Argentina y el fracaso del gradualismo

En los últimos meses, el peso argentino ha perdido un 30% de su valor real. El público desconfía del peso, y busca dólares estadounidenses. El gobierno de Mauricio Macri ha perdido la credibilidad que había obtenido durante un par de años en los mercados. ¿Qué fue lo que falló?

 

El economista Roberto Cachanosky indica que el macrismo no fue totalmente sincero con la población acerca del desastre heredado del kirchnerismo, ni lo suficientemente audaz como para tomar el toro por las astas, habiendo tenido en 2015 la oportunidad ideal para hacerlo.

 

Consideremos el desastroso legado fiscal de la 'era K'. Cachanosky consigna que los Kirchner llegaron al gobierno en 2003, cuando se registraba un superávit público de 1,59% del PIB, que incluso llegó a 3,54% tras su primer año de administración. Pero este superávit se convirtió en un déficit de -7,24%. 'Un recorrido de destrozo fiscal de 10,8% del PBI entre puntas', recuerda Cachanosky. A los efectos de comprender la capacidad de los Kirchner para el despilfarro, consideremos que hicieron esto a pesar de que recaudaron en impuestos el equivalente a una decena de Planes Marshall, aquel plan que estableció EE.UU. para la reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial.

 

Acto seguido, arribó Macri, y optó por una estrategia gradual que ha derivado en que el gasto público no se reduzca, el déficit continúe creciendo junto con el endeudamiento público y la expansión monetaria. Esto ha conducido a que, dos años y medio después de que se iniciara el gobierno del “Cambio”, hoy la Argentina experimente una tasa de inflación del 25%, similar a aquella que había durante las peores fases de la década kirchnerista, y que continúa situándose entre las más altas del mundo. El gradualismo fracasó a la hora de evitar el shock que tanto temía: allí se comprueba el alza de las tasas de interés al 40%, la depreciación marcada del peso, y los US$7 mil millones de reservas internacionales desperdiciados -en un intento fútil de defender el valor del peso.

 

El legado kirchnerista no es muy distinto al legado de la Revolución Ciudadana en Ecuador. Los economistas de la Espol, Gabriela Franco y Jack Zambrano, demostraron el modo en que, desde 2008, el gobierno de Rafael Correa pasó de tener un superávit de 0,56% (las cifras anteriores a 2008 no son comparables) a tener un déficit de -7,42% del PIB en 2016 (1) -un proceso de destrucción fiscal del 8%. Y este despilfarro tuvo lugar mientras el país gozó de la que acaso ha sido la mayor bonanza de su historia: en términos reales, esto es, ajustando por inflación y población, la segunda bonanza petrolera fue un ¡73%! superior a la primera (2).

 

Obsérvese que, incluso habiendo superado a los argentinos en el tamaño del déficit en 2016, la economía de Ecuador ha experimentado lo que el economista Steve Hanke calificó como un “aterrizaje suave”, en gran medida gracias a la dolarización.

 

Conforme lo ha señalado recientemente el economista Manuel Hinds, el tener moneda propia le ha complicado las cosas a Argentina porque, aunque su banco central cuente con la capacidad para imprimir pesos, el público demanda dólares. Si el BCRA imprime más pesos, solo contribuye a acelerar su depreciación.

 

Ahora, bien; el gobierno argentino persigue la firma de un acuerdo con el FMI, lo cual suele ser -en general- una estrategia para no reducir el gasto y, así, justificar aumentos de impuestos. Cierto es que no existen soluciones mágicas; deviene en indispensable reducir el gasto a niveles anteriores al despilfarro populista, en ambos países.


Referencias


[1] Cifras actualizadas a 2016 por Gabriela Franco y enviadas por correo electrónico, en fecha 17 de mayo de 2018.
[2] Calderón de Burgos, Gabriela. Ver capítulo sobre Ecuador, en el libro El Estallido del Populismo (Editorial Planeta, 2017).