Reminiscencias de 2001
El desmoronamiento definitivo de la maquinaria de propaganda oficialista. Los escenarios de violencia no previstos por Néstor Kirchner y Carlos Kunkel.
25 de Octubre de 2010
Que Néstor Carlos Kirchner y su socia/esposa y Presidente de la Nación, Cristina Fernández, exhiben agendas políticas contrapuestas no es novedad. Mientras el primero se ha movido más cerca de Hugo Moyano, Horacio Verbitsky y Carlos Kunkel, gerenciando y manipulando los temas nacionales con tenebrosa finalidad y modos maquiavélicos, la Señora planifica con sus alfiles y alimenta ambiciones electoralistas extemporáneas. Se sabe que Cristina no es una mujer que sobresalga por sus luces: su skill apenas araña el más elemental sentido común. Para muestra, basta un botón: su ambición reeleccionista no es otra cosa que una ensoñación. Porque se niega a asimilar que la amenaza de destrucción del teijdo social con que permanentemente juguetea su marido difícilmente pueda dar lugar a la realización de comicios hechos y derechos. En resumen; los objetivos de la Presidente de la Nación acusan el golpe, cada vez que Néstor ejecuta una "de las suyas".
Aún cuando Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner invierta toda su energía en ello, le resultará cuando menos imposible lograr que la opinión pública la perciba como una entidad diferente a su socio político. Huelga decir que su ambición se encuentra inapelablemente condenada al fracaso.
En columnas anteriores, hemos reflejado que la autoría del homicidio del militante Mariano Ferreyra no necesariamente debía partir del espectro gremialista ferroviario. Si acaso el Gobierno Nacional no tuvo nada que ver con el asunto, entonces ¿por qué la Presidente invirtió 48 horas completas en provocar a la conducción del Polo Obrero? ¿Por qué acusaría a los sectores de la izquierda violenta de buscar permanentemente un muerto? Es cierto que Jorge Altamira y sus acólitos del PO carecen de estrategias mayores que las de manufacturar conflictos y desorden callejero, para volver a cobrar protagonismo en las señales de tevé. En su visita al programa de TN "A Dos Voces", Altamira recordó una y otra vez el currículum vitae de Ferreyra, sin jamás haber reparado en su persona y actividad. Minutos después, falseó groseramente la realidad, destacando que "era la sociedad que se había manifestado en Plaza de Mayo, y no sólo la izquierda como lo dijo Clarín". Parece poco probable que, de la noche a la mañana, el ciudadano promedio de la Capital Federal se volviese adicto a las banderas rojas y las camisetas de Ernesto "Che" Guevara.
No obstante, Cristina Fernández de Kirchner jugueteó también con la posibilidad de la toma violenta de la Casa de Gobierno, al instruír a Oscar "Larry" Parrilli para que no recibiera a la cúpula del PO. Actitud que, en virtud de los miles de manifestantes presentes frente al rosado palacio, fue comparable a hacer equilibrio con granadas de mano en medio de un depósito de combustible. La Presidente y sus acólitos manipularon la situación con una táctica ambivalente: mientras evitaba recibir a Jorge Altamira y la dirigencia del Obrero, emitía la "bajada de línea" para sumar a planta permanente a los militantes que chocaron con los ferroviarios el miércoles de la tragedia. Lo que en apariencia algunos consideraban una estrategia ingenua, en realidad era diabólica: si los enfurecidos manifestantes hubiesen avanzado sobre Balcarce 50, el gobierno federal hubiera tenido los elementos mínimamente necesarios como para promocionar su victimización ante los medios. El discurso hubiera sido: "Tomaron la Casa Rosada a través de métodos violentos, a pesar de que se les brindó el beneficio de pase a planta permanente a los empleados tercerizados". Prerrogativa que, a la luz de los hechos, termina de corroborar que el matrimonio patagónico -con leves diferencias en relación a cómo lograrlo- persigue planificadamente su propia expulsión.
Por su parte -y sugestivamente-, Néstor Kirchner anticipó la entrega a la Justicia de Cristian Favale, quien -tecnicismos de leguleyo al margen- ya comienza rápidamente a ser visto como un chivo expiatorio por la opinión ciudadana. Favale es un individuo violento -ni él ni su círculo lo niegan-, pero ha sido señalado por un misterioso testigo de identidad reservada como el autor de los disparos que cercenaron la vida de Ferreyra. En la rapidez de la oscura maniobra -que solo puede partir de elementos vinculados al oficialismo-, no se advirtió que un "cercano" podría acusar el impacto de las esquirlas. La víctima resultó ser el Ministro de Economía, el marplatense Amado Boudou, que se ha vuelto protagonista a partir de la instantánea ahora conocida, en donde se muestra abrazado a Favale. De más está decir que Aimé deberá cajonear para siempre su sueño de convertirse en el alcalde más cool de la Ciudad Feliz. La Presidente de la Nación no ceja en la defensa a rajatabla de su golden boy; los lenguaraces refieren que ello se debe a que existe "algo más" entre ambos. Ante cualquier duda, consultar a Florencio Randazzo. Porciones de telenovela se entremezclaron en aquella noche negra de junio de 2009, instancia en que el oficialismo perdió las elecciones legislativas. ¿Por qué se Randazzo se "lió a hostias" con Néstor en aquella oportunidad?
Favale es importante, pero no solo en relación al deceso del joven del Polo Obrero. Cristian Favale juega un rol fundamental como portavoz inconsciente del metamensaje: él es la confirmación más evidente de que el kirchnerismo entrega a quien sea necesario, a la hora de salvar la propia ropa. A niveles diferentes, es lo que ha sucedido con Ricardo Jaime y con el ex juez Faggionato Márquez, por citar solo dos ejemplos. Personajes encumbrados de la talla de Julio De Vido, Aníbal Fernández, Ricardo Echegaray y Luis D Elía toman nota: ellos podrían ser la moneda de cambio, el día de mañana. Algunos de ellos se encuentran ya a un tiro de piedra de serlo. Frases tales como "El Presidente puede pedirme cualquier cosa, excepto la renuncia" -atribuída en su oportunidad a Jaime- han ido a parar al basurero.
La elevada temperatura de la calle es, mientras tanto, un tópico que, lentamente, comienza a dejar de ser "tabú". En círculos bien informados de Inteligencia, Fuerzas Armadas y Policía, la temática se ha reflotado, a partir de lo sucedido con Mariano Ferreyra. Con un dato adicional que permite desnudar las falencias del aparato de la propaganda oficial. A la postre, resultó ser que no era "la derecha" la que se encontraba apostando soldados de plomo en la vereda enfrentada con el kirchnerismo. Ese espacio comienza a poblarse ahora de militantes y agrupaciones políticas y "sociales" de la izquierda violenta, no solo del Polo Obrero, el Partido Comunista Revolucionario y similares, sino también de elementos protooficialistas que hoy se han visto definitivamente privados de las empalagosas mieles del subsidio. Las huestes de D Elía y Milagro Sala también surgen como víctimas de un engendro comunicacional que ha errado a la hora de identificar al enemigo. Tal como equivocara el camino el bolivariano Hugo Chávez, siempre pendiente de una oligarquía que hace tiempo ha completado su exilio en Miami, al punto tal de superar en número a los cubanos anticastristas de la Florida. Precisamente, los ribetes novelescos del caso Antonini Wilson gatillaron una participación activa del FBI y la CIA en el tórrido sur estadounidense, ante la sobreabundancia de espías venezolanos que se habían apostado allí para hacer seguimientos de los antichavistas radicados en aquella latitud.
Los reportes que reflejan lo delicado de la situación callejera han trascendido el espectro del circuito del espionaje, para aterrizar en los escritorios de un buen número de políticos de oposición. Estos comienzan a tratar la cuestión más en serio; las reuniones se dan con cada vez mayor frecuencia. Particularmente en espacios como el del Peronismo Federal, en donde -quizás tardíamente- se observa que restan escasas oportunidades de calendario para redondear el armado partidario con miras a las internas y la general. No faltan aquellos que especulan que el gobierno federal -comprobada su capacidad para transitar extremos- se atreva incluso a fogonear episodios en radios cercanos a sedes diplomáticas extranjeras. Por cierto, refieren algunos que el imponente edificio de hormigón armado sito en el 4300 de la Avenida Colombia no exhibe una guardia muy nutrida de policías federales. Y es de público conocimiento lo sucedido en ocasión de la cumbre de presidentes americanos en Mar del Plata con el destrato brindado in situ a "Míster Bush".
En cualesquiera de los casos, la novedad más llamativa de las últimas semanas sin dudas se debe al desmoronamiento de la maquinaria de propaganda oficialista (cuyos operativos ni siquiera niegan la posibilidad del descontrol callejero). Ese conglomerado no solo ha comenzado a tropezar de manera recurrente con operaciones mal configuradas -y que luego comportan un notable efecto boomerang-, sino que ahora exhibe falencias importantes a la hora de convencer a la propia tropa.
Por Matías E. Ruiz, para El Ojo Digital Política.
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Por Matías E. Ruiz, Editor