionero Hugo Moyano refiere que "existen algunos muchachos que no están del todo de acuerdo" con las políticas oficiales, no se equivoca. Sucede que, a veces, las voces de la disidencia provienen desde sectores más cercanos de los que uno cree a priori.
Después de todo, "El que avisa, no traiciona". ¿O sí?
En cuanto al alcalde porteño Mauricio Macri, se descuenta que deberá pagar un precio elevado por no sostener al titular del Central en su cruzada contra el oficialismo. Martín Redrado se prepara para disputarle a hijo de Franco su puesto al frente de la Jefatura de Gobierno (desde el Peronismo Anti-K). Podría decirse que Mauricio ha cometido su último error, pero este constituiría la cereza del postre a la hora de coronar una carrera política tambaleante y con destino de camposanto.
Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política.
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Por Matías Ruiz, para El Ojo Digital Política